(Mission: Impossible - Rogue Nation, Christopher McQuarrie, 2015)
El cine se auto influye, como bien puede verse en el comienzo de esta nueva entrega. James Bond (mejor dicho, el James Bond de estos últimos años) deja paso a Ethan Hunt trajeado para ejercer las labores pertinentes en un previo auto conclusivo esta vez a bordo de un abión de embergadura considerable. Lo cierto es que como proeza visual luce de lujo. Tom Cruise es consciente de que esta saga sin él no tendría atractivo suficiente y da el do de pecho para despachar (muy agusto) una escena feroz que cierra con la llegada de los títulos de crédito iniciales. Es imposible obviar que el espía británico tiene ahora la batuta, en la sombra, como todo un referente de éxito tangible. Tan sólo hay que ver el producto desde la perspectiva y en su conjunto para descubrir que ya no hacen falta escenas hiper vitaminadas ni alocadas enajenaciones "imposibles" para que el producto tenga la soltura, la frescura y la acción necesaria para ser un producto a tener en cuenta. Digamos que "M:I", como saga, quieren mantenerla y cuidarla bien, darle el trato y mimo necesario para que esto no acabe siendo un bochorno y un "direct to Mordor". Más aún cuando es el propio Cruise el que está en el proyecto, el máximo interesado en conseguir poseer el estatus de héroe de acción, demostrando que a pesar de contar con cierta edad sigue ofreciendo potencial y carisma a partes iguales.
Christopher McQuarrie, el cual ya había ofrecido las dotes suficientes con "Jack Reacher" para demostrar que tenía el don de conseguir ofrecer un título potable, aceptable y sostenible, se enfrenta aquí con una entrega menor dentro de toda la saga (es, sin ir más lejos, la más descafeinada de todas a pesar de contener momentos realmente contundentes y destacables) y que durante sus primera mitad lo rueda todo con una soltura aceptable y una dirección comedida pero para nada aburrida. Es precisamente en el momento que la película se relaja, en un cambio de tercio cuando se descubre el pastel real de ella, cuando todo empieza a dar bandazos y no consigue mantener el tono y el ritmo enfocada hacia un final difícil de encajar por mucho que el giro final, la sorpresa, sea todo un golpe de efecto. El tiempo dirá si acertado o fuera de juego. Otro de los errores con los que cuenta esta entrega es que quieren seguir colando un humor constante, obligado, para todos los momentos donde Simon Pegg hace acto de presencia, como si un producto de estas condiciones requiriera el chascarrillo facilón y vacío para aliviar la tensión del momento. Soy consciente que una frase chistosa e incluso una colección de gags pueden ayudar (y mucho) pero cuando estos entorpecen o desvían la atención para arrancar una sonrisa (forzada) que no tiene más vida después de abandonar la sala todo se torna en torpeza y tropiezo. No es culpa de Pegg, el que ha demostrado que su vis cómica siempre resulta acertada, pero cuando estás obligando al espectador a reir sin necesidad o a querer hacer reír cuando ese momento no lo requiere estás matando la escena y el personaje y así sucede a lo largo (y ancho) de todo el metraje.
Una historia que intenta acercarse (sin conseguirlo) al tono más Hitchcock de la primera entrega (toda la parte de la ópera, la cual también intenta recuperar la virguería visual de "Quantum of Solace", con la cual guarda no pocas similitudes) e incluso la elegancia de la cuarta entrega (todo lo que acontece en la escena del tanque de agua, precisamente por el exotismo del lugar y la elegancia de la puesta en escena, con ese montaje paralelo entre las instalaciones y Hunt intentando salvar la papeleta con las targetas identificativas). Hay que reconocerle el mérito de superar, con nota, toda la parte de la persecución por la ciudad y carretera, dejando en pañales a toda la parafernalia insulsa de Woo al respecto, pues aquí la sensación de velocidad, asfalto, caídas y explosiones se sienten y de una forma muy agradecida. Es imposible obviar toda la escena de persecución nocturna en las calles de Londres entre neblinas es muy acertada, rememorando ese cine setentero de thrillers secos. Pero tenemos el problema de casi toda la saga en cuestión: no contamos con un villano memorable, un villano con dotes necesarias para quedar en la memoria, para darle la némesis justa y necesaria a Hunt. Tan sólo el gran Seymour Hoffman fue un auténtico badass, capaz de dispararle a cualquiera sin sentir un ápice de remordimiento. Aquí tenemos un hombre pérfido, de presencia inquietante, pero sin las dotes necesarias para plantar la cara necesaria. Tiene el porte de un secuaz, un esbirro, un villano de segunda pero no el que debe llevar el peso dramático, el cual es casi ausente.
"Misión Imposible: Nación secreta" es un producto de fácil visionado, no provoca demasiado dolor de cabeza ni siente uno la imperiosa necesidad de mirar el reloj constantemente ante la cantidad de necedades concatenadas. Al contrario, es un producto que no molesta. Pero quizás ese es el gran problema. No tiene un cuerpo formal, no tiene una realización demasiado apabullante, ni tan siquiera escenas portentosas dentro de la hilaridad de su propuesta. Es más un producto para enfatizar las dotes de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo del propio Cruise (la escena de tortura, la ópera contra el rubio, la persecución en la moto, etc.) que una misión perfectamente orquestada y organizada pues toda la traca ante el primer ministro ya queda muy manida, un tanto repetitiva dentro de la saga en concreto y donde los personajes del conjunto se encuentran entre lo aburrido y lo forzado. ¿Significa eso que no es una buena entrega? no, para nada. Es más, quizás visto lo que llevamos de verano pueda acabar convirtiéndose en lo mejor del mismo con permiso de lo último de Pixar pero como entrega dentro de la saga no acaba de funcionar todo lo que uno quisiera aunque sea un producto serio (más de lo que se podía esperar y que se agradece en cierta medida) y menos infantil en cuanto al carácter de Hunt, el cual demuestra ser menos lobo solitario y más consciente de formar parte de un grupo aunque él sea el líder de la gesta. A pesar de todo lo positivo que pueda contener no es un filme hecho para dejar huella. Quizás la crítica se haya excedido con las alabanzas y loores, algo que le puede pasar factura, pero dentro de lo que cabe es un aceptable e incluso correcto filme de acción, que dentro de lo malo, ya está bien.