Películas que vais viendo en casita

Le pornographe, de Bertrand Bonello

Un director de cine pornográfico (Jean-Pierre Leáud) vuelve a la profesión tras décadas de retiro, pero pronto se dará cuenta de que nada es lo que fue, de que se encuentra fuera de lugar. Decepcionará esto a quienes busquen una inmersión en los entresijos del porno, pues se trata de un estudio de personaje cascado, melancólico y a la deriva tras el que se perciben los ecos lejanos del mayo francés. Continuamente interrumpido y frustrado en cada uno de los caminos argumentales que traza, es un film exasperante que no va a ningún lado, conforme supongo a aquello que intenta retratar, que es la pérdida de rumbo vital. Siguiendo cierto despojamiento bressoniano, con actores inexpresivos y sin pretensión alguna de empatía, con un uso de la música más preocupado por reforzar las imágenes antes que por darles carga emotiva. Que ofrece mucho tedio, pero también alguna escena poderosa y tristemente elocuente, como una en la que el productor empieza a dirigir la película guarra ante la total pasividad del director, sin que este pueda o quiera hacer nada.

Más honesta en su carnalidad la cerdería original, cercana a lo artístico y a la praxis revolucionaria y espontánea de la época, que la actual; formulaica, encorsetada, sujeta al presupuesto y al calendario. Y ahí tenemos a nuestro hombre, intentando retomar el rumbo de su existencia aun a costa de tomar decisiones y asumir verdades dolorosas; si lo logrará o no, no lo sabemos, ni siquiera si tiene sentido dicho intento de construir una casita él sólo, o de finalizar un largometraje inconcluso, porque así es él y así somos en el fondo todos; puro proyecto frustrado o en proceso.

Curiosamente la peli, antes de deshacerse en retazos de reconstrucción biográfica e incluso meta-cine, mantiene hacia este Jacques una actitud de respeto; más aún, de pudor. Porque como nos dice, más obscena es la exhibición directa y melodramática de su realidad que el trabajo de sus películas; no es causal la década ochentera como punto y final, por cambio de mentalidad, de los medios, o por hundimiento definitivo de esos sueños. La cosa se inclina hacia el absurdo cuando nuestro hombre se cuela dentro de la casa de una señora cualquiera, así sin más. Una única y breve secuencia de sexo real produce desconcierto, aunque debido a la temática tampoco es tan gratuita, y por lo visto valió a esto el más que dudoso honor de ser clasificado dentro de la dosmilera etiqueta de la “New French Extremity”… cosa que da que pensar, pues por lo demás, el video de mi primera comunión quizá sea más “extremo”; desde luego, no tan francés.

Frente al prota, su hijo, y con él, las luchas y los activismos de la juventud burguesa de principios del milenio; un peculiar intento de hacer la revolución mediante el silencio… la comunicación, en forma de diario o de notas, o la propia elocuencia muda de lo que vemos, como si todo estuviera dicho ya, tiene algo que ver. Se consideran una modernez el teléfono móvil y los videoclips, cosa que vista hoy parece hasta inocente. La subtrama de este nene, con una emulación ¿paródica? De ese estilo de video musical, quizá esté hablando de que todo contacto humano va dirigido a lo artificial; como tanto él como su novia derrochan la pasión de dos gambas crudas, pues tampoco está muy claro.


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RÍO ABAJO (River Lady, 1948 -George Sherman)​




Muy buen western del casi siempre notable George Sherman, director que en este género fue marcando una serie de títulos que quedan entre lo notable y lo excelente.En esta ocasión una trama situada en el río Mississippi y el conflicto de los madereros. La película tiene todas las virtudes del mejor cine de este muy reivindicable director norteamericano , sentido del ritmo, escenas de gran contenido dramático y la capacidad innata que tenía de sacar partido a cualquier secuencia por tópica que resultase en origen.
 

