Magnolia dijo:
Yo es que conozco a TANTOS curas increíbles. Excelentes personas y que creen en lo suyo.
Yo conozco a alguno. Pero incluso a esos, cuando les hablo sobre porno, masturbación, células madre, homosexualidad o aborto, reaccionan... como curas. Salvo uno, y a ese lo echaron de la parroquia sus propios compañeros con los métodos más rastreros del acoso moral y el mobbing, no le dejan ejercer y vive casi en la indigencia.
También conozco a otros curas despreciables (como el del pueblo de mi madre, 8 hijos ilegítimos, y el tio metía unas hostias como panes a los chavalines cuando le decían que se habían entregado a los placeres de Onán... murió con casi cien años y una tripa cervecera que parecía el obispo Morales) y a mucha gente tan condicionada por las enseñanzas eclesiales que son puras caricaturas (como otra vecina del pueblo que tiene una farmacia y no vende preservativos, o una amiga de mi hermana, catequista de pro, que se follaba a sus ligues en el despacho parroquial y luego se arrepentía y los hacía rezar, arrodillarse ante crucifijos, ayunar e incluso a alguno lo acusó públicamente de violación... para luego mostrar su "misericordia" frente al pecador... el caso es que el primero coló, la gente se lo creyó y al chico le entraron hasta depresiones, pero cuando iba por el cuarto violador aquello ya olía y todo el mundo sabía lo que pasaba allí)
Si la religión se entendiese como lo hace, por ejemplo, Jose Antonio Marina*, me parecería maravilloso; pero aunque hay unos cuantos así, por desgracia las religiones en general (la católica en particular) no está en manos de gente como él, sino de Roucos Varelas y Razingers varios.
Y es que no se puede negar que la religión organizada ha sido, tradicionalmente, un mecanismo de control y de poder que fagocitaba a aquellos que, incluso dentro de su propio seno, intentaban darle su sentido primigenio: podemos hablar, en la religión católica, de tantos y tantos individuos excepcionales que fueron pisoteados por quienes decían defender sus mismos principios: Tomás Moro, canciller de Enrique VIII, ejecutado por negarse a que el rey de Inglaterra se convirtiese en lider de la Iglesia para usarla en su propio beneficio (panda de hipócritas, luego lo convirtieron en santo); o el papa Celestino V, que era un inofensivo ermitaño con fama de santurrón al que los cardenales escogieron como títere, y al abdicar de su puesto por verse incapaz de vivir entre tanta conjura y puñalada trapera fue encarcelado con 80 años y murió a los 10 meses de enfermedad e inanición, en una mazmorra putrefacta en la fortaleza de Fumone (también a este lo convirtieron en santo); o las matanzas de jesuitas en sudamerica, que empezó contra las famosas reducciones guaraníes en el siglo XVII, perpetradas con consentimiento oficial de la Iglesa, hasta los asesinatos de Romero, Ellacuria y algunos de seguidores, hace relativamente poco tiempo, frente a la desidia oficial de una iglesia que despreciaba la Teología de la Liberación; y se pueden sacar a colación decenas de nombres más, individuos excepcionales dentro del seno de la Iglesia que han sido abandonados o ajusticiados por la propia institución.
Yo siento mucho si alguien se ofende, pero creo que las religiones organizadas son peligrosas y orígenes de muchos males, y que, en particular, la Iglesia Católica apesta, y que me perdonen todos los creyentes de pro, toda esa base de buena gente que tiene dentro y se deja la piel de forma silenciosa en barrios marginales y paises en conflicto.
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(*)aprovecho para recomendar encarecidamente la lectura de todo lo que ha parido este señor; ensayo filosófico ameno, divertido y profundo.