Respuesta: Raúl Cerezo: Opiniones
Bueno, pues yo también he aprovechado para ver (2 veces) Escarnio. SPOILERS
Escarnio (Raúl Cerezo, 2004). Magnolia, nombre del forero, no por casualidad, está claro, porque Magnolia, la película, es una base narrativa y formal en la que se sustenta Escarnio, la narración de una historia seca, humana, trágica que se superpone, al mismo tiempo, a otra ontológica, divina, simbólica, dos visiones radicalmente opuestas de observar unos mismos hechos que acontecen en esa casa de campo. Al igual que Magnolia, prácticamente todos los planos de la película tienen multitud de carga simbólica y de interpretaciones, y, al igual que PTA, Cerezo filtra a Kubrick en su perfeccionismo y a 2001 en su interpretación demiúrgica.
Precisamente, ese poder demiúrgico lo vemos caracterizado muy pronto en esa dualidad que forman el Sol y el doctor del sombrero, son omnipresentes en el relato y representan esa visión ontológica de los hechos, desencadenantes de las partes decisivas del relato. El Sol, además, es aprovechado como elemento para dar una base onírica y, formalmente, da mucho juego con haces de luz en interiores.
La naturaleza morbosa de la enfermedad/maldad de las criaturas la aprovecha el director hacia otro de sus referentes, el gran Polanski y su Rosemary's, no sólo a nivel formal sino incluso a nivel narrativo en esa doble interpretación (enfermedad/maldad - castigo divino/casualidad o azar) de lo que pasa. Ese nacimiento y, concretamente, la aparición del doctor también nos remite a El Exorcista.
En la parte terrenal del asunto, las tortuosas relaciones humanas que llenan el metraje son bergmanianas, sobre todo, en su primera parte, son el caldo de cultivo de la conclusión de un cuento que se nos hará explícito en su segunda mitad. Vemos el egoísmo de un matrimonio culpándose mutuamente en lugar de preocuparse por sus hijos enfermos y, en especial, la madre mordiendo una manzana y renengando de sus trillizos dejándolos a una mucho más humana hermana suya, para cuidar a su tesoro dorado.
Con la aparición de la niña, unas imágenes con colores saturados para provocan esa sensación de cuento y la narración muta explícitamente al cuento que le entrega el doctor: "Ricitos de oro" para desencadenar el final. Un final que, nuevamente, tiene diversos prismas, el provocado por el doctor y el Sol, ellos le entregan el cuento y ellos lo cierran definitivamente; y el provocado por la mezcla del abandono de unos padres, el azar, la asociación niña rubia/gallina y el consentimiento de una resentida tía (ahí está esa media sonrisa pese a su sordera).
Hay cantidad de detalles que demuestran mimo y gusto por la puesta en escena, como las transiciones de casa real a casa de cuento, el plano del cuento y la piruleta (recordando a M de Lang) que presagia lo peor, los reflejos del Sol en el pozo y en la cisterna (todo el montaje previo al ataque es muy bueno), la parábola final del Sol o la manzana de la madre ya comentada. Detalles a modo de metáforas visuales al más puro estilo Erice, muy agradecidos.
En general, una obra notabilísima que, si peca de algo, es de intentar condensar demasiada chicha para unos cortos 25 minutos. Es demasiado concentrar a Kubrick, Polanski, Bergman, la analogía con un cuento y todo con un sello personal en tan poco metraje. Ya digo, quizás peca de megalómana en ese sentido y se resienta algo la definición del tono de la obra, pero también digo bendito pecado tener demasiadas cosas que contar, sobre todo, si se cuenta de esta forma.
Por cierto, ni rastro del Spielberg ñoño que muchas veces defiende el director. Y lo que me alegro. El listón está muy alto para el ochometraje este que se nos viene encima.