WYRMWOOD: LA CARRETERA DE LOS MUERTOS (Wyrmwood, 2014 -Kiah Roache-Turner)​



Visible pero también olvidable y producción australiana que se atreve a cruzar la temática zombie con una estética que guarda cierto parecido con la mítica saga Mad Max. El resultado es una película de puro entretenimiento -mejor rodada de lo esperado- pero que también se olvida con la misma facilidad con la que se ha consumido. no ofrece nada especialmente memorable, más allá de una nueva vuelta de de tuerca sobre una temática (la de los muertos vivientes) que ya lleva "muerta" bastante tiempo
 

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO (A Streetcar Named Desire, 1951 -Elia Kazan)​




El film que convirtió a Marlon Brando en un mito cinematográfico -con toda la razón- y una notable adaptación que hizo Elia Kazan de la obra teatral de Tennesse Williams...Aunque creo que el director de origen Turco aún llegaría más lejos en las siguientes propuestas cinematográficas de "Viva Zapata" o "On The Waterfront". Aquí el film se muestra como un buen ejemplar de adaptación de teatro al cine que aprovecha los recursos de la imagen sin perder la esencia de obra claustrofóbica y dura, con una una dirección de actores apabullante (Vivien Leigh en el papel de su vida o unos secundarios como Kim Hunter o Karl Malden antológicos), amén de una memorable banda sonora del siempre excelente Alex North. Clásico
 

LA GRAN MATANZA SIOUX (The Great Sioux Massacre. 1965 -Sidney Salkow)​




Extraño, a ratos vulgar y ocasionalmente brillante western, que ciertamente va de menos a más (lo mejor está en su último tercio) dirigido por un artesano que hizo de todo y que era capaz de lo mejor y lo peor, que aquí se atrevió con una (nueva) versión en clave algo revisionista -se adelanta unos años a lo que hiciera Arthur Penn en "Pequeño Gran Hombre"- de la batalla de Little Big Horn y la figura del General Custer (Philipp Carey). Con un aire de serie B demasiado limitada , le perjudica una clara indecisión en el discurso, también una puesta en escena en la que se percibe cierta rutina, aunque como digo tiene sus momentos de interés
 
Mifune, de Soren Kragh-Jacobsen

Kresten, modélico empleado de una importante empresa y recién casado con la hija del jefe, recibe una llamada que pone patas arriba su perfecta vida; tiene que volver al pueblo porque su padre ha muerto y su hermano retrasado se ha quedado solo. Pero nadie de su entorno sabía que tuviera padres o hermanos…

Comedia excéntrica con fondo amargo y más propio de un drama, que fue la tercera película en ser realizada dentro de los postulados del movimiento Dogma. Mucho patetismo el de unas personas defectuosas que emprenden una huida de lo que son, se mienten a sí mismas y mienten a los demás; de nuevo, es difícil el intento de abrirse a los otros y no salir herido, pero la otra opción es el simulacro, o la vida supuestamente idílica pero falsa, de quienes son desconocidos entre sí. El protagonista recupera sus raíces familiares, pero por otra parte... ¿Quién no sería el primero en querer sobrevivir, huir de semejante ambiente de ruina, tanto física como humana? Se trata de una sátira anti-burguesa y anti-urbana, en contra de los formalismos, las apariencias y el arribismo de ciertos petimetres, además de cuestionar lo que habitualmente entendemos por normalidad. Pero tampoco se idealiza ese ambiente rural, plagado de frustraciones y miserias. Por otra parte, las mujeres han quedado reducidas a objetos sexuales, y lo que es peor, por voluntad propia, mientras que la juventud opta por una reacción agresiva ante el desamparo.

Nos queda el loco o retrasado, que irónicamente es el único que no ha tirado la toalla, cuya visión inocente, infantil, es la ingenuidad de la que los demás han tenido que desprenderse, la farsa que, sin embargo, está a dos pasos de volverse tan real como la figura de ese Mifune; samurái mítico, ser de ficción creado como juego de niños, pero que, como revelan los sueños de Kresten, es mucho más auténtico, continúa mucho más vivo, que su cáscara externa de aparente triunfador. Con una nota de romanticismo, la película es incluso convencional, previsible en su desarrollo, más cruda quizá de lo esperable pero nunca sensiblera; abundan ramalazos de un humor esperpéntico, una inclinación hacia lo mágico-realista, alternándose la mirada tierna y compasiva con elementos más oscuros, como perversiones sexuales o secuencias violentas y tirando a incómodas, en especial hacia un final con nuestro amigo convertido en saco de boxeo y objeto de una disparatada venganza del karma, o poco menos. Frente a los cuatro freaks principales, los secundarios se inclinan más hacia lo burdo o el esperpento, en especial la mujercita del héroe.

