Cómo cambia tu perspectiva de una película con el tiempo. Ya sea que la hayas visto hace cuatro años, diez, veinte años. Tanto da. Lo ves diferente. Si la peimera vez me pareció una gran maravilla, este último visionado m ha parecido interesante, bien y poco más. Este es el caso del primer largo del director televisivo Fernando González Molina,
Fuga de cerebros (2009). El reparto me sigue gustando, más los secundarios que los propios dos enamorados interpretados por el chulito Mario Casas y la correcta Amaia Salamanca. El caso es que me he encontrado con muchos momentos de vergüenza ajena que no los sentí en mis anteriores visionados, pero otros me siguen pareciendo buenos (ese sueño que tiene Emilio con Natalia me sigue gustando, al menos te anima cuando el drama se ha adueñado del film).
Hay muchas situaciones que se salvan gracias al grupo de amigos del protagonista. Una historia con mucho regusto a films norteamericanos como American Pie, Algo Pasa Con Mary y Porky´s. Muchos dirán que es una tonteria de película, no diré que no, pero me sigue gustando. Vale, no tanto como antes. Es más, leyendo mi crítica/comentario de cuando la ví en el cine, es que no me reconozco.
Es una película, lo sabemos todos, hay mucho cachondeo y fantasía en la trama (eso de ir detrás de la chica que quieres, con la ayuda de tus amigos, cambiar las notas de todos para ir a la Universidad de Oxford y así terminar en sus brazos). Una panda de lo que en las películas juveniles de Estados Unidos llamarían de losers, de perdedores, porqué esto es lo que son, al fin y al cabo. Cada uno a su manera:
- Un ciego que quiere ser como el resto, sin que crean que tiene un defecto, algo que le pasará factura, pero bueno, que también tendrá su parte romántica.
- Un incapacitado en silla de ruedas que va de chulito por la vida y que le va a costar muchos sentar la cabeza, aunque vea una chica guapa con su mismo defecto.
- Un gitano que es, además experto en informática y que lo tiene muy fácil para hacer recomendaciones falsas para entrar en Universidades. Ahí, ese momento, ese, te lo tienes que tomar de coña. Bueno, vale, en general ya desde el minuto uno, aunque parezca que vaya muy en serio.
- Y, por último, el amigo que lo ve todo de color de rosa, pero que es el quizás vlo tenga más crudo en la vida. Me enanta cómo el personaje de Mario Casas le canta las cuarenta a él y a todos, en un mokmento del film.
En cuanto a ambientación, lo de adaptar la Uni de Oxford en terreno español, pues no está mal, la verdad. Han hecho bien, pero lo del tren, es de pitorreo. Huele a Renfe por los cuatro costados. No sé, hay cosas que pueden parecer que estemos en el Reino Unido, pero para otras cosas no. Y lo de hablar ese falso inglés (por ejemplo: salchichation...), esto es de decir "tierra, trágame". Como lo de la imitación de Chuiquito, otra cosa. Madre del amor hermoso.
Sobre los romances de este film: Además de la pareja Casas-Salamanca, me gusta la que hay entre Alberto Amarilla y la guapa Blanca Suárez. Casualidades o destinos de la vida, ambos interpretan a dos personas ciegas. Mezclando momentos cómicos con dramáticos.
Y al final la banda sonora. El único apartado que me sigue gustando. Bonitas canciones y que casan bien con todo el metraje. No hay puntos negativos.
Para quién no la haya visto, y quiera darle una oportunidad, que se quede durante todos los créditos finales que van apareciendo imágenes. Hasta hay una secuencia muy cortita post-créditos.
Les salió tan bien la jugada en taquilla que en Diciembre de 2011 se estrenó la secuela, cambiando a la pareja protagonista (Adrián Lastra y Patricia Montero), pero manteniendo a los cuatro secundarios (interpretados por los mismos actores), pero cambiando de localización. En vez de Oxford, pasaron a la Universidad de Harvard.