Películas que vais viendo en casita

Ayer ví Novia a la Fuga ( The Runaway Bride ) de Garry Marshall ( 1999 ). La pillé empezada. Me sigue pareciendo bastante entretenida. Se nota que hay química entre Gere y Roberts.

Ah, y mencionar la muy buena BSO. El año que viene se cumplirán 10 años de su estreno. Cómo pasa el tiempo.
 
Findor dijo:
Si defiendes a Pixar me parece cojonudo, a mi también me encanta, pero la próxima vez intenta hacerlo con algo más de respeto... :cortina

¿Respeto? ¿Aqui en cinefilia? :mcallo

No estoy defendiendo a Pixar, ni falta que le hace. A dia de hoy es la reina de la animacion 3D, basta un poco de sentido comun para darse cuenta.

Aprovecho para resaltar que, defender Leolo, es defender el mal gusto. Basta con un poco de entrenamiento para darse cuenta de lo repulsiva que es esa... "pelicula".

-"Disculpe, creo que se le ha caido un zurullo de coña"
-"¿Leolo? Yo no trabajo ese articulo..."
 
Por si alguien no ha visto Léolo, pongo un texto de alguien que le ha gustado, pa sopesar:

En 1995, la avioneta que Jean-Claude Lauzon pilotaba se estrelló contra una montaña. Decir que sólo murieron él y su novia, después de pasar un día de pesca, es algo no del todo exacto.

En ese accidente murió Lauzon y, en cierto modo, también parte del mundo que los que hemos visto "Leolo" compartíamos con él. Murió un director que, con algo más de tiempo, habría conseguido desarrollar una forma de contar historias que habría servido, sin duda, para hacer frente a esta época de simpleza y estupidez en el cine.

En esa carrera truncada habrían sobrepasado a gente tan admirada como Lars Von Trier, por poner un ejemplo de alguien capaz de haber creado un estilo propio (con todas las limitaciones y campañas de marketing que el "Dogma" lleva consigo). Jean-Claude Lauzon rodó "Leolo" y el Destino debió pensar lo que Leonardo da Vinci le dijo a Miguel Angel después de ver su Rafael :

-Después de esto, sólo te espera el declive

Y el Destino no tuvo ningún reparo en servirse de esa avioneta para cortar la carrera de Lauzon y dejarnos a todos los que consideramos "Leolo" una obra maestra esperando una continuación que jamás llegará.

Este año se cumplen diez años del estreno de "Leolo" y cinco de la muerte de Lauzon. Acostumbrado a hacer críticas de los últimos estrenos, se me hace un tanto extraño enfrentarme a "Leolo". En estos diez años, y tras verla muchas veces, la impresión que me sigue dejando es la imposibilidad de abarcarla con unas frases. Hay películas que quedan retratadas con una mera frase, que las fija en la Historia como la aguja a la mariposa a su caja, y otras que se resisten.

"Leolo" no deja de resistirse. Podría empezarse diciendo que es una película intensa en la que no hay tiempos muertos. Hay en su estructura una tensión continua que parece reflejar cierta urgencia por parte de Jean-Claude Lauzon. Frente a la gran cantidad de directores que hacen una película pensando que si no sale bien, vendrá una segunda oportunidad, Jean Claude parecía dirigir como si todos los recursos que se le ofrecían no fueran a volver a estar a su disposición nunca más. El ahora o nunca.

¿Y quién no acudiría con interés a ver una película rodada bajo esa premisa? ¿Se permitiría alguien con esa predisposición elegir una historia cualquiera? ¿Crearía unos personajes simples, sin peso? ¿Escribiría para ellos diálogos estúpidos? ¿Rodaría en escenarios que fueran planos? ¿Elegiría una música ambiental para acompañar a su historia?

Todo en "Leolo" está impregnado de una densidad que no permite que el espectador se despiste en ningún momento. Una densidad que nace del núcleo de la historia, tan simple de explicar como inexacto : la lucha de un niño por sobreponerse a su realidad a través de la escritura. Pocas películas llegarán a expresar mejor lo que significa escribir que "Leolo". Jean-Claude Lauzon no se coloca en el bando de los teóricos, de los que se preguntan si escribir tiene mucho sentido después de gente como Conrad. Jean-Claude Lauzon está en el otro lado , en el de los que presentan la escritura como única salida. Toda la película es una explicación del hecho de escribir , desde la inspiración y sus dudas hasta el vacío y la falta de lectores, que va a superar todo lo que se pueda decir sobre ella. Precisamente porque el interés de Lauzon no era disertar, sino mostrar.