Con medios escasos y un relato que avanza un poco dando tumbos, son los actores quienes llevan el peso; lo del Dogma no sé si aporta gran cosa porque, para empezar, ni siquiera se siguen las famosas “normas”; no hay tiempo real ni lugar único, aunque sí principal, como es la granja, hay montaje paralelo, algo de música “interna”… lo más llamativo, una fotografía con luz natural que proporciona una rara textura, en especial en unas escenas nocturnas con mucho contraste lumínico y casi tenebristas (un plano de un tipo ante un escritorio digno de Caravaggio, por ejemplo), y algunos encuadres son bastante clásicos, de hecho.


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- Overlord (1975), de Stuart Cooper

La historia de un soldado británico llamado a filas desde que parte hacia el entrenamiento hasta el desembarco. La peculiaridad de la película es una narración algo dispersa para poder combinar la trama de ficción (muy simple pero con momentos certeros y bonitos) con abundante material de archivo sobre la guerra. El problema es que lo que empieza con partes montadas con mucha inspiración acaba dependiendo demasiado de estas imágenes documentales, hasta el punto de obsesionarse con algún plano tan bello como innecesario, o juntar demasiado dos secuencias de este tipo. Era el montaje el trabajo clave para que la película acabase siendo brillante pero a mí me descoloca un poco, es como si no muchas decisiones llevaran a elevar el momento a pesar de haber talento detrás para ello. Pienso ahora en uno de los planos estrella de la película, fugaz, con razón para ser fugaz, pero sin colchón para que impacte.

Una pequeña película que se queda a las puertas de ser grande, pero sin duda notable y muy bella.

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P.D. No reconozco a directores de fotografía pero aquí no paraba de pensar en las ventanas de Kubrick, y efectivamente detrás está John Alcott con un trabajo muy bueno.

Me estoy viendo la siguiente que dirigió Stuart cooper the disappearance y repitió foto con Alcott.
Una pena porque tener a Donald sutherland de asesino profesional daba para mucho más que esto. Los saltos temporales no ayudan, que no se curre nada las secuencias de asesinatos tampoco..
No digo que todo el mundo se tenga que currar secuencias de asesinatos como lo hacía Hitchcock pero coño no te las cepilles como si te molestasen que son secuencias muy agradecidas a nivel planificación y estético. Mi no entender...
 
Pues me ha gustado esta peli "Barbacoa"... argumento algo manido tras Delicatessen y Los Carniceros Verdes pero esta bien contada y es muy políticamente incorrecta con numerosos chistes/comentarios que dudo mucho que se permitiesen en un peli americana o española, bien por los franceses!!!

 
Los juncos salvajes, de André Téchiné

Crónica del final de la adolescencia en la Francia de principios de los 60, con la guerra de la independencia argelina como fondo y condicionante, en mayor o menor medida, en las vidas de un grupo de amigos. Retrato cercano y sensible, muy francés también, de la incertidumbre típica de la edad, en la que se mezclan los aspectos íntimos, la confusión de los sentimientos, pues esto trata de personajes ante todo, con lo político; prácticamente un pedazo de historia reciente de un país y de recuerdos personales hechos cine mediante una estética naturalista tomada de Rohmer, en un relato coral y descentrado que recoge esos ecos de la nueva ola. Por un lado, un romance gay en torno a roles que nos suenan, con el chico sensible y con inclinaciones literarias frente al más rudo, de orígenes humildes y campesinos, o la sinceridad frente a la simple experimentación, y por otro lado, el análisis de la complicada situación política; la de unos aburguesados comunistas cuyo papel en el gran tablero postcolonial se volvía difícil de jugar, la de los franceses oriundos de Argelia, sintiéndose traicionados por la indiferencia de sus compatriotas, amenazados, abandonados a su suerte… o la de los chavales del campo, mandados como carne de cañón a un conflicto fratricida.

