- Viendo el gif que posteó Groucho, esa imagen de Jerry bajo el enorme sombrero, me ha recordado mucho, muchísimo a Chevy Chase, del que ando estos días revisando su saga como patriarca de la familia Griswold en
"National Lampoon's" (sí, ya sé... cosas mías
). Jerry como Chase, salvando las distancias, cada uno en su liga, han sido grandes artistas del gesto, de lo visual, del tic, el arte sin necesidad de palabra. Hay muchos otros, imposible hacer una lista, pero añado un nombre, el también nonagenario Dick Van Dyke, quien todavía está entre nosotros y por muchos años, espero.
Lewis fue un pionero en reivindicar a los maestros del cine mudo. Es conocida su adoración por Stan Laurel, pasión compartida por Dick Van Dyke, quien incluso se vistió como Stan Laurel para imitarle en un episodio de su show
"The Dick Van Dyke show". Los cómicos y las celebridades que sentían tener una deuda con Laurel le visitaron con frecuencia durante la vejez del artista. Entre ellos, Danny Kaye, Peter Sellers, Dick Cavett, Van Dyke y cómo no Jerry Lewis. Laurel pudo sentir durante sus últimos años el cariño del público y de los profesionales del cine, cosa que Oliver Hardy no pudo debido a su salud. Los que acudían a su casa, se sorprendían de encontrar al actor viviendo modestamente en su apartamento de Santa Mónica y cuyo nombre, como recordaba Dick Van Dyke en una entrevista, constaba en el listín telefónico como el de un ciudadano más. Algunos de los visitantes sintieron que no había tenido el reconocimiento que merecía una figura como él. Otros en cambio, vieron a un hombre lleno de vida y divertido, con esa risita contagiosa de diablillo pilluelo tan propia de él, que enseñaba con orgullo su Oscar honorífico y sus marionetas que reproducían al inmortal dúo cómico y que todavía ideaba sketches para futuras películas que no existirían más que en su prolífica imaginación.
Jerry Lewis ofreció a Stan Laurel el puesto de consultor en sus películas a la búsqueda de los mejores gags, cargo que Laurel rechazó educadamente. Sin embargo, Lewis le dedicó una de sus primeras películas como protagonista en solitario y su primer filme como director, una vez roto el dúo de
"Martin & Lewis" (¡¡¡Para cuándo una película en condiciones sobre la relación Dino-Jerry!!! Hay más de un telefilme sobre ello, pero me refiero a una película en mayúsculas),
"El Botones" (1960), en la que su personaje, un clown de circo en todos los sentidos por mucho que aparezca trabajando de botones de un selecto hotel, se llama no por capricho Stanley y no pronuncia más que un par de frases durante todo el metraje. No se puede entender la carrera de Jerry Lewis sin la de Stan Laurel. Lewis quiso ir más allá del homenaje y contratarle en esa película para que hiciera un cameo pero la mala salud de Laurel se lo impidió y lo reemplazó por un imitador, amigo y colaborador suyo, bastante aplicado.
Ya he comentado en alguna ocasión mi adoración por este artista, del que llegué a ver en el cine su última película como director,
"El loco mundo de Jerry" en 1983. Siempre me ha fascinado que tras su histriónica sonrisa se adivinaba un inmenso lado amargo y oscuro. Pocos comediantes, excepto aquellos que lo hacen a propósito, recuerdo que tengan un rostro tan poco humorístico, a priori, como Jerry Lewis. Tras su sonrisa, se adivinaba un carácter agrio capaz de barrerte de un plumazo si no le caías en gracia. No lo cultivó apenas, pero sus papeles de mal tipo, de crápula, o simplemente aquellos que se alejaban del cliché de candidez que mostraba en la gran pantalla, como le sucedió en
"Boeing Boeing" o en
"El Rey de la Comedia", muestran muy bien al verdadero y avinagrado Lewis. Le sucede, en mi opinión como a Hugh Grant: cuando abandonó su halo de niño bonito y se pasó al lado turbio con personajes de caradura sin escrúpulos es cuando Grant mostró lo mejor de sí mismo.
- "Si sigues aquí un minuto más, acabarás en el fondo
del Hudson, amigo. ¿Aún estás aquí?".
