he leído que McQueen metió mano
Eso parece. Para mí, lo más significativo es el hecho de que decidiera prescindir por completo de la banda sonora de Jerry Fielding, porque la ambientación musical de la versión final me parece, sin duda, la característica más cuestionable de la película.
Por cierto, ¿algún día alguien reivindicará "La huida" como se merece? Es muy distinta al novelón de Thompson (que tiene una parte final megaexperimental) pero es un thriller poderoso, malsano, montado con energía... Nada desdeñable, desde luego.
No he leído la novela (ni he visto el remake) pero estoy completamente de acuerdo contigo. Peckinpah hablaba de ella como una sátira (ese final feliz casi imposible); yo la veo como otra de sus alegorías anarquizantes y viscerales. En este caso, la historia de una pareja de románticos cacos que tratan de escapar de una realidad que consideran opresiva (de nuevo la tensión entre sociedad e individuo). El montaje (marca de la casa) vuelve a ser crucial: recreándose en las fantasías del soñador Doc antes de que se hagan realidad (con su mujer, mientras descansa en el catre de su celda; bañándose y juegueteando en el río, después de salir de prisión -en otra de esas poéticas escenas tan propias del director-); plasmando los diferentes puntos de vista en la preparación y ejecución del atraco; o reforzando la capacidad expresiva del conjunto...
Por ejemplo, en el acojonante arranque de la película, que es (como siempre) jugosísimo. Empezando por el tema de los animales, que en sus películas suele jugar un papel aparentemente discreto pero crucial, expresando, de forma inmejorable, la relación de los personajes con su entorno (el camello de Duelo en la alta sierra; las hormigas y los escorpiones de Wild Bunch; el gato y las ratas de Straw Dogs; las gallinas de Pat Garret; el lagarto de Cable Hogue; etc... hasta en esto influenció a John Woo -sus sempiternas palomas-). En este caso, la cosa comienza con los amenazadores ladridos de unos perros (sobre el negro inicial) y sigue con el plano de un ciervo, al que se le unen unas ovejas... todo ello frente a la prisión (finalmente descubrimos que los perros pertenecen a los guardias). El esquema básico ya está planteado: la (frágil) libertad natural, frente a una sociedad artificial, (de)limitada, rutinaria y asfixiante, que desnaturaliza... La forma de plasmarlo es fabulosa, utilizando de forma brillante el montaje y el sonido (los engranajes de las máquinas) para expresar esa sensación de enclaustramiento, de desesperante rutina, de vacío existencial (esa mirada perdida de Doc observando la palanca), de frustrantes engranajes burocráticos que pesan como una losa (la vista de la libertad condicional... todo esto expresa también -obviamente- los sentimientos de Sam hacia la sociedad moderna e industrial... incluyendo la parte que le toca más directamente... la que rodea a su profesión). En este sentido también destaca el final: otra vez México (y lo que representa) como tabla de salvación (paraíso perdido) donde ya no es necesario comportarse de forma ruin (o poner el culo) para sobrevivir (por eso no le roban la camioneta al personaje encarnado por Slim Pickens... se la pagan a precio de oro).
Lo de filmar en una cárcel real (Huntsville) con presos reales es otro detalle digno de mención; como también lo es la fotografía de Lucien Ballard y el fantástico trabajo de los actores secundarios (mención especial para Ben Johnson y, sobre todo, para Al Lettieri -cuya parte vuelve a poner de manifiesto el siniestro sentido del humor del director-)