Identidades inestables las de estos chicos y chicas, en conflicto con todo, pero especialmente consigo mismos, con sus cambios de humor y de parecer, enfrentándose a las verdades de la vida y los tristes desengaños que aguardan; queda un seguir adelante pese a todo, una celebración y un encuentro tras las estrechas barreras ideológicas, sexuales, de género y de clase… como ocurre con esos amores imposibles que nacen y que mueren; pero pervive la amistad, unos lazos irrompibles, una nueva historia que comienza donde ésta termina, y lo pequeño de pronto se vuelve algo grande.

Al otro lado, un vistazo a una realidad adulta de exiliados, de intelectuales de provincias, entre ausentes, atormentados y culpables, cuyo mundo y lógicas quedan atrás, por mucho que las apuntalen con falsos héroes de guerra, con existencias frustradas dentro del armario, y se desmoronarían apenas unos años después. Si algo negativo tiene esta película, con todas sus virtudes y aparte de lo francesísimo que es todo… es que si no tienes cercano el contexto, como es mi caso, no te enteras un carajo. Contrasta una secuencia inicial, la de una boda realizada por conveniencia, con una final junto al río, bucólicas ambas y cargadas de sensualidad, capturando el agua, el sol, el verde de la vegetación; la diferencia es que en la última estalla la pureza de ese despertar sexual, de esas emociones, al contrario que en la farsa un tanto grotesca anterior.

El adagio de Barber es tal vez lo que chirría un poco, por artificioso, en un film de estilo visual fluido, con primacía de una cámara en movimiento, como un plano de 360 grados que es el que cierra la peli y marca esa transformación definitiva. Con imágenes que hablan, como la de la lancha motora que avanza por sí misma y los remeros, que lo hacen con esfuerzo. Otro plano, el del viaje en moto; instante de felicidad suspendido en el tiempo, irrepetible… sin embargo, no deja de ser llamativa la serena aceptación, la ausencia de dramas. Cine de la época (Bergman, Demy), canciones (rock, twist, los Platters) en una escena de baile que se construye tanto dramática como musicalmente, según los cambiantes impulsos de quienes bailan. Y en definitiva, la metáfora de los juncos, la firmeza y ductilidad con que se inclinan sin romperse ante la adversidad, aún maleables... y de los árboles viejos, sólidos y orgullosos, pero capaces de quebrarse más fácilmente.

Un poco decepcionante por rácano, tengo que decir, el nivel de cuerpos masculinos desnudos en pantalla, sobre todo teniendo en cuenta el material disponible... para eso me quedo con las obras maestras de J. D. Cadinot; lo de ese sí que es cine galo de un nivel que ni Godard y compañía.


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INSTITUTE BENJAMENTA (1995 -Timothy Quay, Stephen Quay)​




Extraño film dirigido a cuatro manos por los hermanos Thimothy y Stephen Quay , que narra una trama de aire fantástico situada en una extraña institución regentada por dos hermanos- en la que se entrena a futuros criados. Visualmente interesante y fascinante, con una estética visual que recurada al cien mudo y la experimentación de Maya Deren o David Lynch...Aunque para mi gusto se pierde demasiado en la forma y tiene un fondo demasiado hueco para acabar siendo tan fascinante como a priori pretende
 
Los silencios del palacio, de Moufida Tlatli

Alia, una cantante de bodas infelizmente casada, regresa a la mansión donde transcurrió su infancia junto a su madre, una de las sirvientas; allí le vienen los recuerdos y decide tomar una decisión sobre su futuro.