El pequeño Leolo es un protagonista que se nos descubre, desde el principio, a través de una voz en off que va narrando parte de lo que vemos. Nada en "Leolo" es superfluo y, menos aún, esa voz en off que marca una distancia con lo que se nos presenta. Darle significado a esa voz en off es uno de los grandes juegos que Lauzon le plantea al espectador. Dependiendo de la respuesta que se le dé, la película tendrá valor o no. Se quedará como anécdota o como gran metáfora. ¿Quién nos habla? ¿Por qué nos cuenta esta historia justo en este momento? ¿Qué le está pasando al narrador para volver a esa historia que arranca en Montreal con ese niño disparándole a todo con un rifle de juguete?

El juego de Lauzon no se limita a esa voz en off. La estructura lineal se mantiene lo justo para que el espectador pueda seguir la historia, pero lo interesante es seguir al director cuando se pega a un personaje y lo sigue. Entonces puede romperse la relación entre ellos, aumentar los años que les separan, cambiarles el cuerpo o deformar su entorno.

No hay tiempo que perder y en la historia todo lo que aparece tiene un significado, esa intensidad de la que se ha hablado que en un momento mantiene la música (Tom Waits con "Cold,cold ground" y "Temptations" o Lorena McKennitt con "The Lady of Shalott") , en otro el paisaje, en otro la voz en off, en otro el abrazo que la madre le da al hijo retrasado.

"Mi madre, que navegaba como un gran barco en el mar de la locura"

Todo el ejercicio de Lauzon se dirige directamente al estómago. Se salta el ordenado mundo de las interpretaciones para llegar con más fuerza a donde quiere. Se ha dicho que no está en el bando de los filósofos o los teóricos. Sabe que las impresiones tienen su duración y no es, precisamente, el humorista que pretende llenar las dos horas de su actuación con cinco chistes largos. Lauzon tiene los deberes bien hechos. Ha trabajado mucho y bien y sabe cómo suceder las escenas para que ese continuo ataque al hígado no baje de intensidad.

Se mezcla el humor con lo escatológico, la desesperación con los sueños. No hay una línea clara que permita clasificar a la película dentro de un género. El que quiera reírse tendrá sus momentos para reírse. El que vaya a llorar tendrá, Lauzon lo garantiza, su momento para llorar como pocas veces lo hará en el cine ("llorarlo todo, pero llorarlo bien", como decía el protagonista de "El lado oscuro del corazón").

¿Y por qué esa intensidad? ¿Por qué ese cierto desorden en lo que se nos cuenta? El ejercicio de Lauzon es muy simple : acercarnos lo más posible al punto de vista de Leolo. Convertirnos, hasta donde sea posible, en Leolo. Lauzon utiliza toda su capacidad, todo lo que tiene a mano, para romper la distancia que hay entre la butaca y la pantalla y meternos en la historia. No como meros observadores, sino como protagonistas.

Y su gran talento lo consigue. El mundo se presenta de tal forma que sólo cabe reaccionar ante él. Nada de teorías. Desde el arranque comienza la película a golpear para derribar todas las posibles barreras que el espectador pueda crear. Nada de momentos de tregua, de guiños fáciles, de caminos trillados. Lauzon quita todas las señales e impide cualquier forma de orientación. Todos está creado para que no veas a Leolo, sino para que seas parte de él.

Y cuando por fin se produce esa unión, se es capaz de entender la necesidad que tiene Leolo de escribir. Se comprende esa pasión por Italia, se corre con él por esos campos verdes, se respira el mismo aire que Leolo respira cuando gracias a su esfuerzo es capaz de verse en el teatro de Taormina, se comparte su amor por Bianca.

"Italia es demasiado bonita como para dejársela a los italianos"

Entendemos el amor por su madre, la necesidad de encontrar esa luz tras la puerta del armario, la relación con su hermano, el miedo a la locura que rodea a su familia...

La película avanza hasta presentar uno de los finales más demoledores del cine. ¿Iba Lauzon a permitir que su historia terminara de una forma plana? Como todos los buenos finales, este es definitivo para la historia pero abierto para la interpretación. ¿Qué significa ese Leolo en la bañera, cubierto de cubos de hielo? Ahí es donde el espectador tiene que empezar a trabajar su propia interpretación.

