Cómo olvidar miserablemente el triplete
¿Tiene sentido invertir tanta energía en criticar los fichajes del Real Madrid?
Lo que más me fastidia del fichaje de Cristiano Ronaldo es que esté borrando de un plumazo la satisfacción motivada por el triplete. Nunca había hablado tanto del Madrid y de dinero como esta semana. Tengo la boca seca de tanto pronunciar la palabra millones. Incluso los culés más sabios andan con la calculadora a cuestas, dividiendo salarios y elevándolos a ingresos diarios de publicidad y eso que, con pasión de nuevo rico, denominamos retorno.
Los primeros minutos de este partido poco amistoso los está ganando el Real Madrid. Ronaldo todavía no ha firmado el contrato y ya ha provocado un terremoto con perversas réplicas y una avalancha de moralina que apesta a tópico interesadamente inducido. Al aficionado no sólo se le engaña, sino que, además, se le proporciona carnaza para que practique el victimismo más tóxico, demagógico y contagioso.
La estrategia madridista es demoledora. Jugando al límite de reglamentos financieros y utilizando los altavoces de unos medios que adoran parecerse los unos a los otros, toma la iniciativa sin merecerlo deportivamente, expulsa al Barça de la primera línea mediática y, aplicando criterios de industria del espectáculo (tomando el modelo de Hollywood o de la fórmula 1), altera las leyes de un mercado que de tanto defender su libertad a veces cae en el libertinaje (mientras asuma las consecuencias de sus endeudamientos y riesgos, perfecto; si al final tenemos que pagar los excesos entre todos, como ha ocurrido con determinadas crisis financieras, fatal). El Barça está perdiendo un tiempo precioso en sermonear al prójimo en lugar de centrarse en su propio modelo. A saber: que sólo se pueden amortizar a razón de cuatro o cinco millones de euros al año y que toda cantidad que supere estas cifras debe ser compensada con aportaciones extraordinarias (venta de jugadores o de patrimonio). Eso es, por lo menos, lo que nos contaron en los tiempos del círculo virtuoso y no hay que descartar que el discurso haya cambiado y sea posible revisar sus fundamentos. Pero para que resulte convincente, el Barça no debe perderse en valoraciones ético-religiosas. La ética del fútbol profesional está desahuciada. Por mucho que presuma de perfil humanitario, el Barça forma parte de una selva en la que acabas pringándote incluso cuando vas de puro. Por si acaso, pues, dejemos la ética para nuestro consumo doméstico, no vaya a ser que, de tanto manosearla, nos estalle en las narices.
Puede que el fichaje de Ronaldo haya dinamitado el contexto financiero del fútbol y sea pecado. De ser así, irán al infierno. Mientras no cambie el contexto (UEFA, FIFA y toda la pesca), el Barça debería explicar su receta de un modo convincente, revisar sus credos si conviene, mantener el rumbo que tan buenos resultados le ha dado y resolver sus retos. Los más urgentes: tema Valdés (la decisión que se tome dará o quitará credibilidad al criterio salarial), solucionar el caso Eto'o (¿no se le renovó porque el jugador no quiso o porque se desatendió la hipótesis de una venta espectacular?), revisar los errores de fichaje (es escandaloso que se admita con resignación que siempre hay un porcentaje de fichajes que no salen bien, pero que seamos incapaces de compensar esta fatalidad con una mejor gestión de las ventas), explicar bien la inversión por Ribéry solicitada por Guardiola y, en lo mediático, reivindicar los éxitos.
Yo, por si acaso, voy a encerrarme unos días a revisar los grandes partidos de esta temporada, a blindarme emocionalmente con el buen fútbol y a disfrutar del triplete. Si quieren perder energía, alegría y tiempo en seguir las evoluciones noctámbulas de Ronaldo y su depilado paquete y sermonear a un Madrid económicamente temerario cuyos socios han aceptado libremente su destino, allá ustedes.