Película tunecina, parte de la eclosión de los “nuevos cines” en los 90, que trata de la existencia resignada y de sometimiento absoluto de las mujeres al servicio de las familias poderosas de la élite, a mediados del siglo XX, momento previo a la independencia del país. Prácticamente presas y en régimen de esclavitud, estas siervas que nunca en su vida han conocido el mundo exterior conforman una sociedad paralela dentro del “palacio”, un mundo propio percibido desde el recuerdo y desde los ojos de una niña como mágico, siendo los trabajos físicos y las rutinas, los rituales, fiestas, creencias ancestrales incluso, y en especial, la importancia de la música y del canto, medio de realización de anhelos personales, todo lo que se contrapone a la autoridad de la clase superior, más occidental, pero sólo en las apariencias, mientras se preservan unas lógicas arcaicas. La pubertad es el descubrimiento cruel de lo que implica la feminidad, el rechazo del propio cuerpo, por ser este susceptible de ser poseído por otros. Pero la mirada adolescente, testimonio de un entorno tan bello como próximo a su extinción, detecta la humillación cotidiana y las contradicciones a su alrededor, el doble discurso moral de considerar a ciertas mujeres como sucias, indignas o de descendencia bastarda, mientras estas bajo cuerda satisfacen los deseos de unos hombres cuyo cuestionamiento es impensable. Los silencios, las normas no escritas pero que no deben transgredirse, rodean un misterio; el de una paternidad que es en el fondo un secreto a voces.

Homenaje a la madre y claro ajuste de cuentas personal, o búsqueda de unas raíces, de un origen en un instante de crisis y desorientación, la película enlaza la historia personal de la protagonista y quizá de la directora con la colectiva, la dominación femenina en paralelo a la dominación de un país por la potencia colonizadora; un instante de tensión política extrema, como se percibe desde la reclusión, con el tradicional Bey convertido en títere de unos cómplices que quieren preservar sus privilegios. Se aleja esto sin embargo de la mera exaltación patriótica... pues la emancipación, por su parte, tampoco es ningún camino de rosas, y conduce a una situación idéntica de dependencia, de maternidad como condena, metáfora de una nación que nace muerta, aunque también una posibilidad de tomar decisiones propias y librarse del yugo.

Adolece el film, creo yo, de una duración excesiva, se estanca y cae en trazos gruesos, como lo es ese villano de opereta, antes de finalizar de modo precipitado, resuelto con voz en off. Cae en ciertas verbalizaciones y se olvida en su último tercio de un recurso bien traído; el de unos flashbacks en los que se combinan fluidamente, casi a la manera proustiana, pasado y presente, como a la vuelta de la esquina uno del otro. El seco estilo visual empleado, sobrio y a ratos próximo al hieratismo, además concede peso y relieve a los objetos, en especial a espejos y ventanas que separan, a los entornos arquitectónicos, trazándose con sutileza estas lógicas divisivas.


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LA NOCHE ETERNA (The Long Night, 1947 -Anatole Litvak)​




Notable , sugerente, remake de "Amanece" rodada por Marcel Carné ocho años antes y un sugerente film dirigido por el interesante Anatole Livak...Que aun perdiendo la poética del director francés , aporta una idea más cercana al noir y al drama, mostrando la tragedia de un joven (estupendo Henry Fonda) que desesperado tras el asesinato de un hombre (Vincent Price, adelantando sus papeles de los años 60) se atrinchera en su piso y pone en jaque a la policía durante una inacabable noche. Esta estructura permite que la historia vaya estableciendo una serie de flashbacks donde el espectador va descubriendo como ese hombre llegó hasta esa situación.
 

TRASCENDENCE (2014 -Wally Pfister)​



Debut cinematográfico del director de fotografía Wally Pfister, que se decidió por un film de ciencia ficción en el que un científico (Johnny Deep) crea una inteligencia artificial que acabará tomando conciencia de si misma y rebelándose. Muy sugerente en su planteamiento, bien rodado, pero pierde interés conforme avanza (acaba casi siendo una variante de film de superhéroes actual) , dejando la sensación de que la idea original hubiese necesitado de un guion más ambicioso y elaborado
 
13 Tzameti, de Géla Babluani

Un albañil es testigo de la muerte accidental del dueño de la casa cuyo tejado está reparando. Cuando descubre que este esperaba una gran suma de dinero, sus indagaciones le llevan a verse complicado en un siniestro asunto criminal; un submundo de pesadilla en el que se mueven grandes apuestas en torno a un juego que va más allá de lo macabro...

