Esta semana se publicaban los resultados del último estudio “Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales” de la Coalición de Creadores e industrias de Contenidos, en el que se trataba de esbozar la situación de la piratería y el acceso a contenidos digitales en España.
Las conclusiones del texto mostraban que “el 84% de todos los contenidos digitales consumidos en España es pirata” y la principal razón de los internautas es la gratuidad, seguida por la rapidez y facilidad de acceso y por la posibilidad de que el contenido comprado después no nos guste. ¿De verdad es esta la situación en España? y, de ser así, ¿cuáles son las causas de la piratería en nuestro país?, ¿por qué pirateamos más que otros países de nuestro entorno?
Hay que empezar señalando que la cifra dada por el estudio parece demasiado exagerada, quizá porque no se han considerado como contenidos digitales el acceso a blogs, redes sociales, webs convencionales, vídeos desde sitios gratuitos como YouTube, etc., sino más bien contenidos de películas, series, música, libros y software.
Pero más allá de este pequeño detalle, si es cierto que en España tenemos una cierta sensación de que se piratea más que en otros países, e incluso de que en ocasiones es uno de los pocos medios para acceder a contenidos de calidad. ¿Es esto cierto?
Soportes físicos: ¿Competir en precio o Competir en calidad?
Una de las reglas básicas de la competencia en mercados capitalistas se basa en que las empresas, al lanzar un producto nuevo tienen básicamente dos formas de competir con el entorno y posicionarse en el mercado: A través del precio y a través de la calidad.
En el primer caso compiten gracias a precios más atractivos que animan a los consumidores a comprar sus productos. ¿Se da esta situación en los soportes físicos digitales? Pues me da la impresión de que no. Si, ya sé que ante el gratis total no hay competencia en precios posible, pero es que las cosas no se han ido haciendo bien en los últimos años.
Cada vez que ha ido surgiendo una nueva tecnología de soporte digital (CD, DVD, Blu-Ray) sus precios se han mantenido artificialmente elevados argumentando las excelencias de nuevos formatos mucho mejores que las versiones anteriores.
No me negaréis que alguna vez os ha surgido la pregunta: Si el precio de producción (fabricación) de un Blu-ray es muy similar al de un DVD y en ambos casos muy pequeño con respecto al PVP final, ¿por qué tengo que pagar hasta un 50% más por adquirir el Blu-Ray?
pirateria
La respuesta de las distribuidoras es inmediata: el Blu-Ray te aporta mayor calidad de imagen y sonido, así como más extras, comentarios del director, más idiomas, etc.
Cada vez que ha ido surgiendo una nueva tecnología de soporte digital (CD, DVD, Blu-Ray) sus precios se han mantenido artificialmente elevados
Sin embargo, seguro que muchos de vosotros no podéis culpar a quien piensa que estas mejoras no son más que una excusa para unos precios que fácilmente superan los 20 o 25 euros nada más salir al mercado, ya que las diferencias en los costes de fabricación e inclusión de dichas mejoras son prácticamente despreciables.
Además, estos precios de salida en muchos casos se ven reducidos de forma considerable a los pocos meses de ponerse a la venta con diferentes ofertas. ¿Están las tiendas vendiendo por debajo de costes? Seguramente no, el problema es que se pretendía aprovechar el tirón del estreno lo máximo posible, hecho que lleva a muchos usuarios a la adquisición de los contenidos por otras vías menos oficiales.
La otra opción es la “competencia en calidad”, es decir, ofrecer una calidad superior al resto de competidores del mercado, un extra que puede ser mayor resolución, mejor sonido, sensación de pertenencia a un club, ofrecer objetos de merchandising, etc.
Estas opciones en muchas ocasiones brillan por su ausencia. Por ejemplo, la supuesta calidad extra en vídeo e imagen de los soportes ópticos con respecto a las descargas es una mera ilusión desde el momento en que se pueden descargar copias perfectas 1:1 de los discos que el usuario puede copiar a soportes ópticos o a discos duros.
