Esta mujer no puede ser más imbécil. En fin.
Y lo del padre, una más de esas cosas que están en las catacumbas de lo incomprensible, de la imposibilidad de ponerse en su lugar, de entrar en su mente, tan oscura, tan podrida, tan muerta, tan infernal, que es aterrador pensar que ni que fuera por un segundo pudiéramos caer en ese pozo de locura aberrante, tocarla y salir infectados. Cómo le puedes quitar la vida a dos personitas tan dulces, sonrientes y angelicales solo se puede explicar desde la maldad demoníaca destilada tres veces. Es una maldad reconcentrada, reducida hasta dejar la savia venenosa de la malignidad satánica. No viene de otro sitio. Del mismísimo infierno y de allí, desde lo más profundo. Matar un ángel solo lo supera matar dos. Esos crímenes no los perdona Dios.