Debut con cierto culto detrás de un director del que poco más se supo. Thriller realizado con medios escasos que apuesta fuerte, y nunca mejor dicho, por una idea original y truculenta de guion, por la ambientación y la angustia, aunque quizá da vueltas y se demora en exceso en un inicio que tampoco aporta gran cosa más allá de presentar la situación, con esa femme fatale cuya relevancia es más bien mínima. Arranque, por otra parte, similar al de mucho cine noir y con un halo voyeurista a lo Hitch; un tipo corriente que pasa apuros económicos, inmigrante para más inri, y la pura necesidad como desencadenante de la fatalidad.

Como propuesta es carne cruda, sin muchas explicaciones; todo tan terrible, seco y despiadado como parece, sin artificio alguno, en algún lugar perdido entre la saga de Saw y la sobriedad de un Melville, su ritmo pausado, entornos anónimos como un tren, un cruce de caminos. Con unos hombres, policías o delincuentes, moviéndose y siguiéndose como en un baile, con el pobre tipo en el centro, en una encrucijada moral que destruirá su inocencia; auténtico pelele del más puro y terrible azar… que finalmente, no será lo peor, porque lo peor siempre es el ser humano y sus acciones conscientes. Una fauna, por cierto, retratada a partir de un muy bien seleccionado casting de rostros malrolleros,

Se las apaña la película en su nudo para construir secuencias de tensión sumamente incómodas, incluso cuando sabemos que, tratándose del protagonista, no va a morir a la primera de cambio, por mucho que ronde el diablo y flote en el ambiente la mala influencia del número trece. Fotografía en blanco y negro, muy cuidada y un punto favorable para la morbidez de la atmósfera, y banda sonora enfática a ratos (esa pianola...) sirven de empaque, discreto pero efectivo, para lo que puede verse como una metáfora abstracta de un mundo muy real, de puro beneficio y especulación, de pactos de silencio que son suscritos por gentes con poder y pasta, frente a individuos que no tienen nada, de quienes disponer a voluntad sin la más mínima consideración hacia la vida humana; son menos personas que simples números, sujetos a unas reglas, a unos códigos rígidamente definidos y sin escapatoria posible, que trascienden incluso los vínculos familiares, como en el caso de los participantes que son nada menos que hermanos… al menos se permiten ciertas sustancias que lo hacen todo más fácil. Pero lo peor, aparte de la absoluta arbitrariedad de quien vive y quien muere, es que tal realidad demencial sea asumida incluso por sus victimas y que el premio sea un capital económico que corrompe y mancha las manos de sangre.


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No se que coño tendrá esta película, que hace aguas por todas partes. No tiene un hilo argumental, va saltando de secuencia en secuencia sin ton ni son, con personajes que entran, otros que salen y todos ellos son de ridículo para arriba, todo aderezado por las dos mismas cancioncillas sonando a lo largo de toda la puta película, con los personajes "mayores" que supuestamente sirven de guía para otros personajes mas jóvenes e inexpertos (el reventa de entradas, la amiga del bikini rojo o el hermano mayor de esta al que le hacen la pillada) que parecen saber mucho de todo pero a la hora de verdad no saben una puta mierda de nada.

Y luego el Spicolli interpretado por Penn, haciendo de fumado pasota y convertido en el símbolo de la película, que creo que podia ser una representación de la misma: me la suda todo, me muevo por impulsos y si me puedo fumar un porrillo por el camino mejor.

Basanda en un guión de Cameron Crowe, que, dicen, estuvo un año infiltrado en un instututo para saber cómo pensaban los jóvenes (?), esperando sacar material para un drama sobre la adolescencia y demás, y dandose cuenta de que lo que a estos les importaba eran las fiestas y follar.

Pocas veces sale en las listas de las mejores pelis de los 80. Pero es que ME ENCANTA.

Me flipan todos sus defectos y todas sus virtudes, y me descojono con esos dialogos de besugos que tienen, y esos saltos en la trama que no llevan a ningún sitio, y un batiburrillo de personajes que no sabes ni quienes son, y qué coño, en su reparto hay ganadores del oscar a mejor actor principal (Whitaker, Penn y Nicholas Cage, aunque este ultimo solo aparezca en un plano y su personaje se quedara en el suelo de la mesa de montaje).

