Respuesta: PIXAR cumple 25 años
Trilogia Toy Story, Los increbles, Rattatouile, Wall-E, UP... Obras maestras del cine.
Coincido plenamente. Son las que están en mi pedestal también.
A Up le quitas el corto inicial y no está a la altura ni de Nemo.
Oh, que incorrección. Le has explotado de golpe todos los globos a la casa de un golpe.
En mi caso ayer cayó después de 4 años (sólo tenía un visionado) e incitado por ese ciclo que tengo intención de iniciar. Tengo entendido que si uno busca en el diccionario Stendhal una de las tantas fotos que acompañan a la definición es el cartel de Wall-E. Como mínimo las 3 cuartas partes de la película.
Vamos allá....
(Id, 2008, Andrew Stanton)
La Inteligencia Artificial adaptada a los infantes
La película es clara en cuanto a concepto. Es imposible negar que el propósito es conciso y directo, sin zarandajas: el planeta nos lo estamos cargando. Greenpeace me juego la cabeza que aplaudiría en su día la película y los de Adena nadarían en lágrimas todo lo que llevan allos clamando a voz en cuello. Porque no hay mejor anuncio concienciador al respecto y que golpea la realidad que los primeros 30 minutos que es lo mejor de toda la película. Ajena por completo de palabras ni narraciones dialécticas para describir la situación.
De eso ya se encarga Wall-E. Ese robotito con una única misión en la vida que es limpiar la tierra de la mierda que nosotros dejamos en ella. Pero además es un coleccionista asiduo. No hay mejor muestra de botón que esa estantería móvil donde tiene todo clasificado, colocado y cuidado como si de tesoros se tratasen. Pero encima el tío es un inventor del copón. Conmuta un VHS con un Ipod para convertir su cubículo en una especie de sala de cine. Y si encima fuera poco es un ser con "corazón", cual hombre de hojalata. Su emisión de amor, ternura, compasión y presteza abruma a cualquiera. Es imposible no sentir afecto hacia este robot de escuetas palabras pero que todo lo dice con la mirada y el cuerpo. Mejor guiño a los cómicos y actores del cine silente no hay. Porque los 3 cuartos de hora primeros es de lo mejorcito al género que haya podido deparar.
Pero no se vayan que hay más. Encima Wall-E se enamora. Y como todo aquel que se haya enamorado alguna vez todo está envuelto en un tono idílico (y sorprendente: pues lo que antes era un tono desolador se acaba convirtiendo en un lugar propicio para que el amor surja sin presión). Wall-E cuida de EVA ante las inclemencias del tiempo, ante cualquier peligro, ante cualquier adversidad. Porque nuestro protagonista está enamorado. Nadie lo programó así. Esa es la ambigüedad increíble que propone la película y la que me mantiene absorto en sus movimientos: su forma de conquistar, su forma de ser, su forma de transmitir pero sobre todo su forma de empatizar es fluída, magnífica en su propuesta y lograda en su resultado.
Porque es imposible no empatizar con la bondad impagable (y sin límites) de Wall-E. Como su única misión programada se divide en conseguir su objetivo - el plano de su trabajo conseguido es impecable - y en conseguir facilitar la comodidad de los demás - ese contacto con el ser humano. La dirección al respecto es modélica. No hay fisuras al respecto. No puedo concebir la película de otra forma en ese apartado o en ese aspecto. Si hay algo que me sorprende, me desconcierta y me enseña es como dos máquinas programadas acaban enseñándose y "desprogramándose" para acabar pareciendo más humanos que los propios humanos, meros autómatas atozinados y retraídos a una especie de comuna wifi sin saber que son eso: humanos. El momento donde la mujer descubre las estrellas o descubre el contacto humano real es un momento sencillo, quizás simple en exposición y resolutiva pero es tan real que no se puede obviar o negar.
Uno de los mejores trabajos animados y una clara, concisa y conseguida forma de aproximar Kubrick a los niños. No hace falta más. Como en la mecánica, en la tecnología, en las entrañas del futuro puede haber sensibilidad y por su parte algo de emotividad: ahí está el mejor momento de toda la película y que resume perfectamente la esencia de la historia más allá de cuidar el planeta, vivir más y no atocinarse con lo fácil. Es el momento donde...
ojo spoiler
EVA, transformada por completo en un ser vivo, una especie de Pinocho con sentimientos, intenta salvar a su amigo y amado Wall-E. Convina las piezas, encaja los circuitos y consigue darle vida. El guiño a Frankenstein está servido. Wall-E vive pero no es él. Es un robot. En sí el personaje está muerto, ya no conoce, su HD está vacía, ya no contiene esas canciones ni esa música que promueve y transmite. Es uno de los momentos más acongojantes de la historia de la animación. La historia se ha muerto. Vivo pero muerto. Y en ese momento, en el momento más tenso, esa chispa de vida consigue hacerle recordar, darle VIDA de nuevo. Los dos tortolitos acaban fusionados y juntos.
fin del spoiler
Toda la historia ajena a las vivencias de esta pareja de tortolitos (programados) donde el suspense y el cine de Kubrick / 2001 es más patente no está del todo mal, es una historia de intriga más o menos aceptable (aún con cierto grado de perfilamiento y mejora) junto con la parte de los humanos que han acabado convirtiéndose en meras máquinas que no sienten ni padecen, aletargadas, de obesidad mórbida y olvidándose por completo de lo que la tierra fue anteriormente que es lo menos interesante o si acaso lo menos llamativo del caso.
Aún y así el director, Andrew Stanton, padre de uno de los títulos más taquilleros de Pixar (Buscando a Nemo), ha madurado desde luego. No se puede negar que en comparación con la del pez perdido hay un avance, un esfuerzo logrado y conseguido. Un esfuerzo por darle motivos, razones y exposiciones más que aceptables que superan con creces a la media crítica y que el equipo que le rodea consigue una paleta de colores y una serie de texturas excelente, uno de los mejores trabajos de la empresa al respecto. Reitero: los primeros 45 minutos son obra de orfebrería, donde la sensación de soledad, destrucción, estado post-apocalíptico es patente en todos y cada uno de los planos. Esa sensación de tierra sucia, de vacío y acumulación es preciosa para conseguir el contraste deseado al traspasar el espacio, con inmensidad del universo (belleza poética) junto con la limpieza automatizada de la nave espacial.
Una película de las que te hacen meditar, de las que te hacen sentir pero a su vez de las que te hacen callar ante una obra de arte (a la par que maestra). Y por cierto: yo quiero un robotito de esos que limpian. Imposible no sentirse abrumado ante la puesta de sol mientras Wall-E pinta un corazón a laser marcado en una farola o como conseguir que una cucaracha, el bicho más asqueroso de la tierra, sea una mascota ideal. Si eso no es cine de calidad... Sólo sé que visualmente, en todos y cada uno de sus aspectos, es master piece.