Buscando un buen mojón que destruya las neuronas sanas que me quedan voy y me acuerdo de la
Cenicienta “inclusiva” de Amazon y de la polémica con el hada que es un hombre negro y gay. Me temo que es muy decepcionante como apocalipsis fílmico, pues simplemente se trata de una pseudopelícula (muy mala, eso sí) para adolescentes igual que otras mil que se hacen, con dos duros de presupuesto y con el indisimulado fin de aprovechar el tirón como cantante de Camila Cabello. Si no fuera por la cansina guerra cultural, hubiera pasado completamente desapercibida. Ofrece las elevadas dosis de almíbar esperables, pero seguro que hay videos de Katy Perry más elaborados (esto en sí es un videoclip muy largo), pues incluso se recurre a grandes éxitos con tal de rellenar, desde Queen a Madonna pasando por los White Stripes, que no disimulan el nulo empaque como musical.
Cutrísimo diseño de producción, tanto como el CGI de los tres ratoncitos, que parece de épocas anteriores a
Stuart Little. Estando detrás la creadora de la saga
Dando la nota, poco más podría esperarse, pero es que aquí se ha tirado de lo fácil, se ha cogido una historia archiconocida y hasta está en el ajo un pobre Pierce Brosnan, dando toda la pena y pasando a cobrar, aunque parece que se lo pasó bien.
El supuesto contenido “ideológico”, o mensaje con que nos martillean sin piedad, es algo tan americano como el del individualismo a ultranza, el “sé tú misma”, y cómo no, la libre iniciativa empresarial como clave absoluta de la felicidad; muy de izquierdas todo, vaya que sí… mas un dramita de pijo aburrido a quien su papá no le deja ser libre y etcétera (el principito está hasta bueno pero no es que luzca mucho aquí eso). El único personaje que encarnaría las tendencias progresistas actuales, una princesa que parece un cruce de Greta Thunberg y Cersei Lannister, en realidad no es otra cosa que un chiste con patas, y dicho sea de paso, lo único medianamente simpático de la peli.
Pero más allá de eso, cualquier alegato social o identitario brilla por su ausencia ¿y lo del hada? Pues puro marketing y una chorradita inofensiva que ni aporta, ni consume más de tres minutos de metraje mal contados. Y ojo, que ni por un instante se renuncia al romanticismo más, digámoslo, “patriarcal”, que no deja de ser parte de la historia original. Concluyendo, no es un film que incite al suicidio pese a ser horripilante; de momento, tal dudoso honor lo ostenta, para un servidor, con sus altos niveles de ponzoña abominable y hediondez cuasimetafísica, esa cosa llamada
Un pliegue en el tiempo.