Todos los años me la veo, qué coño.
 
No se que coño tendrá esta película

Me parece jodidamente obvio:

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:cuniao

A mi también me gusta, aunque de gamberreo prefiero otras, esta es muy dispersa. Intenta ser algo así como una película generacional, rollo American Grafitti pero sin tomarse en serio a sí misma. Mi momento favorito (aparte del obvio) es ese estricto profesor dispuesto a hacerle perder el tiempo al personaje de Penn el último día del curso, en retribución por todo el tiempo que Penn le ha hecho perder a él. Deliciosamente absurdo.
 
Lástima que la Cates se haya prodigado realmente poco en el cine, en los 80 podía ser fácilmente la morena más bella que había en el cine ... e inspiración directa de la inolvidable Sabrina/Madoka de Kimagure Orange Road, según reconoció el malogrado Izumi Matsumoto.

Pero claro, llegó Kevin Kline y se la quedó toda 'pa el :digno .

Un saludete.
 
13 Tzameti, de Géla Babluani

Un albañil es testigo de la muerte accidental del dueño de la casa cuyo tejado está reparando. Cuando descubre que este esperaba una gran suma de dinero, sus indagaciones le llevan a verse complicado en un siniestro asunto criminal; un submundo de pesadilla en el que se mueven grandes apuestas en torno a un juego que va más allá de lo macabro...

Debut con cierto culto detrás de un director del que poco más se supo. Thriller realizado con medios escasos que apuesta fuerte, y nunca mejor dicho, por una idea original y truculenta de guion, por la ambientación y la angustia, aunque quizá da vueltas y se demora en exceso en un inicio que tampoco aporta gran cosa más allá de presentar la situación, con esa femme fatale cuya relevancia es más bien mínima. Arranque, por otra parte, similar al de mucho cine noir y con un halo voyeurista a lo Hitch; un tipo corriente que pasa apuros económicos, inmigrante para más inri, y la pura necesidad como desencadenante de la fatalidad.

Como propuesta es carne cruda, sin muchas explicaciones; todo tan terrible, seco y despiadado como parece, sin artificio alguno, en algún lugar perdido entre la saga de Saw y la sobriedad de un Melville, su ritmo pausado, entornos anónimos como un tren, un cruce de caminos. Con unos hombres, policías o delincuentes, moviéndose y siguiéndose como en un baile, con el pobre tipo en el centro, en una encrucijada moral que destruirá su inocencia; auténtico pelele del más puro y terrible azar… que finalmente, no será lo peor, porque lo peor siempre es el ser humano y sus acciones conscientes. Una fauna, por cierto, retratada a partir de un muy bien seleccionado casting de rostros malrolleros,

Se las apaña la película en su nudo para construir secuencias de tensión sumamente incómodas, incluso cuando sabemos que, tratándose del protagonista, no va a morir a la primera de cambio, por mucho que ronde el diablo y flote en el ambiente la mala influencia del número trece. Fotografía en blanco y negro, muy cuidada y un punto favorable para la morbidez de la atmósfera, y banda sonora enfática a ratos (esa pianola...) sirven de empaque, discreto pero efectivo, para lo que puede verse como una metáfora abstracta de un mundo muy real, de puro beneficio y especulación, de pactos de silencio que son suscritos por gentes con poder y pasta, frente a individuos que no tienen nada, de quienes disponer a voluntad sin la más mínima consideración hacia la vida humana; son menos personas que simples números, sujetos a unas reglas, a unos códigos rígidamente definidos y sin escapatoria posible, que trascienden incluso los vínculos familiares, como en el caso de los participantes que son nada menos que hermanos… al menos se permiten ciertas sustancias que lo hacen todo más fácil. Pero lo peor, aparte de la absoluta arbitrariedad de quien vive y quien muere, es que tal realidad demencial sea asumida incluso por sus victimas y que el premio sea un capital económico que corrompe y mancha las manos de sangre.


