Pik
Miembro habitual
No se si se ha comentado, Cinesa y Yelmo ya han subido el precio de las entradas los miercoles. De 3.9 € a 4.5 €.
Cartelera en blanco, restos de colillas en el cenicero, polvo en los cristales y la antigua linterna roja del acomodador en la repisa de las taquillas. Es la estampa –visible tras las rejas de la persiana- del cine Lauren de Horta, que cerró sus puertas definitivamente el pasado mes de julio y que alojará un establecimiento de una cadena de alimentación, según ha podido saber LaVanguardia.com. La empresa ya ha realizado algunas obras menores y se han empezado a desmontar paneles y tabiques del interior.
El local está situado en el número 415 del paseo Maragall y es propiedad de una familia de Barcelona que también tiene alquilados los pisos del edificio. El cine no ha tardado en encontrar alternativa, puesto que el nuevo arrendatario ha asumido la deuda de alquiler que le quedaba al cine. La actual gestora del inmueble, Fincas Layes, también ha confirmado que "ya está alquilado".
Apertura a medio plazo
Los casi 2.000 m2 de espacio están divididos en dos plantas e incluso cuenta con una salida de emergencia trasera. El nuevo supermercado ocuparía unos 500 m2 y tendría parking para los futuros clientes. Para ello, la cadena de alimentación que ha pujado por hacerse con la ubicación hará una importante inversión para remodelar todo el local. La apertura está prevista para finales de este año o principios del 2015.
Sospechas confirmadas
Aunque aún está pendiente la concesión de licencia de actividad que da el Ayuntamiento de Barcelona, según ha podido saber este periódico la instalación del supermercado mantiene en vilo a los comerciantes del barrio. Piensan que se pierde la oportunidad de dinamizar la actividad económica de la zona con una oferta de cultura y ocio. "Que hayan cerrado el cine también es culpa nuestra", afirma Raquel Julvez, dinamizadora comercial de la Federacióde Comerciants El Cor d’Horta. Julvez reconoce que "el descenso de espectadores en el Lauren ya había hecho bajar la actividad de restauración de la zona".
Los comerciantes sospechaban que Mercadona podría estar detrás del local, pero la cadena ya tiene un establecimiento muy cerca, en la calle Duero, y otro proyecto –paralizado hasta septiembre por la presión asociativa del barrio- en la avenida del Estatut de Catalunya, junto a la plaza Botticelli. Finalmente será otra cadena de distribución la que ocupe el espacio. "El principal miedo que teníamos era que pusieran un supermercado. Hablamos con el propietario del local, pero dijo que se instalaría el mejor postor", revela Julvez, quien añade que "una tienda de ropa, por ejemplo, atraería otro tipo de cliente, que se quedaría aquí y no haría tanto daño a la pequeñas tiendas de alimentación y a las paradas del mercado".
En este sentido también se expresa Manuel Arias, presidente de la asociación de comerciantes. "No hemos tenido nunca una gran superficie así en esta zona, y perjudicará al mercado de Horta [situado a una manzana de los antiguos cines] porque también venderá alimentos frescos", dice. Se da la circunstancia que este centro de abastos es el único de Barcelona que también está integrado en el eje comercial.
Un barrio sin cine
El cierre del cine supone dejar al distrito sin ninguna sala de proyección, por lo que los vecinos deberán desplazarse a otros barrios para poder disfrutar de los estrenos cinematográficos. De hecho el multicines ya substituyó al antiguo cine de barrio Dante, uno de los últimos en cerrar hace ya veinte años. El barrio de Horta fue un referente enla Barcelonade los años 50 y 60 por sus estrenos de cine y llegó a tener hasta doce salas de proyección.
“La gente, hoy en día, se hace dos preguntas antes de ver una película: ¿Tengo que verla ahora? ¿Y tengo que verla en el cine? Si la respuesta de ambas es “no”, tenemos un problema”. La frase es del directivo de Disney Alan Horn y resume muy bien el reto al que se enfrenta la industria cinematográfica en la próxima década, en un momento en que Internet y los nuevos modos de consumo han puesto en jaque al sector de la exhibición, que busca su lugar en un contexto radicalmente distinto al de hace unos años. Sigue reciente la profecía de Spielberg y George Lucas, que auguraron un futuro en el que la mayoría de películas se estrenarían directamente en Internet o en TV, y tan sólo unas pocas producciones llegarían a las salas convirtiéndose en estrenos-acontecimiento rodeados de llamativos gimmicks y con entradas a precios mucho más elevadas (ver la última de Superman en el cine, por ejemplo, sería como ir una noche a la ópera). Pero es sólo uno de los muchos augurios que circulan por Hollywood. Los responsables del negocio saben que no pueden quedarse de brazos cruzados, especialmente tras un verano catastrófico para la taquilla en USA.
