Harkness_666
Son cuatro
The woman, de Lucky McKee
La tranquila existencia de una familia americana se ve alterada por la aparición de una mujer salvaje en el bosque, que el padre captura y encadena en el sótano con el fin de “civilizarla”.
Lo mejor que he visto en mucho tiempo dentro del género de terror. Incómoda, angustiosa, largando una crítica brutal contra la institución familiar, el machismo y el resentimiento ocultos en su seno, la violencia soterrada e institucionalizada que permite justificar el peor de los abusos (padre autoritario, hijo que aprende de él, mujer sumisa, hija ignorada). Vista en perspectiva, la historia es un disparate increíble, pero también es una relato que evoluciona desde el realismo y la normalidad absoluta hasta la pesadilla psicológica más abyecta y pasada de rosca. Como protagonista, un personaje repulsivo a más no poder; siempre tiene razón, nunca es discutido, ejerciendo impune la voluntad de sus santos cojones, mientras que la “mujer” del título es un detonante de fondo.
La evolución (y manipulación) es tan calculada y coherente que, cuando la cosa estalla, has caído sin remedio; una montaña rusa de sensaciones que supone un juego o pacto con el espectador y que logra introducirte el asco, el miedo y la impotencia en el cuerpo. Sin entrar de lleno en el “gore”, McKee se apropia de la esencia de éste para su propio panfleto/puñetazo en la mesa, contrasta irónicamente la barbacoa idílica del comienzo con el grotesco cuadro final (la nueva familia disfuncional, caminando hacia un futuro desconocido). Momentazo el de esa bofetada a lo Haneke, algo huele aquí a podrido. Me ha convencido en general la puesta en escena, las ocasionales virguerías de montaje, e incluso la narrativa “musical” con canciones que parecen no pegar mucho a priori.
Lejos de ser ideal, con su parte de excesos (lo de la perrera...) pero una propuesta visceral y sorprendente, cuyo impacto perdura. Conmigo por lo menos lo ha conseguido.
La cueva, de Alfredo Montero
Un grupo de excursionistas en una isla se adentran en una cueva, pero son incapaces de encontrar el camino de vuelta...
“The descent” a la española, pero sin bichos. En un momento en que el formato del falso documental está más que agotado, nos llega esta propuesta que explora a fondo sus posibilidades. El resultado es angustia, claustrofobia y terror psicológico en estado puro. Una película humilde y pequeña que, sin embargo, supone un contacto con el horror más puro y primitivo, el de la lucha por la supervivencia y la reducción del ser humano al puro salvajismo en situaciones límite. La sencillez y lo bien llevado de la idea contribuyen al impacto, con un desarrollo donde se dan las tensiones entre los protagonistas, la desorientación, etc. con la excusa de la cámara pasando a otras manos.
Muy buen trabajo, en definitiva, realizado con unos cuantos actores entregados y unas localizaciones opresivas. Las personalidades se describen lo justo, previa presentación al desastre, cual piques personales que se ven agravados ante una situación desesperada (nadie es mejor o peor, al final se termina revelando el monstruo que anida en todos nosotros). Sobra, eso sí, la introducción y la conclusión apartándose del formato por prescindibles.
Busca dejar al espectador hecho una mierda, y lo consigue. Abstenerse gente sensible.
La tranquila existencia de una familia americana se ve alterada por la aparición de una mujer salvaje en el bosque, que el padre captura y encadena en el sótano con el fin de “civilizarla”.
Lo mejor que he visto en mucho tiempo dentro del género de terror. Incómoda, angustiosa, largando una crítica brutal contra la institución familiar, el machismo y el resentimiento ocultos en su seno, la violencia soterrada e institucionalizada que permite justificar el peor de los abusos (padre autoritario, hijo que aprende de él, mujer sumisa, hija ignorada). Vista en perspectiva, la historia es un disparate increíble, pero también es una relato que evoluciona desde el realismo y la normalidad absoluta hasta la pesadilla psicológica más abyecta y pasada de rosca. Como protagonista, un personaje repulsivo a más no poder; siempre tiene razón, nunca es discutido, ejerciendo impune la voluntad de sus santos cojones, mientras que la “mujer” del título es un detonante de fondo.
La evolución (y manipulación) es tan calculada y coherente que, cuando la cosa estalla, has caído sin remedio; una montaña rusa de sensaciones que supone un juego o pacto con el espectador y que logra introducirte el asco, el miedo y la impotencia en el cuerpo. Sin entrar de lleno en el “gore”, McKee se apropia de la esencia de éste para su propio panfleto/puñetazo en la mesa, contrasta irónicamente la barbacoa idílica del comienzo con el grotesco cuadro final (la nueva familia disfuncional, caminando hacia un futuro desconocido). Momentazo el de esa bofetada a lo Haneke, algo huele aquí a podrido. Me ha convencido en general la puesta en escena, las ocasionales virguerías de montaje, e incluso la narrativa “musical” con canciones que parecen no pegar mucho a priori.
Lejos de ser ideal, con su parte de excesos (lo de la perrera...) pero una propuesta visceral y sorprendente, cuyo impacto perdura. Conmigo por lo menos lo ha conseguido.
La cueva, de Alfredo Montero
Un grupo de excursionistas en una isla se adentran en una cueva, pero son incapaces de encontrar el camino de vuelta...
“The descent” a la española, pero sin bichos. En un momento en que el formato del falso documental está más que agotado, nos llega esta propuesta que explora a fondo sus posibilidades. El resultado es angustia, claustrofobia y terror psicológico en estado puro. Una película humilde y pequeña que, sin embargo, supone un contacto con el horror más puro y primitivo, el de la lucha por la supervivencia y la reducción del ser humano al puro salvajismo en situaciones límite. La sencillez y lo bien llevado de la idea contribuyen al impacto, con un desarrollo donde se dan las tensiones entre los protagonistas, la desorientación, etc. con la excusa de la cámara pasando a otras manos.
Muy buen trabajo, en definitiva, realizado con unos cuantos actores entregados y unas localizaciones opresivas. Las personalidades se describen lo justo, previa presentación al desastre, cual piques personales que se ven agravados ante una situación desesperada (nadie es mejor o peor, al final se termina revelando el monstruo que anida en todos nosotros). Sobra, eso sí, la introducción y la conclusión apartándose del formato por prescindibles.
Busca dejar al espectador hecho una mierda, y lo consigue. Abstenerse gente sensible.