¿Quién llora por el Barça?
Impresionantes esos ojos de Alves ahogados en llanto. El internacional brasileño se despidió de Sevilla y del Sevilla agradeciendo al club y a sus aficionados lo mucho que habían hecho por él. Llegó siendo un perfecto desconocido y, seis años depués,se viene al Barcelona, previo pago de 35 millones de euros. Es decir, casi cuatro veces más de que lo que el Barça ingresará por la venta de Deco al Chelsea. Una cifra estratosférica (la del brasileño, no la del portugués) que convierte a Alves en el defensa más caro de la historia del fútbol.
El caso es que, atrapados por la emoción del momento, un terrible ataque de nostalgia, mitad envidia mitad rabia, nos hace lamentar el no haber vivido escenas similares en el largo y azaroso día a día del Barça. De hecho, desde el año 1979 sólo se recuerdan dos casos similares. El primero, el de Johan Neeskens, cuando, destrozado por la angustia de verse fuera del Barça, inundó de lágrimas la Plaça de Sant Jaume mientras el barcelonismo le aclamaba como héroe de la final de Basilea.
Mucho después, en el 98, Guillermo Amor, concentrado con la selección española para disputar el Mundial de Francia, supo, en Puente Viesgo, que el Barça no sólo no pensaba renovarle sino que, para justificar su baja, había filtrado lo mucho que le había costado al club la carrera profesional de quien, entonces, era el espejo de la cantera blaugra y el ejemplo de las nuevas generaciones con Pep Guardiola a la cabeza.
Diez años después, y salvo error u omisión seguramente más imputable a la mínima memoria del periodista que al modus operandi del FC Barcelona,no se recuerdan más futbolistas a los que se les haya partido el corazón por tener que irse del Barça. Todo lo contrario. La mayoría se han ido, se están yendo de aquí como si fuera una liberación. Ocurrió con Núñez, ocurrió con Gaspart y está ocurriendo con Laporta. El Barça, como siempre ha defendido Ramon Besa, es el club que mejor recibe a los jugadores... y el que peor los despide.
Maradona, Schuster, Laudrup, Ronaldo, Rivaldo, Romario, el propio Guardiola y ahora Deco, Ronaldinho y Eto'o, tres futbolistas superlativos a los que el club ha devaluado deportiva y económicamente hasta convertirlos en la santísima trinidad de la mala gestión. No estaría de más que una afamada cátedra de Economía, pongamos por caso la de Columbia, realizara un estudio sobre la depreciación de estos tres futbolistas como consecuencia de la apatía de sus técnicos y, sobre todo, de la temeraria autocomplaciencia de los directivos.
Pero, bueno, a lo que íbamos. Esto es historia para otro día. Lo que toca hoy es preguntarse por qué ya nadie llora cuando se va del Barça. Y lo primero que se nos ocurre, claro, es que debe ser verdad que las penas con pan son menos pero lo segundo, es que el club no sabe generar las condiciones para que arraigue el compromiso, la lealtad y el agradecimiento.Además de pagar hay que querer a los futbolistas.
Miguel Rico