BALA BLINDADA (Man on Fire, 1987) de Elie Chouraqui
Primera adaptación de una novela que luego dio también lugar a “El fuego de la venganza” de Tony Scott. Aquí estamos ante una producción europea (italofrancesa) y se cumple lo que uno se puede imaginar: frente a la exaltación –dramática, pirotécnica- del film americano, en BB nos hallamos ante una película más sobria y “controlada”, con el punto gritty de su procedencia europea (a la niña… le hacen algo que no en la otra). Un producto interesante, que quizá no acaba de encontrar su tono entre el drama y el cine de “venganza” (algo desaprovechado … o dando tumbos entre ambas facetas), falto de algo más flesh out para trascender hacia lo superlativo, pero con su puntillo de elegancia (mucho suave travelling lateral), mucha voice-over del prota (Scott Glenn), secundarios “de carácter” (Joe Pesci, Danny Aiello, Jonathan Pryce), y me ha llamado la atención principalmente su raro y ambiguo final: no sé si tendrá algo que ver con la novela “De ratones y hombres” de Steinbeck, que tanto citan los personajes (y que reconozco no he leído)…
PICNIC EN HANGING ROCK (1975)
y
LA ÚLTIMA OLA (1977) ambas de Peter Weir
Los dos films australianos de fantasía que han superado la frontera genérica para ser recibidos con grandes elogios por la crítica, incluida la menos tendente a gustar de estos films, gracias a su envoltura de cine de IDEAS, de autor y más o menos intelectualizado, que les brinda una depurada estilización. Algunos las catalogan como una continuación del modo de hacer cine fantástico de Jacques Tourneur. D’acord parcialmente (entendido como ambigua mirada a los hechos y temas, y concomitancias en algunos aspectos de ellos), en todo caso podrían ser un Tourneur dopado de heterodoxia lisérgica de las antípodas.
En
“Picnic en Hanging Rock ”, Peter Weir cuenta la historia (vendida como realmente acontecida, otorgando un sagaz punto inquietante extra ... pero es ficticia *), de unas chicas de un internado –año 1900-, las relaciones sociales y el Victoriano ambiente del lugar, desaparecidas en un picnic a un paraje australiano de volcánicos montes rocosos, de primigenia sobrenatural fama (una de ellas “regresa”, con amnesia total); utilizando un tratamiento dramático singular (simultáneamente distante, sensual y poetizado), y una formulación visual hipnótica, elegantemente
feerica y esteticista (asombrosos uso del sonido y fotografía de Russell Boyd). La película desprende un aroma cuya ética y estética evocan al relato clásico de la literatura fantástica “El Pueblo Blanco” de Arthur Machen, y a su vez la peli ha influido (pese a su carácter poco comercial, dado pues a provocar teóricamente pocos “ahijados fílmicos”) en mayor o menor medida, en algunos films muy posteriores, como “Criaturas Celestiales (1994)” o “Las Vírgenes Suicidas (1999)”. En cuanto al misterio y segundas lecturas del film: pocas claras respuestas (aunque perceptibles). Como debe ser.
*por cierto que la novela en que se basa proponía un desafortunado capítulo final que fue afortunadamente eliminado antes de su publicación, aunque tras la muerte de su autora Joan Lindsay en 1987, se puede recuperar y leer)
En
“La Última Ola”, Weir adopta un tono de origen y pretensiones igualmente telúricas. Pero es diferente aunque complementaria, igualmente un espectáculo audiovisual de primera categoría, absorbente y esotérico. El agua y la humedad en todas sus formas (lluvia, mar, cayendo en cascada por cualquier sitio, ¡hasta los grifos!) son utilizados con gran fuerza por el director y dotar de una oscura atmósfera al film (de nuevo el sonido y la foto de Boyd son Top Notch), que acaban tejiendo un acuosa sensacion de desasosiego y asombro solo equiparable a leer “Un descenso al Maelström” de Poe. Historia de un abogado que defiende a unos aborígenes por un crimen y, que se acaba internado en un mundo de sensaciones y sueños no reconfortantes (esa calle inundada), conectado con los cada vez más pródigos “incidentes” atmosféricos a los largo del país (como lluvias de ranas y granizo bajo cielos azules en el desierto) acabando en un lugar subterraneo donde encuentra antiguas y espeluznantes reliquias. La sombra de un apocalíptico final se acerca. Y sin entrar, de nuevo, en ricas lecturas y ambigüedad psicologista. Buen Richard Chamberlain y fascinante David Gulpilil (aunque no lo esperen los que lo conozcan solo de “Cocodrilos Dundee”).
Dos Obras Maestras absolutas. Por cierto, quizá no a la misma altura, pero
"El show de Truman" me parece también un peliculón ...