La reflexión que plantea Groucho es más que interesante. Personalmente, yo me atrevería a decir que un cinéfilo (nos guste o no el término, haberlos haylos) sería sobre todo una persona que tiene interés en el cine. Sería estúpido decir que un cinéfilo o un amante del cine es toda aquella persona a la que le gusta el cine, pero según esa definición, todo el mundo sería cinéfilo, ya que el cine, como la música, es algo que le gusta a todo el mundo. Puedes encontrar a gente a la que no le guste la pintura, el fútbol, la literatura o los toros, pero a día de hoy no he encontrado una sola persona a la que no le guste ver una buena película o escuchar música. A ninguna.
O sea, a todo el mundo le gusta el cine y la música, pero como ha dicho Whedon Boy, alguien que escucha todo el día los 40 en el trabajo no es melómano. No porque la música que él consuma sea de mala calidad (dios me libre de decir semejante barbaridad), sino porque el un oyente pasivo, alguien que goza de la música que oye, pero que no tiene absolutamente ningún interés por descubrir música más allá de los éxitos de turno en las radiofórmulas. Su capacidad de goce con la música es el mismo que el del cualquier entendido, pero su actitud con respecto a la misma es totalmente diferente. Pues con el cine pasa lo mismo.
El "amor por el cine" no tiene que ver con la capacidad de disfrutar de una película, pues eso es algo que tenemos todos. De hecho, si nos basáramos exclusivamente en este criterio no podríamos considerar como "cinéfilos" a los espectadores más entendidos, pues es bien sabido que la gente más entendida, esto es, la gente con un criterio definido, disfruta mucho menos del cine que cualquier espectador al uso porque se pasa las películas analizando todos sus defectos.
Tampoco tiene que ver con la cantidad de cine que uno consume: a lo mejor alguien se ve dos películas diarias y otro solo se ve una al mes y eso no quiere decir necesariamente que el primero ame más el cine que el segundo, sino que simplemente a lo mejor tiene mucho más tiempo libre.
El "amor por el cine" es, sobre todo, una cuestión de actitud con respecto a la disciplina artística. El cinéfilo es, a diferencia del espectador común, un espectador activo: alguien que no se limita a ir al cine y meterse en la primera sala que vea o que enciende la tele y se limita a ver lo que echan, sino que es alguien que le gusta informarse sobre lo que ve o puede ver. Es un espectador con intención, que busca y elige lo que quiere ver y que además tiene curiosidad por descubrir cosas nuevas y no limitarse a los estrenos de cartelera. Lo que no quiere decir que no pueda disfrutar con las películas de palomitas como cualquier hijo de vecino, pero que su mundo no se acabe ahí.
Para un cinéfilo la experiencia cinematográfica va mucho más allá del lapso de tiempo que dura una película. Hay muchos espectadores que consumen cine de manera compulsiva, pero cuando acaba el visionado se olvidan totalmente de lo que acaban de ver. El espectador convencional entiende el cine como un pasatiempo de usar y tirar, algo que se disfruta mientras se ve, pero que se destierra de la mente una vez acabado su metraje, sin dejar mella permanente en él. Un cinéfilo "se alimenta" de las películas, les sigue dando vueltas en la cabeza días después de su visionado, quiere "aprender" de ellas, convierte su afición en casi una forma de vida. Al amante del cine no solo le gusta ver películas, le gusta estudiarlas y pasarse horas hablando sobre ellas.
Y además del interés y de la huella que deja en nosotros, también es una cuestión de respeto por el arte. Es decir, es alguien que en medio de una proyección no se sale para fumar un cigarrillo o para ir a por más palomitas y le da igual perderse media película, o ponerse a hablar en medio de una sala de cine como si estuviera en el salón de su casa. Es alguien al que le gusta disfrutar de las películas en condiciones óptimas, y que cuando ve una película le gusta centrarse en ella y olvidarse de lo de su alrededor.
Como ya he dicho, es sobretodo una cuestión de actitud, no de cantidad. No por ver más cine se es más cinéfilo, aunque es evidente que los cinéfilos suelen tener mucha "hambre de cine" y por eso tienden a ver mucho cine, en la medida que se lo permite su tiempo libre, que seguro que para todos nosotros es mucho menor del que nos gustaría.
Por supuesto, es fastidiosa la actitud, que por desgracia muchas veces va pareja a la cineflia, de desprecio por las opiniones de los no-entendidos: "Como yo entiendo, y tengo un criterio claramente formado mi opinión va a misa y cualquiera película que a mí no me guste es basura y sus espectadores también lo son". La opinión y los gustos de un no-entendido son tan válidos (a veces, incluso más, ya que se dejan de las pedanterías intelectualoides y muestran la perspectiva de los gustos reales del público) y respetables como los del mayor de los expertos. Otra cosa es que la opinión de alguien que sabe analizar una película y sabe argumentar porqué le ha gustado o no y cuales cree que son sus valores sea, a priori, más interesante de alguien que te dice "me gustó... pero tampoco sabría decirte por qué... me pareció muy bonita, lloré mucho".