Bueno, tengo claro que después de Diamond y Magical girl, Carlos Vermut es probablemente el autor más talentoso del panorama cinematográfico español. Si la primera es un ensayo muy estimulante, con ésta -sin ser perfecta- la cuestión ha subido muchos enteros.
Poseedor de un universo propio en el que el contexto castizo y casposo domina (cuantos no lo la habrán intentando a la sombra de la modernidad nostálgica fracasando al mostrar únicamente estanterías de chamarilero), pero del que emerge una construcción dramática potentísima, que no se ve empañada por los elementos del todo a 100.
Increíble la capacidad para orquestar universos cerrados donde precisamente la única pieza que falta -como gráficamente nos resalta irónico en el puzzle de Sacristán- es la solución del enigma. Pero menudo enigma! Todo ello alrededor de esa "magia", que desde un primer momento se nos muestra, y que es el motor del destino del resto de personajes que poco pueden hacer para escapar a ella. Esa magia, que la pequeña Alicia trata de introducir en su mundo de dolor que se agota de forma anticipada, y que sin embargo una pequeña Bárbara comienza a producir para dominar -también tendrá que aprender a ser dominada- a los hombres. Esta es la magia por tanto que Alicia nunca podrá utilizar ya que su feminidad quedará truncada en la niñez, y ha de contentarse con esa metadona del juego amparado en el anime.
Si entroncamos estos conceptos con Diamond Flash, una visión apabullante, poliédrica, compleja y perversa del universo femenino, entendemos la distancia sideral que existe entre el Almodóvar chocarrero y tosco de Volver -da vergüencita el panfleto- a esto. Películas ambas repensadísimas, reflexionadas en su desarrollo y mensaje, y que se aleja del otro autor de culto de la última hornada del cine patrio como es Vigalondo. Me gusta mucho Nacho, pero me da la sensación de que su cine como ya he dejado dicho en su hilo, parte de premisas brillantes, y narrativamente están planificadas hasta el dedillo; tanto que el elemento conceptual que debería primar a veces se deshace.
Vermut es justo el caso contrario, sus premisas y su juego intelectual es primordial, desatendiendo un poco el elemento visual, quizá única merma en su cine. No me refiero a la construcción de planos, sino a quizá una dilatación excesiva de las secuencias, o un exceso narrativo en alguna de ellas. En el segmento central, el ir y venir de la casa de la ex amiga/mentora/madam... podría haberse acortado. La película creo que le sobre un pelín de metraje, pero desde ya me declaro ultrafan de este señor.
Por cierto, la división en tres capítulos, Mundo, Demonio y Carne tampoco es baladí... Según el credo católico, son los tres enemigos del alma que pueden hacer que desobedezcamos la ley divina y nos alejemos de Dios, ya que es fácil caer en sus tentaciones...
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