Que por cierto, fijaos cómo somos: compramos habitualmente montones de objetos en plástico, metal y papel de los que nadie se queja; nunca hay ningún problema por guardar nuestros atunes conservados en metal, nuestros macarrones embalados en plástico, nuestras cervecitas en botellas de vidrio, o nuestros chococrispies en caja de cartón... Pero cuando ya hemos consumido esos productos, de repente, nos ataca la soberbia que nos caracteriza, y esos restos que han servido para embalar lo que hemos podido consumir se convierten en un incordio, nos importan tres pares de cojones y nos hacemos los "Sor Angustias" por tener que separarlos, o por falta de espacio, o por demás etcéteras. Pues esta actitud me parece muy pero que muy triste.