Ver el archivo adjunto 38431
La recuerdo estupenda
 
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SHAZAM! (2019 -David F. Sandberg)​




A pesar de su ritmo extraño, uno de los productos más dignos y menos ofensivos de los de los presentados del universo DC. Una versión cinematográfica de uno de sus personajes más curiosos , en este caso el joven que tras conocer el poder de la magia se transforma en un superhéroe con poderes, llamado Capitán Maravillas en su versión española. En este caso la versión dirigida por David F. Sandberg es un producto que se queda un poco a medias de todo. Funciona como entretenimiento, pero para mi gusto se excede en un metraje inacabable -le sobran perfectamente 30 minutos- desaprovechando a un villano (el siempre excelente Mark Strong) que debería haber tenido más peso y jugando la baza de la comedia: Con un tono que báscula entre lo familiar y lo irónico, que a veces funciona más y en otras ocasiones menos.
 

2022​

LITTLE TOKIO: ATAQUE FRONTAL (Showdown In Little Tokio, 1991 -Mark L. Lester)​




Simpático y bastante efectivo action film de principios de los noventa dirigido por un especialista en este tipo de productos como Mark L. Lester ("Commando") que en esta ocasión abordaba la buddy movie en plena eclosión con el film de Yakuzas añadiendo el juntar a dos estrellas menores del cine de acción de aquellos tiempos como eran Dolph Lundgren (intentando quitarse su estigma de malo de Rocky IV) y el malogrado Brandon Lee . El resultado ofrece lo esperado, pura adrenalina y acción, malos tópicos (todos los orientales en nómina en Hollywood de aquel año incluido Al Leong) y mucho tiroteo en un film que mantiene los vicios/virtudes del cine de la década de los 80 y empieza a atisbar las nuevas modas estéticas del cine de los 90. Un simple entretenimiento rodado de manera eficaz, con buenas coreografías de acción y lo mejor de todo una duración que apenas llega a los 80 minutos.
 

TODO LO QUE QUIERO EN NAVIDAD (All I Wan´t For Christmas, 1996 -Robert Lieberman)​



Típica producción de principios de los noventa , siguiendo un poquito el esquema que marcó el gran éxito de "Home Alone", en esta ocasión en una trama que se acerca más al drama familiar -con algo de comedia- en el que un par de niños afectados por la inminente separación definitiva de sus padres intentan en época navideña volver a conseguir el milagro de que vuelvan a enamorarse y juntarse. Producción bien rodada, algo rutinaria en fondo y forma, pero sin ninguna sorpresa. Destaca mucho por el gran trabajo musical de Bruce Broughton que compone sin duda una banda sonora entrañable que sostiene los mejores momentos de la película

MI VECINO TOTORO (Tonai No Totoro, 1988 -Hayao Miyazaki)​




Clásico instantáneo de la animación del creador Hayao Miyazaki que narra un relato que por un lado es realista y aborda un drama (un profesor universitario con la mujer enferma tiene que se traslada al campo a vivir junto con sus dos hijas pequeñas) mezclándolo con un mundo fantástico en el que las dos niñas traman amistad con un un personaje mágico llamado Totoro. El film, de un ritmo lento pero magnífico (impensable en el cine de hoy) es sin duda un prodigio de sensibilidad artística, que muestra la grandeza del creador Nipón, aquí aliado con el compositor Joe Hisaishi en una de sus bso más conocidas
 

RÍO ABAJO (River Lady, 1948 -George Sherman)​




Muy buen western del casi siempre notable George Sherman, director que en este género fue marcando una serie de títulos que quedan entre lo notable y lo excelente.En esta ocasión una trama situada en el río Mississippi y el conflicto de los madereros. La película tiene todas las virtudes del mejor cine de este muy reivindicable director norteamericano , sentido del ritmo, escenas de gran contenido dramático y la capacidad innata que tenía de sacar partido a cualquier secuencia por tópica que resultase en origen.
Y la poesía que da que la película adquiera el punto de vista de ella, como perdedora, de los finales más bellos que he visto. Tremenda, seguramente mi favorita del gran Sherman.
 
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