Respuesta: PIXAR cumple 25 años
"
No me gusta la comida. Yo la adoro y si no me gusta no me la trago".
(No un)
cualquiera puede dirigir una obra maestra
Después de que Pixar ofreciese Cars desde luego el mundo levantó la ceja. Y aún siendo fan de su arte, diseño y cierta tendencia a lo rústico frente a lo urbanita tengo que reconocer que cinematográficamente fue un tropezón considerable (no así de recaudación y cash directo en las arcas gracias a su eterno merchandising). Contar con Bird para la siguiente entrega fue la solución y la decisión acertada. Bird ya venía de ofrecer, triste e injustamente, "El gigante de hierro", una de las master piece de la historia de la animación. Sin lugar a ninguna duda al respecto.
5 años después Bird sigue durmiendo tranquilo pues su rata humana está en el podium de ser una de las mejores obras maestras del séptimo arte. Por muchas raciones, por muchos motivos pero sobre todo por mucho arte encerrado en este pequeño universo. Un universo tan particular, competitivo, egocéntrico y duro como el de la alta cocina. Y qué mejor escenario que el París romántico (mención aparte para Michael Giacchino, que consigue captar en su partitura la magia, la nostalgia, el romanticismo y el aroma del estilo musical francés).
Auguste Gusteau, la espina dorsal y esencia de esta historia de enfoque emprendedor pero con el embite necesario para descubrir que "cualquiera puede cocinar", sirve como base, forma, fondo y esencia de Emil, nuestro protagonista: la rata más humana y el leiv motiv de que hasta el personaje más grotesco y desagradable puede encerrar el mejor de los cocineros y la ruptura de cualquier prejuicio pues el mero y simple hecho de concebir una rata en lo alto de una olla manipulando condimentos provoca la mayor de las repulsas. Pero Bird, en vez de recurrir a las tonterías simplonas de las películas animadas que acaban por hundir y derrocar cualquier atisbo de posible originalidad, decide darle un aspecto y un enfoque muchísimo más adulto, serio y cinematográfico posible. Tan sólo hay que ver con la devoción con la que cocina, con el énfasis con el cual selecciona los alimentos y como la inventiva no tiene límites para su paladar / olfato / deseo.
Lo más importante de la historia es un contraste perfecto entre emoción y convicción, entre sentimientos subjetivos y críticas despiadadas, entre comprensión y prejuicios. Sin ir más lejos la película es pura crítica. Crítica a lo establecido, crítica a romper los tópicos, a derrocar egos y sobre todo y ante todo a construir nuevos horizontes y convertir un rechazo perceptivo en una marca registrada con forma de restaurante de alta cocina. Está claro que la película alcanza su punto más álgido en el momento donde Ego, con la perspectiva inyectada en crítica venenosa, adquiere un único bocado que acaba por retrotraerlo a su infancia, a la cocina que le preparaba su madre, ante un gusto que creía muerto, creía olvidado (una de las escenas más emotivas de toda la película).
Pero lo que redondea la obra no es otra cosa que la cúspide de la razón vital que envuelve la crítica culinaria pero a su vez podría enfocarse hacia cualquier ámbito de la vida. El prejuicio, la destrucción automática de una crítica negativa por ser sencilla, fácil y sin problema alguno por destrozar sin límite el trabajo de los demás. Pero Ego descubre, comprende y asimila la realidad de lo acontecido y asume que sería injusto seguir amparándose en esos prejuicios por tal de seguir manteniendo un posicionamiento que está por encima de cualquier mortal. El plano donde Ego se encuentra ante Remy y descubre una perspectiva a la cual no estaba preparado creo que es el plano que resume toda la película. Es la realidad y convicción de que los prejuicios son, en la gran mayoría de veces, infundados.
El derroche de creatividad es tan abundante, tan inabarcable junto con un diseño de producción perfecto, en su justa medida, siendo solemne y a la par humano, sencillo, sensible y sin reparar en gastos (emocionales). Planos como Remy descubriendo la inmensidad e hipnotismo de la ciudad de París, Remy modificando la sopa a su antojo previa limpieza de manos demostrando ser más limpia que muchos humanos o ver una manada de ratas cocinando a golpe de entrega culinaria por parte del chef más ratonil de la factoría Pixar demuestra que Bird tiene la perspectiva enfocada siendo "Ratatouille" uno de los mejores ejemplos de conjunción entre animación de calidad (el diseño de personajes es perfecto) y cinematografía de inmaculada facturación con el aroma y el gusto de los grandes platos.