Estableciendo cierto paralelismo insano, pero perturbadoramente acertado, esto es como con la educación de los hijos. Si les acostrumbras a que pueden tener todo lo que pidan sin dar palo al agua, se acostumbran y adaptan a ello a velocidad de vértigo. Y cuando pretendes un poquito de mano dura (una simple palabra más alta que otra), se te tiran al suelo y empiezan a berrear. No entienden que tienen obligaciones, no solo derechos.
A los inmigrantes en España no se les expulsa si no tienen papeles (el finado llevaba CATORCE AÑOS en dicha situación), no se les confisca el material ilegal que venden en la calle sin el más mínimo permiso (prueba a hacerlo tu), se les da asistencia sanitaria gratuita, pagas de subsistencia, y viviendas sociales. Lo que haga falta. Pero diles que a cambio de estar en el pais, tienen que tener un trabajo estable y no delinquir, que te incendian Madrid.
Creen tener TODOS los derechos solo por existir (para estos descerebrados progresistas, como no hay nadie "ilegal", todo vale). No creen tener obligación alguna con el pais que los acoge, y se acostumbran rápido a ser una casta parasitaria y de subsistencia, sin futuro ni perspectivas, solo seguir chupando de la teta el tiempo que sea necesario, que eso ya les vale. Eso, cuando no caen en la delincuencia, o directamente vienen a delinquir (destino favorito de los antiguos combatientes de Europa del este), o a tratar de imponernos su modelo de vida (musulmanes radicales), sin tratar de integrarse en absoluto, exigiéndonos a nosotros que nos integremos (y sometamos) a sus leyes.
Y antes de que alguien entre a llamarme racista y a decirme que generalizo injustamente para así poder pasar de puntillas por el fondo del asunto, aclaro que no me refiero a TODOS los inmigrantes, sino a aquellos que vienen a lo que vienen. La profesora de danza de mi hija es marroquí, y una bellísima persona, trabajadora como pocas. Unos de mis mejores amigos son argentinos, y no dudaría en abrirles mi casa cuando quisieran. Tengo clientes y distribuidores venezolanos, peruanos, mexicanos, y brasileños. La ex-novia de mi hermano es serbia. Por cualquiera de ellos daría mi mano y los quiero aquí. A los energúmenos que arrojaban adoquines a los coches de policía, destrozaron Lavapies, y llaman a la policía asesina, los quiero fuera. Y que no vuelvan jamás.