Hace diez años de Leolo, hace cinco de la muerte de Lauzon. Haber visto Leolo supone conocer hasta dónde puede llegar una película en intensidad. Después es difícil aceptar como fresco mucho del pescado muerto que no deja de presentarse en el cine. Meros ejercicios de principiantes o trabajos correctos pero fríos. Anécdotas ocurrentes o historias trilladas. Parece que se ha bajado el nivel y que el espectador medio lo acepta pensando que tampoco se puede ir mucho más lejos.

Cuando esa sensación esté a punto de imponerse, cuando vayamos a aceptar una película no porque sea buena, sino porque sus fallos no son demasiado evidentes, hay que regresar a películas como Leolo. Una película que no existe en DVD y de la que tampoco se ha editado su gran banda sonora, como si se quisiera que su influencia no fuera muy grande.

Poco importa. Esta película que se merece un diez. Sin duda. Una referencia a la que acudir una y otra vez. Una película que siempre dejará corto cualquier análisis. Una película que hay que ver.
 
El respeto tiene que salir de TODOS, no sólo de unos cuantos (esto va para más de uno)...

Dedicad vuestra labia a escribirme lo que esperáis del cine, anda.... :lee

PD: Muy curioso esto, pero de momento todas las respuestas que tengo son de "palomiteros", ninguna del sector "culoduro"... :disimulo

(a ver si así os picáis y escribís, coñe... :diablillo )
 
Ésta es otra crítica sobre Léolo que un tal Roger Ebert, poseedor de un indudable mal gusto y que, obviamente, tampoco sabe de cine, hizo cuando se estrenó la película:


Léolo

BY ROGER EBERT / April 9, 1993

"Leolo" is an enchanting, disgusting, romantic, depressing, hilarious, tragic movie, and it is quite original - one of the year's best. I have never seen one like it before. It cannot be assigned a category, or described in terms of other films. I felt alive when I was watching it. If you are one of those lonely film lovers who used to attend foreign films, who used to seek out the offbeat and the challenging, and who has given up on movies because they all seem the same, crawl out of your bunker and go to see this one. It will remind you that movies can be wonderful.

Directed by Jean-Claude Lauzon, a young nonconformist from Quebec, it tells the story of the young manhood of Leo, who grows up in an insanely dysfunctional but colorful and not altogether harmful family in Montreal. Leo despises his father, so much so that he has created a fantasy in which his mother was somehow impregnated by a tomato from Sicily, which bore the sperm of the man he imagines was his real father. Leo insists he is therefore Italian, and should be called Leolo.

The film is narrated by him, in a sense. In fact, the narration comes out of a journal he keeps as a child, a journal that falls into other hands some years later - into the hands of an old man who treasures the written word, and plunders garbage cans to save it from destruction. This is the same man who once, visiting Leolo's vast and awesomely maternal mother, stopped the kitchen table from tilting by placing an old book under one of the legs - which is how the only book in Leolo's house got there.

Leolo has a way he can dream, and in his dreams he is visited by his muse. The rest of his time is fairly grim. It is believed in his household that a bowel movement a day keeps the doctor away, and so he spends long hours locked in the toilet, making convincing sound effects to cover his other activities, which include reading naughty Parisian magazines, and plotting the murder of his grandfather.

The grandfather is a vile old codger who is conducting a mercenary relationship with the beautiful young neighbor who Leolo persists in thinking of as virginal, and someday destined to become his own. The scene in which Leolo attempts to actually carry out his death plan, using perfectly understood principles of pulleys and levers but faulty craftsmanship, is one of the more astonishing I have seen.

A streak of madness runs, or more accurately gallops, through Leolo's family. They are all either in the madhouse or headed that way. Leolo is a self-raised boy (his mother's maternalism is as misguided as it is smothering), aware of the family curse, and also clever at keeping his own secrets within the claustrophobic household. He is not a cute Hollywood child, or a "Home Alone" brat, or a little plastic monster. He is a fully formed, difficult, complicated individual, who sees himself clearly, sees through his family, and uses fantasy as an escape and a tonic.

Jean-Claude Lauzon, who wrote as well as directed "Leolo," made his debut in 1987 with "Night Zoo," a movie that was sensationally well-received in Canada (11 Genie awards - the equivalent of the Oscar) but left some observers, myself included, less than convinced.

Yet I remember it clearly after six years, perhaps because Lauzon's films contain images no other film would dare to show. In "Night Zoo," for example, it's the determination of the young hero to grant his father's dying wish by breaking into the zoo so the old man can hunt big game before he dies.

