El justiciero de la noche: Absoluta obra maestra ochentera que supera ampliamente a casi todas las otras entregas de la saga del Justiciero. Película de la Cannon de manual, donde el bueno de Paul Kersey vive entregado a menesteres diferentes a los de antaño. Vuelve a Nueva York para visitar a un compañero de la guerra de Corea, pero resulta que este vive en un barrio que es zona de guerra por culpa de las bandas, y lo matan a hostias justo cuando el tío Bronson llega a la ciudad, dándole el tiempo justo, eso si, para pedir a su amigo que le vengue.
Kersey es detenido en el lugar de los hechos y acusado por un policía que conoce su pasado, aunque lo que realmente quiere es arrinconarle para que trabaje para él, limpiando ese barrio de camellos, violadores, y basura social, en general. El bueno del tío Bronson casi parece aliviado ante la idea de volver a la acción, y se instalará en la casa de su amigo muerto, ayudado por unos pocos vejetes para imponer ley y orden, y llevándose consigo a su amigo Wrimley (un pistolón de propiedades casi sobrenaturales para que le ayude en su tarea)
Todo lo dicho hasta ahora sucede en menos de los primeros veinte minutos de película, y dura una hora y media. Todo lo demás son hostias, tiros, punkarras esnifando coca, violando muchachas y asaltando ancianas, para que quede cristalinamente claro que son malos y merecen el huracán de violencia con muerte segura que se les viene encima... y poco más. Pura Cannon.
Kersey (que en sus orígenes era un pacífico arquitecto, que en la guerra fue objetor de conciencia y convencido pacifista) se convierte aquí en un auténtico hombre de acción, que no solo se limita a pasear por las calles evitando delitos y matando a los malos, sino que les tiende trampas, prepara complicados artilugios patentados por El equipo A, se ocupa de la seguridad ciudadana del barrio, y en resumen, traslada las viejas costumbres de la guerra en Corea a un entorno urbano moderno, usando lanzagranadas, ametralladoras, y artillería pesada en general. Absolutamente surrealista de principio a fin, con ancianitos indefensos que corean la muerte de los jovenzuelos que les aterrorizan, y se convierten en soldados para apoyar a Kersey. Los mensajitos y frases lapidarias que va soltando Bronson a lo largo del metraje tampoco tienen desperdicio ("Voy a enviarles un mensaje" dice, justo antes de cargarse a sangre fría a dos chavales que querían robarle el coche.... y asi sin parar). No apta para convencidos defensores de la reinserción social.