- Divertidísima y como alguien comentaba en
"Las Horas Perdidas", rabia y enfado por doquier por habernos privado Eddie Murphy durante tantos años de una interpretación de categoría como ésta. Mis felicitaciones a Netflix por seguir creyendo que es posible hacer cine de otro modo, devolviendo la voz a antiguas estrellas que desafortunadamente ya no encuentran salida en la gran pantalla.
Imprescindible para los enamorados del cine dentro del cine. La recreación de cómo el cantante y humorista Rudy Ray Moore (Murphy) hace realidad su sueño de rodar una película junto con su fiel equipo de inclasificables colaboradores, tras triunfar en los escenarios con su personaje del irreverente chulazo Dolemite es impagable. Al igual que el entrañable marciano Tommy Wiseau en
"The Disaster Artist", Ed Wood o los geniales protagonistas de
"Bowfinder el pícaro", tal vez la última gran interpretación de Murphy en ¡¡¡1999!!!, Rudy Ray Moore busca en el cine no sólo el modo de alcanzar la fama, sino de reivindicarse como persona y recuperar la dignidad perdida. Al igual que Wiseau, Wood o los personajes de
"Bowfinder el pícaro", no es un divo, sino que el éxito que busca no es sólo para él sino para todos. Su sueño se extiende a su equipo, a su gente. Todos son partícipes. Por ello, en uno de los momentos más hermosos del filme, cuando al final tras mil batallas se produce el gran estreno de la película, el artista se queda fuera, con su público, con los que no van a poder entrar a la primera sesión, entreteniéndoles con su personaje de Dolemite porque un humorista no es nadie sin un público que le aplauda. En ese momento, uno no sabe si el que se queda fuera del cine es Rudy Ray Moore o el propio Eddie Murphy, quien se ve dichoso encarnando este caramelo de personaje, cuya trayectoria de éxitos y fracasos, guarda no pocos paralelismos con él.
El cine hará inmortal a Rudy Ray Moore, peleando contra todos gracias a una película por la que nadie apuesta pero que permite a la raza negra su primer filme de culto, más allá del blaxplotation. Dolemite no es atractivo como Shaft. Es rechoncho, burdo, hortero, ridículo hasta decir basta pero tiene clase y como otro chulazo de la pantalla llamado Jack Burton, cuando se le presenta un problema, responde con su peculiar: "Pero qué pasa", aunque en forma de rima. Rimas que fueron descubiertas a principios de los 80 por los primeros músicos de rap quienes consideran al actor como uno de los padres del rap.
Rabia y enfado también por haber estado tanto tiempo sin ver a Wesley Snipes hacer algo decente y aunque sus minutos en pantalla son contadísimos, como el ególatra actor secundario D'Urville Martin, que se las da de divo por haber aparecido en un pequeño papel de ascensorista en
"La semilla del diablo" y que se encarga de dirigir la película de Rudy Ray Moore, roba cada plano en el que aparece. Junto a él, excelentes secundarios cómicos hasta completar un reparto perfecto.
Al ser una película en la que el lenguaje es clave, las rimas y juegos de palabras que Rudy Ray Moore popularizó, recogiéndolos de las anécdotas que le explicaban los vagabundos del barrio, se le saca todo el juego viéndola en inglés pero PERO, PEROOOO en el doblaje en castellano hay que quitarse el sombrero y aplaudir que se haya podido contar con el actor de doblaje Juan Fernández, la voz de Murphy en castellano en casi todos sus filmes, para volver a escuchar al actor con la voz que tantos de nosotros recordamos de sus éxitos en los años 80/90. Se da la circunstancia de que Juan Fernández está semi retirado, por ello es un lujo el haber podido contar con él y su voz, a pesar de los años, suena de fábula.
La recreación de los años 70, comenzando por los títulos de crédito es impecable, así como la banda sonora plagada de ritmos funky de la época. Como diría Dolemite: "Cabronazos, rastreros, inseguros, queréis cine, os traigo cine, acción, humor, tetas y kung fu...
¡¡¡Corre negro, corre!!!"