CASA DE PAPEL (Paperhouse, 1988 – Bernard Rose). Fantasía infantil siniestra, con un niño creador de un mundo de sueño fantástico (al que se unirá una niña) que utiliza para “escapar” de su terrible realidad. Estilizada y vagamente inquietante pero demasiado esquemática, más o menos cerebral e intelectualizada pero un tanto fría y no excesivamente conseguida (debido a esa simpleza de conjunto), para mí gusto. Un hito de culto menor, obra de un Rose que cuatro años después volvería a unas similares pretensiones de raíz (aunque ambas películas no se parezcan) con la igualmente interesante y fallida “Candyman”.
LA CONQUISTA DE LA TIERRA PERDIDA (Conquest, 1983 - Lucio Fulci). Probablemente uno de
los sword & sorcery más locos y extremos de la historia, con Fulci utilizando exactamente los mismos estilemas narrativos y visuales que aplicaba en sus films de zombis (incluso salen algunos de esos, o algo parecido), dando como resultado una excentricidad lamentablemente tendente al tedio. Eso sí, no se le puede negar una conseguida atmósfera
otherwordly (con constante niebla y filtros para cielos llamativamente rojos). Además, entre otras perlas: gore descocado (mujer partida en dos, de abajo a arriba, viva), “hombres lobo” prehistóricos, reina malvada desnuda y con máscara, héroe con arco y flechas tocadas por rayo divino o su clásico final absurdo seudocríptico. Definitivamente mejor que lo que vino después por parte de Fulci, pero… el conjunto No funciona.
TINTORERA (1977, René Cardona Jr.). Exploit de “Tiburón” que, para mi sorpresa, en realidad es un drama de triángulo amoroso, con el pez haciendo su truculenta presencia en la parte final del film. Final con pretensiones de dimensión trágica cuasi metafísica, cosa que podría haber tenido su gracia si no fuera porque los tres actores/personajes son unos gañanes que importan más bien poco. Maaaaala.
LA BESTIA MATA A SANGRE FRÍA (La Bestia Uccide a Sangue Freddo, 1971 - Fernando Di Leo). La mejor del lote es este
giallo (film italiano de psicópatas, para quien no esté versado) que ejemplifica quizá como pocos, la idea preconcebida más enfermiza que puede asociar la palabra
giallo como algo “absurdo y delirante”. La peli pasa jocosa y olímpicamente de la verosimilitud (una casa de reposo –psiquiátrico- con pasillos adornados por armas medievales (¡?!?)), aporta sangre, buenas dosis de sexo, lesbianismo y otros lances lúbricos, y profusión de planos raros, inclinados y ojos de pez, obra de un DiLeo poseído por el espíritu plástico más gótico-pop-libidinoso. Todo para disfrute de su asesino embozado y del espectador. Y del estólido Klaus Kinski, claro, que no se perdía una fiesta, delante o después de la pantalla. Divertida.