Muy floja, por no decir que es un desastre de principio a fin.
Scott es ese especialista en hacer unas películas que parecen buenas, con determinados planos, cámaras lentas y elecciones musicales que parecen inspiradas, pero sólo eso, lo parecen. Aquí tenemos época, ambientes, escenas de batalla, musicote, pero a poco que nos demos cuenta, no hay por dónde coger nada, de puro flojo, superficial y sin emoción ni poesía alguna que es el resultado.
Crónica de la vida de Napoleón Bonaparte reducida a un resumen rapidito, inconexo y tirando de la Wikipedia, con carteles para que la gente no se pierda... y aún así ni siquiera nos enteramos demasiado del contexto político ni del histórico (por ejemplo, esa restauración monárquica que se omite por sus santos cojones y que sólo intuimos por esa caricatura de rey gañán...), pues todo transcurre a lo largo de décadas como podría hacerlo en días. Tratándose de un período de enorme trascendencia y complejidad que supone el origen nada menos que de la Europa moderna, esto daba para toda índole de intrigas cortesanas, juegos de poder, las ideas surgidas de la revolución francesa frente a las de un antiguo régimen que se resiste a desaparecer… pero es que ni siquiera la faceta de gran estratega militar de nuestro hombre queda especialmente retratada.
Es un contar muchas cosas para acabar no acabar contando nada, y la propuesta se agota (y agota a quien la ve) rápido porque no tiene donde rascar; a la hora de metraje ya está visto lo que hay que ver. Cine épico fallido y grandilocuente mezclado con un sainete donde queda todo diluido, incluyendo una interpretación del Phoenix emulando otra vez al Joker que resulta repetitiva y cargante; la figura, entendemos que con afán desmitificador, es la de un fantoche cuya personalidad apenas se desarrolla más allá de una ambición y megalomanía ramplonas, como de un Tony Montana cualquiera, lo cual no es de por sí algo negativo… pero es que cae en el cliché barato en torno al personaje y prácticamente no nos descubre nada nuevo de él, ni tampoco una faceta humana inesperada, derivada de cierto asomo de inseguridad encubierta. Su relación con Josefina viene a ser el hilo conductor, otra buena idea sobre el papel, pero que tampoco está bien plasmada, pues detrás de la relación conflictiva y de daño mutuo que se nos presenta, un poco a lo PTA, más que haber química o misterio alguno, un porqué en sus acciones, sólo hay unas frases y un guion diciendo unas cosas que nos vemos en pantalla.
Se me ocurre ese Talleyrand, figura muy relevante que vendría a ser aquí el brazo más político de Napoleón, o el astuto que suple con sus sutilezas las carencias de quien es pura fuerza bruta, pero en seguida queda olvidado, como todo lo demás, desaparecido en combate. En cuanto a las batallas, hay coincidencia en que son lo más destacable (en especial la del hielo), pese a la estética grisácea que se elige para cada una de ellas. Pero es que incluso la parte de lucir vestuario y escenarios se queda corta ¿Qué clase de coronación es esa, que parece un teatrillo de cuatro mataos? ¿Ese duque de Wellington pretende ser una parodia? Hay un recrearse en el gore de una manera bastante gratuita (vemos literalmente un caballo reventado de un cañonazo) y en apuntes sexuales inclinados a lo sórdido y patético, lo cual contrasta con la ausencia de desnudos propia de un nuevo código Hays; esto sin embargo no es tanto culpa de la película como del panorama actual del cine.