If I was not sure about "Night Zoo," I have not the slightest doubt about "Leolo." It is a work of genius - and the best kind of genius, too, which is deranged genius. Lauzon takes no hostages. He has only scorn for surefire box-office formulas. He makes his films from scratch. It is amazing how many notes he plays in this 107-minute film. How there is broad burlesque, fanciful dreaming, seamy sex, dire poverty, hope for the future, despair. The structure of the film is another amazement, gradually revealing itself, so that the more we know about how and why the story is being told, the more poignant it becomes.

There is a beer in England that advertises itself as "refreshing the parts the others do not reach." I commend this motto to the distributors of "Leolo," because here is a film that does exactly the same thing.
 
Otro "bad taste", Juanma González:

“Por que sueño, yo no lo estoy”, es lo que se repite el joven Leo una y otra vez para convencerse a sí mismo de que existe un futuro de esperanza, un horizonte de cambio en el que pueda huir de su locura. ‘Léolo’ es la historia de un niño en un barrio obrero de Montreal, atrapado aparentemente en la mediocridad de un ambiente pobre y opresivo, en una familia modesta que le limita y que además porta el gen de la locura, que sueña con una vecina siciliana y que inventa aparentemente una fantasía para evadirse de su realidad.

Todo esto puede hacer pensar que nos encontramos ante un precedente de ‘Amelie’, ya que vemos el mundo como lo ve su protagonista. Pero dejando esto de lado, una década antes de que la Poulain buscase su fabuloso destino, ‘Léolo’ hizo esto pero añadió también una forma mucho más trágica, divertida y escatológica de ver la materia de la que están hechos los sueños, por que son los de alguien que se sabe destinado a perderlos. Una experiencia de la locura. Lo que alberga ‘Léolo’ en su psicótico corazón es un análisis, trasladado a las estructura del propio film, de la demencia de un muchacho que trata de huir de una enfermedad, de luchar contra ella, a la que parece irremisiblemente destinado, como el resto de los miembros de su familia.


El film es un retrato de la locura realizado desde la subjetividad, narrado en primera persona a través de las cartas que para el niño suponían el único refugio para la enfermedad. Para ello, Jean-Claude Lauzon, director muerto prematuramente, no escatima una estética de una plasticidad apabullante, que oscila entre lo cotidiano y sucio y lo fantasioso, con unos tonos ámbar y uso del color fascinantes, pero que se aleja de las proposiciones del también franco parlante Jean-Pierre Jeunet para proponer directa pero sutilmente la raíz de la demencia trasladada a la aparentemente confusa estructura de un relato que lleva al espectador, cogido con cariño de la mano, mecido adelante y atrás en el tiempo que dura la breve vida consciente del muchacho, hacia un relato confuso por su propia naturaleza, de tono trágico y esperanzado a la vez, experimentando la extrañeza de la demencia en sus carnes.

Todo ello contado, naturalmente, de una forma clara pero que oculta, con una reconfortante voz en off que lee las cartas escritas brillantemente por el niño Léolo, la verdadera naturaleza de lo que estamos viendo, verdadera carne de cañón para el análisis psicoanalítico. Léolo transita por la frontera entre la realidad y la locura, busca el límite entre una y otra y traslada al espectador, en primera persona, a la fractura entre ambas que es el motivo de su existencia. Con un simbolismo místico y casi mágico, nunca se aleja de la realidad y ofrece al espectador un ticket al cerebro del protagonista. Leo está a punto de volverse loco, se sabe al borde de la extinción y trata de aferrarse con uñas y dientes a la realidad, encontrándose trágicamente con que la puerta de la locura está ya abierta para él.

Las relaciones de amor-odio con su familia, a los que sabe culpables involuntarios de la tragedia de su existencia a un nivel genético, su cambio de nombre a uno fonéticamente italianizado -que refleja la articulación de la realidad del niño a través del lenguaje-, y su voluntad de huir con su vecina a Sicilia, donde cree que fue concebido por un tomate (sic), son síntomas de los traumas derivados del subconsciente de la mente de Leo (que es la de su director Lauzon, que confiesa haber confeccionado el guión a partir de elementos que nada tienen que ver), en una suerte de escritura automática que riánse ustedes de Breton y los surrealistas, y que dibuja el trágico retrato de la mente del director a través del niño. Nótese a este respecto la similitud entre los apellidos de ambos, director y personaje…

Y sobre todo, es en ésa visión desgarradora de la locura vista como el fin de la existencia –ese plano del niño sumergido en la bañera con hielo del hospital- pero tratada con comprensión, ocultando en el entrañable mundo de Leo su tragedia (de la que es en todo momento consciente), cuando el film transforma su imprevisible estructura en un retrato de la degeneración de la mente, huyendo de en primera persona del clasicismo y la realidad y retratando la caída, en barrena, a los abismos de la locura.
 
