Salvà, bajando el hype:
Viernes, 17 de febrero del 2017 - 19:27 CET
Aunque el hábitat natural de las películas de los estudios Marvel no son los festivales sino las multisalas, la presencia en la Berlinale de 'Logan', tercera entrega de la saga de Lobezno, se justifica en tanto que, por un lado, le ha permitido al certamen traerse a Hugh Jackman y que, por otro, se trata de una historia de superhéroes, sí, pero distinta.
El problema es que tan distinta quiere ser que hace caso omiso a su razón misma de existir. Porque, si bien es cine de superhéroes -una etiqueta de por sí excluyente-, se niega a ofrecer a los fans del género lo que piden. Sus escenas de acción son poquísimas y tediosas, sus efectos visuales son una chapuza, su filiación es el tipo de intriga criminal que en su día podría haber dirigido Clint Eastwood si Clint Eastwood fuera un patán. Es la historia de un hombre azotado por demonios que, acompañado de su familia, huye de su pasado y de los malos y al que de vez en cuando le crecen cuchillas entre los dedos. Pero, antes que eso, es una película sobrehumanamente aburrida.