Ropit dijo:
Muy interesante Toshiro lo que comentas de Sin Perdón, pero William Munny es el que levanta la película hasta los cielos y tiene un empaque y unas paradojas en su personalidad que no las veo en ningún personaje de LA, los personajes ambiguos que acaban tomando el protagonismo como Pearce y Crowe abundan en el noir clásico, sin ir más lejos La jungla de asfalto, El halcón maltés por no hablar de Perdición.
Los personajes ambiguos no es que abunden, es que son la sal del cine negro, sin ellos no existe el género; sin embargo no es la misma indefenición moral la que late detrás de los ejemplos que citas que en
LA Confidential.
La jungla del asfalto, por ejemplo, es una película poblada por ladrones de poca monta, cerebritos del crimen, polis corruptos que lo llevan escrito en la frente y abogados corruptos en horas bajas, pero existe, como en muchas muestras clásicas del género, el concepto final de que la ley es la ley y no puede saltarse tan fácilmente; sobre
El halcón maltés, como otras de Bogart, a menudo nisiquiera las veo dentro del cine negro, puesto que me resultan demasiado "limpias", hay menos podredumbre que de costumbre, pero en cualquier caso el personaje de Bogart jamás hace nada malo, será todo lo cínico que quieras pero siempre es "el bueno"... (te diría que
LA Confidential me parece, de hecho, muy superior a
El halcón maltés, si miramos más allá de su aureola de clásico)
Tanto en la una como en la otra, y en
Perdición también (que es una de mis favoritas del noir), por muy ambiguos que sean los personajes, al final se impone la ley y los culpables mueren o van al trullo, habitualmente por una mala jugada del destino (eso de la predestinación y pagar las consecuencias del pasado, dos de las constantes del género.)
En
LA Confidential esto no ocurre; la justicia no es un concepto claro en esta película, de hecho lo único con lo que nos encontramos es con intereseses y venganzas personales disfrazadas de justicia; la aparente justicia del final se hace además a espaldas de la opinión pública, en off, y sus ejecutores no distan mucho moralmente de los enemigos que acaban de abatir, porque los hemos visto matar e inculpar a inocentes, dar palizas, hacer chantaje, preparar escándalos, trepar políticamente, etc, etc, etc... con una facilidad pasmosa. Y el personaje de Guy Pearce, el único que sobrevive al escándalo, lo hace con las mismas malas artes que su enemigo, y queda claro que con el tiempo quizá se convierta en su sucesor.
De hecho, diría que
L.A. Confidential es casi como una mezcla entre el neo-noir de
Chinatown (donde la corrupción a baja escala, común en los clásicos de los 40 y 50 del género, ya se extiende a toda la ciudad) y un western de Peckinpah, donde los personajes son todos violentos y depravados, pero que se redimen por los pocos detalles verdaderos que demuestran: la amistad, en el caso de Peckinpah, y los arrebatos de indignación y honestidad, en
L.A. Confidential. De hecho el final es más de western, como he comentado antes, que de cine negro (dos géneros que, en el fondo, también están hermanados en muchos aspectos)