Geralt, no he visto Leolo, pero no termino de entender esa contradicción entre escatología y mala calidad. En una peli de los Farrelly salía una tía peinándose con un lefazo y nadie se quejó de mal gusto...

Magnolia dijo:
Dussander dijo:
la música de Howard Shore, el diseño de producción de Grant Major, la dirección artística de Dan Hennah, Joe Bleaky y Simon Bright, el vestuario de Ngila Dickson, el maquillaje de Richad Taylor y Peter King, el trabajo infográfico de Weta Digital...

Si eso es lo que tú tienes bueno, mal asunto.

No lo tengo bueno "yo", sino que esos ejemplos que comento me parecen estupendos trabajos en sus respectivos campos. Pero si comentas que son malos y tal (los prejuicios te ciegan, pero respetaremos tu opinión), podrías decir por qué... ¿no?
 
Ganas le tengo, desde luego. Viendo la polémica (y que la tengo bastante a mano, la pillé con Público el otro día por un mísero euro) creo que caerá en un par de días.

De todas formas, la escatología bien llevada no es ningún defecto. Empezamos así y terminamos como esa Liga Antinosecuántos de EEUU que "limpiaba" películas quitando las escenas sangrientas...
 
Magnolia dijo:
Me da que te va a chiflar (que por otro lado, no es nada difícil).

Hey, ¿y lo que disfruto?

Déjame ahora que soy joven... a los cuarenta años seré un hombre canoso y atractivo con una deliciosa DVDteca de guilty pleasures. :gano

Pero Léolo hoy va a ser que no... AL FIN he conseguido Centauros del desierto y ardo en deseos de hincarle el diente.
 
En la Fnac por 6 euros. Cuando vuelva a ir me la pillo. Hablo de Léolo. Cuando Magnolia, Upperseven, Leonardi y tantos otros coinciden... algo debe tener.
 
Findor dijo:
PD: Muy curioso esto, pero de momento todas las respuestas que tengo son de "palomiteros", ninguna del sector "culoduro"... :disimulo

OYE!!! QUE YO TENGO EL CULO DURO JOJONES!!! QUE PARA ESO VOY AL GIMNASIO!!! Me imagino qe te habrás equivocado y te referirás al sector culofofo, verdad que si? :L
 
Vaya por Dios... y además dice que no hay otras ediciones mejores en el mundo :inaudito

Magnolia dijo:
Y cuando a otros no les gusta (emoticono llorando de risada)...

Iba implícito en mi post, claro.
 
seguro que Gilliam la aplaudió a rabiar porque comparte muchas obsesiones creo la comparación con Jeaunet es pura anécdota porque Leolo barre todo su cine sin despeinarse, también de ese palo me encanta Toto El Heroe, os recomendaría que si os interesa pilléis el dvd en cuanto podáis porque solo esta editada en españa, eso si es un vhs en imagen
 
ey, ey, que yo también he visto Leolo :P ... y solo recuerdo que me gustó



lo que nunca he entendido es la memoria que teneis para cosas que hemos visto hace AÑOS :pensativo ¿será problema mio? ¿ojeais Internet antes de postear sobre una peli que no tengais nada reciente?
 
Pasando del culoduroismo, palomiteros y otras mierdas conque se intentan etiquetar los gustos cinefilos, cosa que me la suda basante,dire que leolo me parece una pelicula aburrida, pesada y desagradable.

Lo de ledger: las muertes no ganan premios ni son nominadas, las grandes interpretaciones si.
 
llevo diez minutos de La Minas Del rey Salomón presentada por la MGM y a continuación de la Cannon :mparto , deliciosamente cutre y dialogos de parvulario, eso Jerry Goldsmith componiendo como los angeles, aún asi mejor que el último Indy, hasta hacen homenajes a Cleopatra
 
Mister_Lennon dijo:
Lo de ledger: las muertes no ganan premios ni son nominadas.

Bueno, están los Darwin Awards...
Pero bromas aparte, si no quereis ver lo mucho que ha ayudado la muerte de Ledger a crear el mito, allá vosotros. Porque es así.
 
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