Hollywood Reporter, en su edición de septiembre, ha publicado un extenso reportaje en el que diversos profesionales del sector reflexionan sobre cómo será el cine en los próximos diez años. Y una palabra resume a la perfección hacia donde estamos yendo: inmersión. Se trata de ofrecer una experiencia mucho más absorbente que realmente pueda rivalizar contras los cada vez más grandes sistemas de cine en casa. El cambio pasa por una ampliación de las pantallas, pero no sólo eso. Barco, un fabricante belga de proyectores digitales, ya ha presentado Escape, un sistema de tres pantallas (una frontal y dos laterales), que ofrecen una sensación envolvente mucho mayor. Más allá ha ido el Instituto Fraunhofer de Circuitos Integrados, que desarrolló de cara al último Mundial de Brasil un sistema de cámaras de 360 grados, y su correspondiente proyección en una instalación especial llamada Omnicam, ofreciendo imágenes que rodean completamente al espectador.
La interactividad y la realidad virtual también evolucionan. Así Avatron Development USA está desarrollando atracciones en las que el espectador/usuario es escaneado para que su imagen se integre a tiempo real en películas en 3D, proyectadas en cúpulas de 360 grados.
Edison tenía razón
Uno de los motivos por los cuales los hermanos Lumiére se ganaron el honor de convertirse en los inventores oficiales del cine fue su aguda visión comercial a la hora de inventar la proyección de películas en público. El padre del cine en USA, Edison, siempre concibió el invento como una atracción de consumo privado, proyectando películas en pequeñas cabinas cerradas para un sólo espectador. Pero los modos de consumo, más de cien años después, han cambiado. Faith Popcorn, CEO de BrainReserve, predice un futuro en el que las exhibidoras de cine se aliarán con grandes cadenas hoteleras para ofrecer “retiros compulsivos” en los que el espectador pueda disfrutar durante horas de sus películas y series preferidas en las mejores condiciones y con la mayor comodidad. “Las salas de cine han muerto, y ahora el espectador prefiere retirarse a su refugio para devorar sin descanso la programación de Netflix y la HBO. Los propietarios de salas se asociarán con hoteles para crear guaridas privadas fabricadas, alquilables por horas o días. Servicio de cocina, cocteleros, masajistas y manicuristas estarán de guardia para atender sus necesidades. La gente se desconectará de su casa o del trabajo para enchufarse al entretenimiento, la fantasía y el lujo”, augura Popcorn, quien también percibe un futuro ligado a la realidad virtual: “Pagarás por un intervalo de tiempo, te sincronizarás con la tecnología y, literalmente, serás uno con la acción. Experimentarás los olores, los sabores y las sensaciones en vivo. Los repartos se constituirán siguiendo tus propios avatares. Tu serás, literalmente, la estrella”.
Mayor flexibilidad
Para el abogado John Sloss, la dictadura de la exhibición desaparecerá. La homogeneización de las duraciones de las películas (de 90 a 120 minutos) desaparecerá y cada película durará lo que su historia precise. También caerán los tiempos de las ventanas de distribución y sólo habrá dos tipos de distinciones, independientemente del formato: películas que se ven en casa, y películas que se ven en público.
La democratización del acceso a los sistemas de producción (hablando en plata, lo barato que resulta ahora comprarse una cámara y empezar a rodar), cambiará también los rostros y contenidos de la industria del entretenimiento. El director David O.Russell explica que ha conocido aspirantes a cineastas en todos los municipios de Nueva York, de todas las razas, orígenes y clases sociales. “Crearán historias con corazón y alma en contextos y mundos que no podemos imaginar hasta que los veamos”, afirma. Por su parte, Faith Popcorn ve en el funcionamiento del crowdfunding el futuro de los proyectos: el espectador decidirá qué películas quiere que se hagan y cuales no antes de que empiecen a producirse: “Los fans se conectarán y crearán sus propias ficciones, ya sean historias originales o una comedia romántica en el universo de 'Star Wars'. Sus ideas se pondrán sobre la mesa y serán votadas, un poco como en 'La Voz', y los proyectos más atractivos tendrán acceso a financiación. Será todo un nuevo modelo de negocio”.
La rebelión de las máquinas
Finalmente, Nicholas Negroponte, cofundador del MIT Media Laboratory, prevé un futuro en el que los ordenadores crearán la ficción en sus múltiples formatos, en un proceso que incluso cuenta de entender: “El cambio más importante vendrá en qué/quién escribe la historia, la renderización de la narrativa. Estamos acostumbrados a creer que el medio es el mensaje, que si tu cuentas la misma historia en un libro, en una película o en un formato radiofónico, la interacción entre la forma y el contenido ofrecerá tres interpretaciones distintas. Por eso, cuando un libro se adapta al cine, en cierto modo hablamos de dos historias distintas. Ahora imaginemos que, en lugar de escribir, grabar o filmar la historia, modelamos la situación en un ordenador. Este modelo es como el ADN de la narración que puede ser renderizado en diferentes formas. ¿Quieres verla en una película?, ¿Quierés escucharla mientras conduces?, ¿Quieres leer un libro sobre el tema? En cada caso, cuando haces la elección, automáticamente la historia cobra forma en el medio elegido, con el mejor conjunto de directores geniales, actores maravillosos y un montaje excelente... pero sin personas en el proceso. Sólo ordenadores.”
Y Negroponte me suele gustar bastante lo que escribe, pero me cuesta imaginar eso de modelar el ADN de una historia en un ordenador y luego que a partir de ahí salgan todos los productos derivados, como si fuese un programa de BIM
Que por los altavoces salgan pedos que hagan vibrar la butaca, no aporta nada de valor en mi humilde opinión