Como admirador sin redención ni retorno que soy de la obra de H.P. Lovecraft, debería odiar esta película con toda mi alma. Para más INRI, "El horror de Dunwich" fue su primer historia la que leí, en un tomito de Alizanza cien, libros de bolsillo que vendían en los quioscos por 100 pesetas, la leí con unos trece años fascinándome para siempre. Y la película es una adaptación muy, muy, muy libre de ese relato. Tan libre que debería ofenderme al verla. Y sin embargo, ha conseguido fascinarme.
Terror en Dunwich fue una producción AIP, un intento de prolongar la saga cinematográfica de Poe-Corman-Price que tantos créditos había traído a la compañía, probando ahora con Lovecraft. Estaba en la dirección Daniel Haller, quien fuera director artístico en aquellas viejas películas de Corman, que ahora intentaría probar las mieles del éxito. Como actores principales tenemos a unos muy improbables Dean Stockwell y Sandra Dee.
La película empieza por donde el relato de Lovecraft ya acababa, con el misterioso Wilbur Whateley, de Dunwich, yendo a la Universidad de una población cercana para intentar conseguir una copia del odioso Necronomicon, que no obtendrá ya que el bibliotecario no se lo presta. Wilbur aprovecha su paso por aquella ciudad para ligarse / hipnotizar a una asistente de la biblioteca (Sandra Dee) a la que, con malas artes, lleva hasta su caserón en Dunwich, obligándola a pasar allí la noche con engaños, y consiguiendo que permanezca en la casa durante días, controlando su voluntad mediante drogas.
Juega en su contra el ser una mala adaptación, una película que, tras los iniciales (y porqué no negarlo, interesantes) planteamientos de la trama, con la prota engatusada para quedarse en Dunwich, se vuelve aburrida y falta de ritmo, llena de diálogos larguísimos en la investigación del bibliotecario y una amiga de la protagonista, para averiguar qué demonios pasa en Dunwich; la acumulación de diálogos para paliar la falta de momentos impactantes visuales (los efectos especiales no lo permitían, aquí se juega en una liga de presupuesto "a la Corman" o sea, nulo) un casting espantoso donde un sobreactuado y alucinadísimo Dean Stockwell acaba siendo lo mejor de la función (imaginad el resto) con la presencia de una joven Talia Shire pre-Padrino y pre-Rocky, no muy inspirada, bueno, ella entre otros varios secundarios. Por supuesto, olvidaros de mostrar al monstruo lovecraftiano que el libro describe, esto eran los 70, más sugerir que mostrar, y agradeciendolo, pues cuando se muestra, lo que se muestra son todo caretas de goma, truquitos de luces, y disfraces ridículos de bazar chino.
¿Qué demonios tiene entonces, para fascinarme como lo ha hecho, con todas sus limitaciones, cutreces, carencias y trampas? Bueno, para empezar un diseño interesante (no olvidemos que el director es el diseñador de aquellas viejas mansiones donde vivía Price en los títulos Corman) recargado y fascinante, toda esa mansión llena de trapos y trastos extraños; una banda sonora de Les Baxter que es casi su mejor baza; el tema principal (acompañado por unos geniales créditos) se ha ido directo a mi MP4 y resulta adictivo escucharlo; la película tiene el aspecto
seventies imborrable que resulta tan caduco y decadente como agradecido de contemplar; los espectáculos mediante filtros difusores, efectos ópticos vejetes con gelatinas y cosas raras, todo experimental, salido de la pobreza de medios. Las locuras del casting son espantosos fallos que acaban convirtiéndose en éxitos; Stockwell y Dee van como drogados todo el film (y teniendo en cuenta la época, quizás el "como" sobra) y los secundarios son tan malos, y pretenden ser tan solemnes, que acabas mirándolos con una sonrisa magnánima.
Por último, resulta interesante su trato del tema ocultismo. Era algo que estaba mu de moda en los 70, el ocultismo, lo esotérico, la brujería... no tenéis más que ir a una librería de viejo y pedir este tipo de libros, y veréis que la mayoría están editados en los años 70 y principios de los 80; era un tema que se estudiaba con una cierta "seriedad" y a la que la población se aficionó: el poder de la mente, el Más allá, y demás zarandajas. Hoy tratamos estos temas con desdén, sabemos que solo son el medio para que unos cuantos cabrones desaprensivos le saquen los cuartos a los incautos, pero en aquella época era diferente. Mi propio padre (uno de los tipos menos fantasiosos o imaginativos que podáis imaginar) debe tener por su casa todavía una vieja "Biblioteca de lo esotérico" en rústica, editada en los 70. Esto se refleja en la película, la solemnidad en tratar un tema ya caduco, el uso de espejos, dagas ceremoniales, hipnosis, control de la mente...
No estamos (que nadie se confunda) ante una extraña joya olvidada a reivindicar. Es una película mala, pero si os motivan ciertas épocas, y ciertas temáticas, podréis entrar al juego y no dormiros durante el visionado.