Terminada La Dos torres y empezada El Retorno del rey. Voy entendiendo todo.
Es absurdo e incluso torpe catalogar peor la primera película que la segunda, o la tercera peor que la segunda. No tiene sentido. Esto es una película de once horas (estoy viendo ediciones extendidas) entregadas a una por año, para hacer caja, pero hay que catalogarlas como tal y así es como tienen un equilibrio. Está medida incluso por actos viéndola así y así es como hay que merendársela.
Y por eso, Las dos torres sigue avanzando con calidad pareja a la primera. En ésta, tras el largo clímax de la primera, tenemos una calma de un par de horas para ofrecer una hora final que vuelve a poner toda la carne en el asador. En esa calma, tenemos un Juego de Tronos un poco de andar por casa, pero que sigue ofreciéndonos momentos solemnes, sobre todo en lo relativo a esa criatura maravillosa que es Gollum-Smeagol, esa preparación de la batalla (tremendos los episodios realistas armando a los niños), el avance de la trama de Frodo (donde su compañero también va cogiendo cuerpo) o algunos momentos puntuales de cátedra, como la aparición de los árboles parlanchines (en la presentación son tremendamente efectivos) o de los elefantes gigantes. Menos fortuna, y para seguir ofreciendo un producto irregular, tiene el lado cómico (el otro funciona muy bien) del enano de LAS PELOTAS, todo el episodio romántico VIOLETTA de Viggo con la chica, los flashback discotequeros con fotografía de anfeta y los ya pesadotes ralentizados o las solemnidades sobrantes, por no hablar de la resurrección de Gandalf o el episodio lamentable (a todos los niveles, incluso de los fx) del ataque de los lobos extraños (olvidaos de que os dé el nombre friki) que concluye con la caída por el precipicio de Viggo, donde su muerte no da lugar en un absurdo del tamaño del de Gandalf.
Pero llega la batalla en el abismo de Helm y observamos un desenlace digno de un gran Kurosawa, con un sentido de una épica y una monstruosidad de elementos que no pueden dejar de despertarnos fascinación. Masas (muy bien acabadas) matándose y caos francamente contagioso que no me extraña dejara perplejos a propios y extraños. Lástima que vemos a Silver Surfer, al asqueroso del enano, a una sobremúsica pútrida (Shore funciona a ratos y se repite demasiado con la primera), al odioso paralelo con la junta de los árboles y a algunas fantasmadotas (atención a lo del puente con el enano y Viggo) que no dejan redondear el episodio, pero que no empañan semejante set piece y consiguen cerrar la película deseando seguir con la siguiente.
Lo que me asombra es el monstruo de Frankenstein que es Jackson: pasa de la solemnidad al Z, del gore a la elegancia sobredimensionada o del trípode al helicóptero en un abrir y cerrar de ojos. Está todo llevado hasta las últimas consecuencias, para bien o para mal, y eso creo que es algo propio de toda su filmografía, aunque ya iré comentando.
Vamos, que los árboles no me dejaban ver los Ents, pero uno crece, madura y corrige. Gracias a vosotros por consentirlo.