Marketa Lazarová (František Vláčil. 1967)
palabras mayores, que bestialidad, el Andrei Rublev checo, estéticamente, argumentalmente va por otros derroteros menos espirituales y elevados (un poco lo que Rublev veía "de fondo" en su travesía), más profanos.... aunque algo de eso también ahí, sujetarse a dios -o a dioses paganos- en medio de una realidad monstruosa de desamparo existencial frente a cualquier atisbo de civilización, todo rodeado y atravesado también por el paganismo en plena transición hacia religiones más organizadas, en plena la oscuridad del medievo, el trasfondo es brutal, ciertamente.
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Vláčil no maneja la puesta en escena con tanta brillantez de Tarkovsky, ni tiene su extrema personalidad, aunque tiene una sensibilidad muy parecida, en su lado poético, relación con la naturaleza, la película es un torrente desbordante, muy ambicioso y profundo fresco histórico y social; por ponerle un pero y ésto ya es más genérico de las cinematografías de la Europa oriental, la narración peca de confusa y abstracta, aunque siga siendo un monumento cinematográfico de los 60, un film sobre la inocencia y la pureza; la Marketa del título, sin aparecer de forma omnipresente en el metraje es el eje de todo.
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Curiosa lectura. Yo he estado todo el rato pensando a qué venían los títulos iniciales anunciando una narrativa fragmentada y poética, abstracta cabía pensar, y a mí me ha parecido una narración no voy a decir convencional, pero salvo ciertas escenas es un todo bastante lineal quitando las elipsis para forzar la división en capítulos, y un par de flashbacks/visiones.
En realidad creo que lo que da esa sensación de "confusión" es lo que más me ha llamado la atención de la película (para bien y para mal): el sonido. Al principio parece que el hecho de no usar sonido directo es un recurso puntual para reforzar momentos, y esto se consigue muy bien al principio, pero conforme te das cuenta de que va a ser así todo el rato, con la música omnipresente (abusando de coros), los diálogos en ligero eco, y prescindiendo muchas veces de efectos, parece que: a) no se quisieron complicar la vida, y/o b) pretendían dar esa textura al sonido para contribuir al tono poético de una historia lejana donde, como dices, la religión trata de poner orden en la sombra de los feudos. El problema es que al menos en mi caso esto acaba cansando un poco hasta el punto de que consigue meterme el sueño en el cuerpo, y hace que pierdan fuerza los momentos donde la música y las ideas de sonido podrían pincelar la película, en lugar de barnizarla.
También me parece curiosa tu lectura porque el personaje del título debería ser efectivamente el eje de todo, pero su peso como personaje solo llega en el final, y su papel en la historia es secundario: parece un detonante más en la escalada general, y solo es detonante gordo de una cosa, y es el cambio en el personaje del hijo, algo de lo que también se saca poco partido (sus últimas escenas juntos son maravillosas). Sí, es la personificación de la inocencia, pero de forma un poco psé, básica. Me conmueve más la historia entre la hija bestia y el hijo del conde, o el cordero.
Luego en el montaje, así como hay cosas impresionantes (los flashbacks son cojonudos, el uso de los planos cerrados en varias escenas), también tiene cosas donde se podía meter tijera (el hijo del conde vagando, la escena final que desinfla el planaco de los huesos).
Me ha decepcionado un poquillo porque me la esperaba inmensa, y es muy grande (
), visualmente ENORME.