Harkness_666
Son cuatro
Me dispongo a comentar una peli muy foreril que por fin he visto:
No matarás… al vecino, de Joe Dante
La ventana indiscreta en clave de comedia ochentera, que cuenta la llegada de unos vecinos raritos a un tranquilo barrio residencial donde nunca pasa nada… cosa que despierta primero sospechas y después paranoia ante quienes parecen unos criminales satánicos dedicados a dios sabe qué; el componente fantástico-terrorífico tan del cine de Dante (ya desde la escena inicial de Hanks ante ese sótano que resplandece) se da la mano con lo cómico y el resultado es esta peli tan querida y tan significativa de su época. Genial el plantel de idiotas que conforman el grupito de Hanks, el típico hombre normal y corriente que sólo quiere que le dejen en paz y cuya esposa es la voz de la sensatez que les para los pies en sus fechorías. Tenemos estereotipos tan reconocibles como el amigo cuñado y metomentodo, el fachita y su mujer-florero (“Klopek es un apellido eslavo, ¿verdad?”)… y un Corey Feldman que no necesita conspiraciones para pasar el rato muerto del verano, pues sabe que el mejor espectáculo consiste precisamente en lo que más cerca tiene, en una normalidad de pronto anormal.
Se exprimen las situaciones a base de bien, amén del escenario de casitas americanas, con la memorable e incómoda visita a la casa, sardina incluida, aunque para gag visual me quedo con el plano del chucho en plan spaghetti western. Pero quizás lo más sorprendente sea la reflexión en forma de monólogo final (disimulada por el puro divertimento chorra) que propone una crítica del sueño americano (no hay más que ver cómo se cachondean del militar), contra una convivencia perfecta en la superficie, pero que encubre la angustia y el descontento de unos individuos quemados por la rutina, susceptibles de estallar en cualquier momento y liarla… los Klopek son el Otro, el diferente, estigmatizado por una pequeña comunidad que proyecta en ellos sus mierdas (los auténticos freaks somos nosotros, parece decir); una pena que la propia peli se arrepienta del tal conclusión y se traicione a sí misma, recurriendo a un desenlace más ortodoxo en el que sí, las cosas son en efecto lo que parecen y quedan atados todos los cabos. Pero lo anterior no es nada casual.
No matarás… al vecino, de Joe Dante
La ventana indiscreta en clave de comedia ochentera, que cuenta la llegada de unos vecinos raritos a un tranquilo barrio residencial donde nunca pasa nada… cosa que despierta primero sospechas y después paranoia ante quienes parecen unos criminales satánicos dedicados a dios sabe qué; el componente fantástico-terrorífico tan del cine de Dante (ya desde la escena inicial de Hanks ante ese sótano que resplandece) se da la mano con lo cómico y el resultado es esta peli tan querida y tan significativa de su época. Genial el plantel de idiotas que conforman el grupito de Hanks, el típico hombre normal y corriente que sólo quiere que le dejen en paz y cuya esposa es la voz de la sensatez que les para los pies en sus fechorías. Tenemos estereotipos tan reconocibles como el amigo cuñado y metomentodo, el fachita y su mujer-florero (“Klopek es un apellido eslavo, ¿verdad?”)… y un Corey Feldman que no necesita conspiraciones para pasar el rato muerto del verano, pues sabe que el mejor espectáculo consiste precisamente en lo que más cerca tiene, en una normalidad de pronto anormal.
Se exprimen las situaciones a base de bien, amén del escenario de casitas americanas, con la memorable e incómoda visita a la casa, sardina incluida, aunque para gag visual me quedo con el plano del chucho en plan spaghetti western. Pero quizás lo más sorprendente sea la reflexión en forma de monólogo final (disimulada por el puro divertimento chorra) que propone una crítica del sueño americano (no hay más que ver cómo se cachondean del militar), contra una convivencia perfecta en la superficie, pero que encubre la angustia y el descontento de unos individuos quemados por la rutina, susceptibles de estallar en cualquier momento y liarla… los Klopek son el Otro, el diferente, estigmatizado por una pequeña comunidad que proyecta en ellos sus mierdas (los auténticos freaks somos nosotros, parece decir); una pena que la propia peli se arrepienta del tal conclusión y se traicione a sí misma, recurriendo a un desenlace más ortodoxo en el que sí, las cosas son en efecto lo que parecen y quedan atados todos los cabos. Pero lo anterior no es nada casual.