LA RESIDENCIA (Narciso Ibáñez Serrador, 1969)
Toda una sorpresa... ¡peliculón!
Serrador firma una auténtica joya del género y juega con todo lo que da de sí la trama y sus circunstancias... la comunidad femenina, las envidias bajo los buenos modales, la represión sexual que provoca más sexualidad (esas duchas con camisón), la humillación para la excitación, el rollo edípico, el lesbianismo enfermizo, el desahogo perverso... todo sin brocha gorda, implícito, sutil lo justo y sin calzador.
La residencia en sí es un colegio para señoritas de reputación dudosa, o eso se quiere creer... donde les aprietan las tuercas a las chicas con mil trabajos tareas y castigos, con la autoridad en manos de una directora castradora (imponente Lilli Palmer con su ojo pipa) y de su mano derecha, una dominatrix pelín perturbada (Mary Maude, estupenda en su retorcida lascivia)... salpicado por una trama de asesinatos (estéticamente muy bien resueltos, por cierto) que en el último tramo mete la directa y remata con un final bastante heavy, al que quizá le sobra que se vea AQUELLO...
Con un trabajo de cámara fascinante, alterna la suavidad con lo brusco de zooms y golpes bien llevados... y un diseño de producción impecable, buena foto y buena música... lástima no poder disfrutar de las actrices hablando en inglés.