El drama de Bobby Robson
El veterano entrenador ha superado a lo largo de su vida cuatro brotes de cáncer. A sus 75 años, ya ha asumido que no va a poder vencer al quinto. Su enfermedad es ya irreversible
El mundo del fútbol está a punto de perder a una de sus mayores leyendas. Bobby Robson ha perdido una guerra en la que lleva luchando 17 años, cuando se le detectó por primera vez cáncer. Desde entonces, ha superado cuatro brotes, pero ya ha asumido que no podrá con el quinto. El lamentable diagnóstico habla de apenas unos meses de vida. El veterano técnico, sin embargo, lo afronta con entereza.
Robson se ha acostumbrado a vivir con esta enfermedad, que le obligó a dejar los banquillos en 2004, cuando estaba al frente del Newcastle. Tres años después tuvo que renunciar incluso a su cargo de asistente de Steve Stauton en la selección irlandesa. Se le había reproducido un tumor cerebral y los doctores le recomendaron una vida más sosegada. Ahora se le ha detectado un cáncer de pulmón que ya es irreversible.
“He aceptado lo que me han dicho los doctores, y estoy concienciado para disfrutar al máximo el tiempo que me queda”, explica Robson, sabedor de que ya no le quedan más que unos meses de vida: “Sé que voy a morir más pronto que tarde, pero todo el mundo debe morir algún día y yo pienso que he disfrutado cada minuto de mi vida”.
El hundimiento y la tristeza son palabras que no existen en el diccionario del ex entrenador del Barça, que se muestra feliz de todo lo que ha vivido: “De hecho, soy afortunado por haber vivido tanto después de que me detectaran el cáncer. Quiero agradecer a los doctores su total dedicación. Mi situación descrita como estática y no ha progresado desde mi última sesión de quimioterapia. Los doctores han frenado mis tumores y próximamente debo hacer unos scaners para ver la evolución de la enfermedad”.
Robson advierte que aunque le queden pocos días de vida, va a seguir al pie del cañón: “No me voy a sentar en casa pensando en lo que puede o no puede pasar”. Y no pierde esa generosidad que le ha convertido en una persona carismática, cercana y con tiempo para todo el mundo. No en vano, acaba de donar 634.000 euros a su fundación, para seguir trabajando en la lucha contra el cáncer.
“Mi familia y mis amigos más cercanos me dicen que debería haber dicho que no con más frecuencia durante mi vida, pero no lo comparto”, asegura, antes de reiterar que sigue siendo feliz a pesar de todo: “Este verano ha sido tranquilo, he estado viendo Wimbledon, jugando al cricket, tuve mi propio torneo de golf en Portugal y cuando volví a Londres fui premiado por la Football League Maneagers Association. No sólo me homenajearon, sino que me montaron una cena especial con celebridades, la primera que hacían de este tipo”.