The Hospital (Arthur Hiller) 1971.
No la veía desde los años ochenta... y no sólo me ha gustado mucho (tal y como recordaba), sino que, como suele ocurrir con el cine americano de los setenta, sus planteamientos siguen de plena (y pavorosa) actualidad. Retrato de una época, un país y un sistema en plena crisis existencial a través del microcosmos formado por este peculiar Hospital de Manhattan, su personal, los pacientes, sus vecinos... Todo en forma de comedia negrísima, verdaderamente incómoda, aunque siempre hilarante, firmada por el oscarizado Paddy Chayefsky; un texto brillante que, sin complejos ni concesiones políticamente correctas (hoy lo correrían a gorrazos) ejerce de lúcido fresco de una sociedad desnortada, envilecida y enloquecida (esto me suena) que ya no tiene a qué agarrarse tras el fiasco y la resaca del hippismo y el 68. Individuos desencantados que ya no creen en nada ni esperan nada (el sexo desenfrenado es sólo un grito de rabia animal), impotentes ante los acontecimientos que se suceden a su alrededor. Hiller se luce con los actores (no tanto en todo lo demás...), especialmente con ese George C. Scott que compone una de las interpretaciones más brillantes de toda su carrera; acojonantes sus peroratas sobre la impotencia, sus intenciones suicidas (y de mandarlo todo al carajo) o el mágico momento "We Heal NOTHING!" (como escarpias). Y es que tenemos el sistema teóricamente más avanzado del mundo pero, como dice el Dr. Bock, "estamos más enfermos que nunca". Estremecedora la escena de la administrativa recabando datos para facturar a las personas en urgencias; desternillante el momento del witch doctor apache y su peculiar ceremonia curativa; enloquecidas las peleas de esos vecinos en pie de lucha; densa e incómoda la escena de la violación (como las sombras que despliega Victor Kemper); qué sé yo qué más decir: Hermosa, descacharrante, bizarra, genial...