Pero es que en el caso español el problema tiene aún más miga, ya que no es raro encontrar que las copias físicas distribuidas en nuestro país tienen menor calidad técnica que las distribuidas en otros países de nuestro entorno.
Por ejemplo, a nada que naveguemos un poco por los foros especializados en descargas de contenidos nos encontramos como la edición estadounidense o inglesa de tal o cual película tiene mucha mayor calidad en las imágenes (mayor tasa binaria) y una mayor calidad en la edición del audio.
Las copias físicas distribuidas en nuestro país tienen menor calidad técnica que las distribuidas en otros países de nuestro entorno
¿Respuesta de los consumidores? Pues descargar la versión con mayor calidad disponible y hacer montajes con el sonido doblado español (o incluso quedarse con la versión original directamente).
El fracaso del VOD y la ley del mínimo esfuerzo
Ya hemos hablado en varias ocasiones sobre la situación de las plataformas de VOD en España y las múltiples trabas de las productoras y otros agentes del mercado que al final lo único que han conseguido es el fracaso estrepitoso de la mayoría.
Esto no sucede en otros países occidentales como Estados Unidos, Reino Unido, etc., en donde las empresas son capaces de sostenerse con una oferta decente y que atrae el interés de muchos internautas (véase por ejemplo el caso de Netflix).
Aunque es cierto que existen nichos de usuarios que siempre descargarán copias pirata de cualquier tipo de contenido, una gran mayoría lo único que quiere es un acceso a contenidos y ediciones de calidad de la forma más sencilla y barata posible.
Los humanos somos en general seres cómodos, que nos regimos por la ley del mínimo esfuerzo. Cuando llegamos a casa lo que queremos es encender la tele o como mucho el ordenador y en tres o cuatro pulsaciones del mando a distancia o el ratón tener lista para visualizar nuestra serie o película favorita.
Sobre todo hay que facilitarle las cosas al usuario, a ese cómodo y perezoso humano que no quiere más que entretenerse un rato
Sin embargo, la falta de oferta interesante y a precios asequibles hace que en España muchos opten por elaborados procesos que pasan por la navegación en múltiples páginas no oficiales, la búsqueda de contenidos, encontrar un archivo concreto que bajar, descargarlo mediante redes p2P o con descarga directa durante varias horas (en ocasiones decenas, en función de la capacidad de la línea), comprobar que está bien grabado, a veces sincronizar audio y subtítulos y finalmente copiarlo a una memoria, DVD o disco duro (que por cierto no son gratis) y por fin poder verlo en la tele, monitor, etc.
Todo este proceso es complejo, no es inmediato y requiere conocimientos y un cierto esfuerzo por parte de los usuarios que va en contra de toda lógica y tendencia natural de sus organismos que buscan siempre el mínimo gasto de energía vital. Entonces ¿por qué lo hacen?
Pues por lo que ya hemos comentado: no hay alternativas oficiales de calidad a precios asequibles. Las pocas que lo han intentado en nuestro país fracasaron por la escasez de contenidos, precios elevados o contenidos con poca calidad técnica en la que la alta definición y el sonido multicanal brillaban por su ausencia.
¿Cuál es entonces la solución a este dilema de la piratería? Pues la respuesta es compleja. Quizá unos precios atractivos para el consumidor sea lo más importante. Unos precios que hagan que no merezca la pena pasar por el tedioso proceso de descargar los archivos.
Claro que el precio no es el único aspecto clave. También hay que mantener la calidad técnica de los contenidos (no puede ser que en otros países se hagan ediciones con calidad muy superior a las españolas), ponerlos a la venta en un tiempo razonable desde su estreno y sobre todo facilitarle las cosas al usuario, a ese cómodo y perezoso humano que no quiere más que entretenerse un rato pagando una cantidad razonable y sin tener que hacer un máster en ingeniería para aprender a bajar contenidos de Internet.