Duke
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Untamed Frontier (1952) de Hugo Fregonese.
Western de serie b de marcado tono melodramático y una fotografía excepcional en ambientes semi-mexicanos. Con una sólida puesta en escena de Fregonese y un buen reparto dando vida a personajes marcados por el odio y la codicia.
Camino de Oregón (The Way West, 1967) de Andrew V. McLaglen.
Solvente superproducción en la que McLaglen se recrea especialmente en unos exteriores de órdago, lástima que el guión no esté a la altura de lo que podría haber sido un clásico. Gran reparto, salvo una irritante Sally Field adolescente que debuta en la gran pantalla.
Río de plata (Silver River, 1948) de Raoul Walsh.
Excelente western de Walsh, quizá no tan reputado como otros suyos pero totalmente impecable. Errol Flynn da vida a uno de los personajes más amorales que recuerdo en el género con suma facilidad: un especulador con las minas de plata tan simpático como cabrón. Particular es también su explícito homenaje temático a historias de la Roma Clásica. Y encima sale Thomas Mitchell, para redondear el resultado.
Una luz en el hampa (The Naked Kiss, 1964) de Sam Fuller.
Soberbio drama de Fuller sobre una prostituta que desea reahbilitarse y tocando temas espinosos con total naturalidad. Soberbia puesta en escena y utilización de la música. La interpretación de Constance Towers solo cabe en dos palabras: im-presionante.
Western de serie b de marcado tono melodramático y una fotografía excepcional en ambientes semi-mexicanos. Con una sólida puesta en escena de Fregonese y un buen reparto dando vida a personajes marcados por el odio y la codicia.
Camino de Oregón (The Way West, 1967) de Andrew V. McLaglen.
Solvente superproducción en la que McLaglen se recrea especialmente en unos exteriores de órdago, lástima que el guión no esté a la altura de lo que podría haber sido un clásico. Gran reparto, salvo una irritante Sally Field adolescente que debuta en la gran pantalla.
Río de plata (Silver River, 1948) de Raoul Walsh.
Excelente western de Walsh, quizá no tan reputado como otros suyos pero totalmente impecable. Errol Flynn da vida a uno de los personajes más amorales que recuerdo en el género con suma facilidad: un especulador con las minas de plata tan simpático como cabrón. Particular es también su explícito homenaje temático a historias de la Roma Clásica. Y encima sale Thomas Mitchell, para redondear el resultado.
Una luz en el hampa (The Naked Kiss, 1964) de Sam Fuller.
Soberbio drama de Fuller sobre una prostituta que desea reahbilitarse y tocando temas espinosos con total naturalidad. Soberbia puesta en escena y utilización de la música. La interpretación de Constance Towers solo cabe en dos palabras: im-presionante.