Licencia para matar (The Eiger sanction; Clint Eastwood, 1975)
Estamos ante una película tremendamente irregular y que no encuentra el tono en ningún momento: el primer tercio es un elegante y muy entretenido film de espías, de aire jamesbondiano; el tramo central opta, incomprensiblemente, por el humor, yendo desde lo divertido a lo ridículo (ese villano-locaza con su perrito llamado, viva la sutileza, “Faggot”); y en la parte final, lo que podría haber acabado siendo en un gran thriller, un whodunit en la montaña, se convierte en un tedioso y arrítmico segmento que lastra el desenlace del film.
Curiosona, para fans de Clint.
Estamos ante una película tremendamente irregular y que no encuentra el tono en ningún momento: el primer tercio es un elegante y muy entretenido film de espías, de aire jamesbondiano; el tramo central opta, incomprensiblemente, por el humor, yendo desde lo divertido a lo ridículo (ese villano-locaza con su perrito llamado, viva la sutileza, “Faggot”); y en la parte final, lo que podría haber acabado siendo en un gran thriller, un whodunit en la montaña, se convierte en un tedioso y arrítmico segmento que lastra el desenlace del film.
Curiosona, para fans de Clint.