De los últimos años de Lewis, además del drama social que es
"El Rey de la Comedia", destacaría su pequeño papel en la deliciosamente onírica
"El Sueño de Arizona" de Emir Kusturika, interpretando al tío de Johnny Depp. Un vendedor de cadillacs en medio de la nada. Un papel que le permitió lucirse en su vena dramática, dejando espacio para sus muecas, en contados y acertados momentos.
Motivos para el mal carácter no le faltaron. Una severa lesión de espalda tras un accidente en una actuación cómica, le dejó como secuela un punzante dolor crónico en su espalda que derivó en intensa adicción a los sedantes, tanto que como él mismo reconocería, durante los años 70 sólo tuvo tres momentos de lucidez. El primero fue cuando se descubrió a sí mismo deambulando por las calles de Londres, desesperado, dispuesto a pagar mil dólares a quien le vendiese una docena de Percodans. El tercero, cuando se metió en la boca el cañón de un Smith&Wesson calibre 38 y comenzó a acariciar el gatillo sin decidir qué hacer. El segundo cuando a comienzos de 1977, se reconcilió
"formalmente" con Dean Martin durante la celebración de uno de los Telemaratones solidarios que condujo durante muchos años, como se ve en el famoso vídeo que ha posteado Dussander.
Una reconciliación tensa. Es un vídeo para ver. Dean Martin avanza hacia él decidido, sonriente, cigarrillo en mano, como un héroe en loor de multitudes. Frente a él, el rostro de Lewis es un poema, sonrisa de anuncio de dentífrico. La procesión va por dentro. Realmente no se lo esperaba. Sinatra en medio. ¿Pero qué coño hacía su antiguo camarada allí? Fue toda una encerrona de Frank Sinatra. Dino besa a Frankie, Jerry sigue con su sonrisa congelada de anuncio. De repente, Dino gira un momento el rostro y suspira, es apenas un segundo ¿cansancio repentino, fastidio, la comedia estaba durando demasiado para él?. Jerry llama:
"Hijo de puta" a Frankie, la primera vez que se retransmite un insulto así en televisión en horario de máxima audiencia... después ambos cruzan unas palabras. Las primeras en veinte años. Retazos de humor del pasado. Espadas atentas, por si acaso. Lo dicho, vedlo. Impagable todo.
A pesar de todo, aquella noche, Jerry escribió una emotiva nota de agradecimiento a Martin y se la envió a su hotel. No hubo respuesta. Dos semanas después, le envió otra nota a su casa, acompañada de una moneda de oro con el símbolo del Telemaratón y una sentida inscripción en el reverso, la misma que recibió Sinatra. Éste, respondió en seguida. Martin... Martin nunca. Jerry hizo varios intentos más por contactar personalmente fuera de los escenarios con su viejo amigo. El último, a finales de 1976, cuando ambos coincidieron en Las Vegas, casa uno trabajando en un hotel diferente. Jerry le encargó a alguien que buscase a Dean y le dijese que esa noche iría a verle tras el espectáculo.
"No, no -le respondió Martin-
. Dile que yo iré en cuanto termine". Por supuesto no fue. En 1989, Jerry devuelve la visita sorpresa a Dino durante su 72 cumpleaños, durante una actuación, en un escenario, beso en la boca, aplausos. El show debe continuar. En privado, nada, sólo silencio. Las cicatrices entre ambos seguían siendo muy duras. Egos. Talentos enfrentados. Jerry, la revolución del ambicioso bufón que quiso convertirse en galán y Dino, el galán que se cansó de estar a la sombra del bufón y de que lo considerasen una simple percha bonita con voz de oro. Nunca sabremos bien las causas.
Jerry hubo de lidiar también con el olvido de su propio país, que lo fue arrinconando cada vez más, mientras que paradójicamente se convertía en una estrella en el extranjero en países como Francia y también con la pérdida de un hijo por sobre dosis de narcóticos y con la carga personal y económica que fue su filme maldito sobre el Holocausto, el inacabado
"The Day the Clown Cried", que él mismo consideraba un antecedente del laureado
"La Vida es bella" de Roberto Benigni. Curiosamente (o no), en ese proyecto fallido, el personaje de Lewis volvía a coquetear con su lado oscuro. No hay más que ver el maquillaje elegido para confeccionar su personaje.
