Respuesta: Películas que vais viendo en casita
"La noche de los girasoles" es estupendísima, ya lo creo. Una de las mejores películas españolas que he visto en años (si bien es cierto que veo poco cine nacional).
Copio lo que escribí en su momento en mi blog:
En
La noche de los girasoles, cada acto tiene sus consecuencias inapelables y cada personaje, en cierta medida, ostenta una participación, voluntaria o no, en el caos que se extiende a partir del principal detonante. La intervención de un hombre aparentemente corriente (Manuel Morón), agente comercial, que trata de atacar y violar a Gabi (Judith Diakhate, un auténtico descubrimiento), la mujer de Esteban (Carmelo Gómez), un espeleólogo, es determinante para desencadenar, en virtud de los caprichos del destino y de las muchas miserias humanas que aquí entran en conflicto, un arrollador efecto dominó que se cobrará sus víctimas en el camino. Cuando una ficha es derrumbada, otras caerán a continuación en una concatenación que parece no tener fin.
El director debutante, Jorge Sánchez-Cabezudo, con experiencia en el campo del cortometraje (
La gotera, con Dominique Pinon) y los guiones televisivos alimenticios (
Al salir de clase… ejem), confiesa que se siente, por encima de todo, un narrador de historias. Y es precisamente en el relato de los hechos acontecidos donde su
opera prima deslumbra al estar apoyada en un guión de construcción formidable y estructurado de forma episódica, es decir, mediante capítulos o fragmentos que nos presentan y describen a los personajes, mostrándonos, a la manera de
Rashomon (1950), la historia desde el punto de vista de cada uno de ellos, lo que nos permite ser testigos de la maraña de tragedias bajo las diversas perspectivas. Así pues, prácticamente nada parece dejado al azar, y el realizador y guionista maneja con absoluta maestría los elementos de la trama para que abarquen una particular relevancia y acaben confluyendo en una caída a los abismos producida en el entorno de un pueblo aislado y condenado al abandono, inmerso en una decadencia que podría ser una metáfora de los dilemas éticos y morales de sus moradores y visitantes.
La película, en fin, nos propone un desgarrador y violento viaje a la España profunda, una crónica negrísima de la naturaleza humana en un ambiente rural de atmósfera claustrofóbica muy aprovechada y que, por si fuera poco, no pretende darnos ni respiro ni consuelo. Planteada la situación y narrada en varios prismas que
dividen la historia y nos obligan a ir adelante y atrás en el tiempo, Sánchez-Cabezudo nos introduce en una vorágine de sucesos y tragedias, sabiendo que salir indemne no es posible para
casi nadie. No hay piedad para sus cotidianas criaturas, cuyas vidas cambian aunque pretendan ocultarlo, cuyos sueños son hechos trizas. Desde el espeleólogo y su mujer, con planes de futuro de incierto éxito, hasta los dos ancianos solitarios en constante fricción (Cesáreo Estébanez y Walter Vidarte) o el guardia civil descontento (Vicente Romero) y su suegro implacable (Celso Bugallo), la rica galería de personajes, interpretados por un magnífico elenco de actores, dispone de su espacio propio de composición. Y en estas circunstancias, el espectador se encuentra irremediablemente seducido, expectante, por el suspense suscitado y el interés por conocer qué será de ellos. De tensión creciente y enérgico pulso que evita los tiempos muertos a lo largo de las casi dos horas, los minutos caen sin que uno pueda despegar la vista mientras se acerca el desenlace, estremecedor en su resolución.