Discrepo; es otro caso
Joker 2. Se puede hacer fácilmente una lectura "ultramontana" de todo:
Un culto campesino guerrero europeo heterosexual monógamo expatriado forzoso (abandonado estúpidamente a su suerte por su débil y sobreprotectora madre) que ha crecido (confundido) en el odio (extranjero) a su propia patria, toma al fin conciencia de su propia identidad y de la verdad última de la situación (el problema de Roma es que se ha convertido, literalmente, en una casa de putas y degenerados) y decide ponerle remedio del único modo posible: a hostias... sacándole finalmente las asaduras al oligarca cosmopolita africano ex-esclavo desencadenado resentido (y también medio gayer) que pretende arrasar con su terruño y destruir a los suyos manipulando (primero) y eliminando (después) a los dos afeminados, decadentes, incultos, mezquinos, sádicos, depravados, caprichosos y blandengues niñatos (que sólo han visto las guerras por la "tele" en su diván de mierda) metidos a emperadores que lo están mandando todo al cuerno.
Y es que al final no se trata de hablar del Imperio Romano (que le den a la fidelidad histórica) sino de lo que está pasando hoy; la película nos interpela a nosotros directamente. Por eso cuando el público se queja y dice "menuda mierda; ¿por qué esos dos parecen los Javis?" la respuesta sólo puede ser...
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Scott siempre ha tenido mucho ojo para tomarle el pulso a cada época y retratarla tal cual... También para escoger reparto: tanto a los jóvenes (ese Mescal sorprendentemente convincente en su papel) como a los veteranos (por ejemplo, aquí recupera al mismísimo Lord Percy Percy de
Blackadder en un significativo papel que parece toda una declaración de intenciones).
Lo que hace es cerrar de forma circular lo que empieza así...
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Lo que sembró el padre ha terminado de germinar por fin en el hijo.