Harkness_666
Son cuatro
Marseille, de Angela Schanelec
Sophie es una turista alemana que pasea por las calles de Marsella, sacando fotos. Allí se hace amiga de un tipo que le alquila un coche antes de regresar a su país, pero algo le impulsará a visitar de nuevo esta ciudad. No sé me ocurre mucho que decir sobre esta película alemana de principios de los 2000. La razón, que no he entendido ni jota. Difícil encontrar una propuesta tan inescrutable… sin surrealismos, sin tramas complejas (todo lo contrario). Lo que ocurre, sencillamente, se asemeja a un puñado de piezas que sólo encajan a martillazos. El primer tercio, sin diálogo, con una puesta en escena depurada, se limita a seguir a una chica en su deambular, captando limpiamente espacios físicos, con el ruido ambiental como única banda sonora… un preciso retrato de la soledad, un encuentro fortuito entre desconocidos que recuerda a un romance indie a lo Linklater, pero a la europea.
Después la “trama” se bifurca, abandonamos a la chica por gente de su entorno, los problemas y malestares cotidianos de una actriz de teatro, de su marido fotógrafo, y a modo de digresión asistimos a extensos fragmentos de sesiones fotográficas y ensayos teatrales. Pero nuestra amiga vuelve a Marsella y allí experimentará un hecho traumático y muy poco claro, dado a entender mediante elipsis. Podemos incluso llegar a cuestionar la veracidad de ciertas partes y se concede cierta importancia al fuera de campo. ¿Qué pretende contar la directora? Sospecho que algo relacionado con la huida de la rutina, el intento por adoptar otras identidades en un entorno ajeno, de apropiarse de él, con consecuencias sin embargo frustradas… pero todo es tan poco claro que sólo puedo especular. Una secuencia de planos de la costa marsellesa, impasible, cierra el film, a modo de inmejorable remate que nos deja definitivamente el culo torcido.
(Dos personajes de la peli... posiblemente intentando entenderla ellos también).
Sophie es una turista alemana que pasea por las calles de Marsella, sacando fotos. Allí se hace amiga de un tipo que le alquila un coche antes de regresar a su país, pero algo le impulsará a visitar de nuevo esta ciudad. No sé me ocurre mucho que decir sobre esta película alemana de principios de los 2000. La razón, que no he entendido ni jota. Difícil encontrar una propuesta tan inescrutable… sin surrealismos, sin tramas complejas (todo lo contrario). Lo que ocurre, sencillamente, se asemeja a un puñado de piezas que sólo encajan a martillazos. El primer tercio, sin diálogo, con una puesta en escena depurada, se limita a seguir a una chica en su deambular, captando limpiamente espacios físicos, con el ruido ambiental como única banda sonora… un preciso retrato de la soledad, un encuentro fortuito entre desconocidos que recuerda a un romance indie a lo Linklater, pero a la europea.
Después la “trama” se bifurca, abandonamos a la chica por gente de su entorno, los problemas y malestares cotidianos de una actriz de teatro, de su marido fotógrafo, y a modo de digresión asistimos a extensos fragmentos de sesiones fotográficas y ensayos teatrales. Pero nuestra amiga vuelve a Marsella y allí experimentará un hecho traumático y muy poco claro, dado a entender mediante elipsis. Podemos incluso llegar a cuestionar la veracidad de ciertas partes y se concede cierta importancia al fuera de campo. ¿Qué pretende contar la directora? Sospecho que algo relacionado con la huida de la rutina, el intento por adoptar otras identidades en un entorno ajeno, de apropiarse de él, con consecuencias sin embargo frustradas… pero todo es tan poco claro que sólo puedo especular. Una secuencia de planos de la costa marsellesa, impasible, cierra el film, a modo de inmejorable remate que nos deja definitivamente el culo torcido.
(Dos personajes de la peli... posiblemente intentando entenderla ellos también).