Sesión de Halloween Weekend, con
jack-o-lantern sobre la tele y figura del adorado por mi hermano, Michael Myers, al ladito
.
JEEPERS CREEPERS (Idem, 2001 – Victor Salva). Excelente
American Gothic Monster Movie (debería incursionarse más este subgénero), hermana del también maravilloso “Pumpkinhead” de Stan Winston. La cosa empieza inquietante y el bicho se muestra pronto, pero todo la mitología y enigmas que se apuntan a su alrededor ayudan a mantener el interés. Atmosférica, sucia y sórdida, y con un buen final; un paso enorme (¿fugaz?) de descubrimiento sorpresa de un Salva, cuyos films anteriores eran mala o bien poca cosa. Seguida de una secuela inferior, pero muy potable y entretenida. Se apunta ¡AL FIN! la tercera.
EXTRAÑOS (Strangeness, 1985). Baratísima monster-movie, con chicos entrando en una mina abandonada supuestamente encantada, habitada por una extraña bestia. Algunas escenas sorprendentemente virulentas (gusanos, cuerpos troceados…) y una especie de mini-cthulhu stop-motion; pero todo muy disperso, entre largos paseos por túneles y diálogos aburridos. Mediocre. Mejor visionar “Boogens” y “Playa Sangrienta”, algo más simpáticas y entretenidas.
SATÁN MON AMOUR (The Mephisto Waltz, 1971 – Paul Wendkos).Estimable producto setentero, con transmigración de conciencias a otros cuerpos, gracias a pactos con el Diablo. Algo televisiva, con ráfagas de psicodelia visual setentera, pero con apuntes argumentales y a ratos visuales muy sugestivos; y, ante todo: una escena casi final de invocación a Satán, como “El Día de la Bestia”, pero al que solo vemos su sombra, pasaje realmente inquietante y memorable. Un producto extraño y recomendable.
EL LEGADO DEL DIABLO (Evilspeak, 1981 – Eric Weston). Cinta de cultode los
80’s nasties, trasladando el esquema Carrie a una academia militar y convirtiendo en ídolo del Terror B a Clint Howard con su personaje Coopersmith. La cosa se sigue con cierta simpatía, merced su corrección formal, su ordenador sediento de sangre (¡) poseído por el espíritu de un monje satanista español (¡¡) encarnado por el gigantón Bull de
Juzgado de Guardia; y, claro, por Howard y su sufridor personaje. Pero es la despendolada última media hora (entre otras cosas, gráficas escenas de cerdos comiéndose gente, decapitaciones con espadón medieval y corazón arrancado a lo vivo) la que le ha dado su estatus. Un clásico… a su manera.
No podía faltar el
máscara blanca: “
HALLOWEEN 6, LA MALDICIÓN DE MICHAEL MYERS (Halloween VI: The Curse of Michael Myers, 1995 – Joe Chapelle). Rutinaria y mediocre, aunque apunta algún interés argumental mayor que las inmediatamente anteriores y, desde luego, que la peor de la serie: la espantosa 8ª parte. Al contrario que a muchos, esa secta oscura druídica, no me molesta, de hecho (y tal como recordaba) lo aprovechan poco y menos de lo que me gustaría, relegándolo a un retazo poco cohesivos; lo mismo que alguna inquietante escena-digresión (el discurso de la mujer al niño, con imágenes del festejo en slow-mo) que quedan en casi nada.
EL DÍA DE LOS INOCENTES (Slaughter High, 1986 – George Dugdale). Otro slasher ramplón (como el 95% de ellos), pero cuando menos, explotando bastante la incorrección política (cosa no tan habitual como parece, entonces y menos ahora), revelándose divertidillo en sus excesos: los personajes son todos desagradables (incluida la
final girl –siempre agradecida presencia de Caroline Munro- y el propio, clásico, nerd vengativo), malhablados, fuman, beben, se drogan y practican sexo; y acaban muertos de manera suficientemente diversa y gráfica. Sobra el estrambote final, pero
fun trash movie.
FRANKENSTEIN Y EL MONSTRUO DEL INFIERNO (Frankenstein and the Monster from Hell, 1974 - Terence Fisher).Oveja negra de la Hammer, sin embargo una de mis favoritas: reconozco guilty pleasure. La trama retorna a sencillez y linealidad primigenia, pero adoro: su ubicación en un psiquiátrico (de lo más ajustado para un personaje y mundo como los de Frankenstein, sobre todo como punto final), microcosmos oscuro y nihilista de personajes extremos; y su tono y espíritu decadentes. Se pierde el colorido clásico, pero la realización de Fisher en si misma (entendido como narración, planificación y montaje) es, salvo algún zoom, concisa, perfecta y brillando a gran altura. Memorable el monstruo (actor David Prowse, el mismo bajo el traje de Darth Vader) excavando y observando su antiguo cuerpo en el ataúd; y un final sin prisioneros, en el que incluso los dos únicos personajes que se muestran horrorizados por lo que han visto… queda claro que acaban aceptándolo. Me gusta como la describía José María Latorre: “catálogo-compendio de ideas de las 4 anteriores, depurada labor de concentración de perversiones, es un cuento macabro y transgresor, especie de festín fúnebre con cubiertos envenenados”. IMHO
Masterpiece.