En España, fue muy popular, en parte, en gran parte, en grandísima parte, gracias a una voz de doblaje, que se le pegó en una simbiosis perfecta. Una de esas asociaciones maravillosas que sólo se dan de muy de tarde en tarde. Un caso similar al de Fernando Ulloa con James Stewart, Rogelio Hernández con Paul Newman, Michael Caine o Jack Nicholson o Joaquin Díaz con Jack Lemmon. La voz y el rostro en una comunión perfecta. Esa voz fue el gran Miguel Ángel Valdivieso, doblador y locutor, que dobló a Lewis en su mayoría de películas en castellano y catalán. La asociación fue tan perfecta, que Valdivieso, locutor de deportes, en ocasiones,
"invitaba" a Jerry Lewis cuando estaba radiando un partido y combinaba sus dos voces con hilarantes resultados.
De todas las ocasiones en que Valdivieso dobló a Jerry, me quedo con
"El Profesor Chiflado" (1963). No sólo fue una de las películas más populares del actor, en la que Lewis creó a su personaje más icónico y original, con el que homenajeaba y estaba haciendo las paces con sus orígenes de pardillo en la era de
"Martin& Lewis", tanto que lo recuperaría en otras películas y sketches en shows televisivos,
sino que en ella Valdivieso se pudo lucir al poner dos registros en la voz de Lewis: el timbre cómico de apocado profesor y el serio y varonil de Lewis, cuando se convierte en su
"alter ego" Buddy Love, en un registro en que imitaba claramente a su antiguo compañero de espectáculo, Dean Martin. Además, en esa película, vemos como antes citara, ese registro serio, autoritario, dominante y temperamental de Lewis, al que le gustaba jugar el papel de seductor, que se apreciaba tras la máscara del payaso. Un detalle, que compartía también con Stan Laurel, quien en alguna ocasión confesara que los pocos momentos en que durante su unión con Oliver Hardy, pudo abandonar su rol de personaje tímido y payaso, fueron los que más le satisficieron como artista.
Una secuencia magistral. La primera aparición en sociedad de Buddy Love (Buddy Amor en el doblaje castellano). Impagables los rostros de sorpresa, temor y admiración de la gente por la calle cuando le ven acercarse.
Otro gran momento del filme, Lewis como Buddy Love interpreta al piano
"That Old Black Magic", mostrando sus dotes musicales.
Lewis creó un estilo que lo identificaría a lo largo de su carrera. En sus comienzos, un joven desgarbado muy delgado, cabello muy corto peinado en punta, camisa abierta sin corbata, pantalones pesqueros, chaqueta y calcetines blancos, cara de tonto y casi siempre con la boca abierta enseñando una sonrisa de caballo. Se dice que nunca llevaba más de una vez sus icónicos calcetines blancos. Una vez usados los donaba a la beneficencia.
Tras la separación de Dean Martin, Lewis cambió. Ganó peso y no sólo en el sentido actoral, sus facciones siguieron siendo cómicas, aunque también se endurecieron. Mismas muecas, misma gestualidad, pero menos sonrisas locas. Seguía siendo un
"nerd" pero menos... más consciente de sí mismo, más profundo. El patoso ahora controlaba la situación y quería que le tomasen en serio. Tal vez fue cuando entonces el público, que le aplaudió a rabiar en los principios de su carrera en solitario, empezó poco a poco, a medida que avanzaban los años 60, a cansarse de él. El nuevo Lewis, huérfano ya de Dean Martin se dejó crecer el cabello que llevaba siempre primorosamente peinado con gomina. Nunca cambió su peinado, ni siquiera en los locos años 70. También le gustaba lucir chaquetas de punto rojas y camisa blanca con pajarita anudada y más canallescamente suelta al cuello, en plan bohemio.
Y para finalizar un sketch de 1971, de
"El Show de Carol Burnett". Combinación perfecta de palabra y gestos. Ambos están geniales como los enamorados
"nerds", hijos de dos familias adineradas y fueron la simiente de una popular serie de sketches en los años 70 en
"Saturday Night Live" con Bill Murray y Gilda Radner.
Durante años se apostó por Jim Carrey para encarnar a Jerry Lewis en un filme sobre su vida. Creo que aún no es tarde, al menos no para un filme en tono crepuscular en el que Carrey interpretase a un maduro Lewis, que echando la vista atrás, recordase sus comienzos. Pagaría por eso.
Humorista, actor, guionista, escritor, director que incluso se atrevió a coquetear con el surrealismo en sus películas, músico, intelectual. Todo eso y mucho más fue Mr. Lewis. Hasta siempre Jerry. Hazles reír mucho ahí arriba.
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