EL GRAN GATO (1949) de Phil Karlson
Para los admiradores de la fascinante
"El rastro de la pantera (1954)" de William Wellman, puede resultar sorprendente (al menos para servidor lo ha sido) descubrir que cinco años antes otro film partía de la base muy similar de aunar tensiones familiares con la acción de un peligroso felino. Precursoras ambas en cierta medida del cine de "terror animal" que,
"Los pajaros (1963)" mediante, llenaría luego los cines de bichos asesinos en los 70; si en la de Wellman el
gato era un puma (pese al título castellano) y la ambientación era sombría y nevada, en "El gran gato" el animal también es un puma, pero que practica sus asesinas correrías entre las granjas de lugar seco y eminentemente soleado. Sin llegar a la altura de Wellman, pero compartiendo su visión de drama de tintes telúricos, con apunte de misterio inaprehensible (el curioso final de tinte "metafísico" tampoco decepciona en ese sentido), nos encontramos con un film en verdad más que recomendable, a ratos incluso notable, y en el que Karlson ya muestra algunas dotes de planificación opresiva que estallarían en sus magníficos noir de los 50. Karlson volvería a la cacería de un singular felino en la muy estimable
"Safari en Malasia (1963)", que como "El gran gato", incluye una tensa escena del protagonista internándose en la cueva morada del animal.
C.H.U.D (1984) de Douglas Cheek
Serie BZ de la única época en que el cine trash resultaba divertido. Monster-movie de cierto progresivo culto USA (y mito urban legend), que hizo que incluso resultara citada en tres episodios de
“Los Simpson”. Hilarante en su desvergonzado “costumbrismo” de interpretaciones y diálogos (parece que actúan y hablan como si estuvieran “en la calle”: Daniel Stern –uno de los cacos de
“Solo en Casa”- a la cabeza) e incluso más cuando el film va de "seria" crítica socio-político-ecológica: se ordenó eliminar residuos tóxicos urbanos acumulándolos en túneles del metro aparentemente abandonados, convirtiendo con el tiempo a los sin techo que pululaban por allí en monstruos, que empiezan a salir del subsuelo para merendarse viandantes. Criaturas con brillantes bombillas como ojos y cuellos extensibles a voluntad, policía y militares internándose en sus dominios, raciones de gore (desmembramientos siempre visto en un curioso “posterior al ataque”) y “trepidante” (ejem) final contrarreloj de los tres protas para evitar una catástrofe. Jesús Palacios en su mítico "Goremania" la califica de "no es mínimamente decente", a la vez que llama simpática a "C.H.U.D 2"
. Ni caso.