RIDLEY SCOTT - El Post Definitivo

Yo tampoco amaba mucho a William, hizo mucho bodrio, sobretodo comedias deleznables, ahora bien tiene 4,5 películas grandiosas , mira en esa de Insomnio estaba muy bien.
 
"Insomnio" está muy bien... hasta que ves la original.

Y sí, es otra buena interpretación de Williams. Aunque desgraciadamente no sirvió para abrirle puertas hacia otro tipo de papeles. Lo cual marcó su declive posterior.
 
Vaya bobada, Dussander. Mira imdb y los proyectos donde estaba Williams. Dime cuántos eran salvables. Así de concurrido era Robin Williams. Mi tipo, mi tipo.

Iloveyou, but..

Sik, hombre, si en 2001 se ven ya todas las constantes de Kubrick a fuego. Los equipos con él siempre lo hacían extremadamente bien porque estaba encima obsesionadamente.
 
En Insomnio NO ESTABA MAL, psé. La peli no vale nada, no hay más que ver la primera.
 
Williams era cómico y conectaba con el público. Sus películas eran más familiares que cinéfilas. Pero eso no quita que su rol, el del tío que entraba a la primera, no se lo quita nadie. Porque es lo que tienen los cómicos, los buenos cómicos para decir rápido. Ahora, buenos papeles tenía unos cuantos demostrando también su rol de actor dramático y que lo hizo no bien, sino mejor que eso.

Nunca entenderé porqué el mundo de la comedia (y sobre todo el del humor bufonesco) siempre tiene que tildarse como algo que no tiene validez o que no tiene calidad cuando es uno de los artes más difíciles del mundo: hacer reir.

Ridley si falleciese se le recordaría, como ha dicho Fell, por tener obras maestras, buenas pelis y mediocres también.

Tony es, para mi, uno que no se salía de su linea (más incluso que su propio hermano) pero que daba un cine de fácil acceso también y con un target muy remarcado (de ahí que triunfara). Que luego se liara con la técnica drástica / adrenalítica no significa que siguiera haciendo lo que sabía hacer: videoclips muy divertidos convertidos en películas.
 
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Siempre es un placer volver a disfrutar de Los Duelistas... fibrosa crónica, en clave minimalista, del largo y tumultuoso final de ese peculiar imperialismo europeísta hijo bastardo de la Revolución Francesa.

Dionisio frente a Apolo; cambio de ciclo (una vez más) representado aquí por la eterna rivalidad (alguien habla de la reencarnación de ambos) entre dos oficiales del ejército napoleónico que se ven arrastrados irremediablemente por la espiral de violencia que se desata a su alrededor. Uno la abraza con fuerza y deleite; el otro con resignación. El irracionalismo del "¡Viva la muerte!" frente a la lógica racionalista burguesa; una nueva era apolínea se abre paso (aunque sólo aguantará hasta el cambio de siglo).

Más allá de los planos pictóricos, la soberbia música o las excelentes interpretaciones de los dos protagonistas, se me ocurre (en esta ocasión) destacar:

- La escena del duelo a caballo, con sus trazos casi impresionistas: montaje de ritmo progresivamente acelerado (como los latidos y el pensamiento del personaje) ante la inminente carnicería, intercalando la imagen de ese D'Hubert acojonado y tembloroso, con los recuerdos (en forma de rápidos flashbacks) de sus encuentros previos con Feraud (cada uno es una estocada, el sonoro mordisco de un perro salvaje) que irrumpen de forma brutal en el presente silenciando esporádica, incómoda y significativamente la ambientación musical. Prosigue con la carga, desenlace a favor y momento casi cómico de alivio, alegría y celebración (que remata la algarabía reinante) saltando por encima del carro de los paisanos y perdiéndose en la distancia ("Ahí te quedas", parece decir también el score). Toda la escena podría ser perfectamente un spot publicitario.

- Un momento especialmente bello y evocador cuando, antes del último duelo, D'Hubert se sienta solo en el suelo (en contacto con la tierra) para desayunar las mandarinas que le ha regalado su suegro (otro bonito simbolismo); es como si, junto a ellas, también degustara el paisaje, el sonido de los pájaros, la naturaleza, la vida (en suma), como nunca antes lo había hecho (pensando que ésa puede ser la última vez). Un breve momento de paz, quietud y aceptación antes de la impredecible tempestad que se avecina. Uno de esos extraños instantes poéticos que tanto se echan de menos en la mayor parte de la filmografía posterior del director británico (el de Gladiator, con el pájaro levantando el vuelo ante la agradecida mirada de Máximo, es muy similar en concepto... y una de las pocas cosas rescatables de la cinta que volvió a poner de moda el cine de sandalias).

En fin... Magnífico debut, que contaba con la ventaja de un excelente material de partida, y que siempre me ha gustado más que Barry Lyndon (excelencias formales aparte, no me emociona ni me interesa nada de la vida del personaje que encarna Ryan O' Neal).
 
Siempre es un placer volver a disfrutar de Los Duelistas... fibrosa crónica, en clave minimalista, del largo y tumultuoso final de ese peculiar imperialismo europeísta hijo bastardo de la Revolución Francesa.

Dionisio frente a Apolo; cambio de ciclo (una vez más) representado aquí por la eterna rivalidad (alguien habla de la reencarnación de ambos) entre dos oficiales del ejército napoleónico que se ven arrastrados irremediablemente por la espiral de violencia que se desata a su alrededor. Uno la abraza con fuerza y deleite; el otro con resignación. El irracionalismo del "¡Viva la muerte!" frente a la lógica racionalista burguesa; una nueva era apolínea se abre paso (aunque sólo aguantará hasta el cambio de siglo).

Más allá de los planos pictóricos, la soberbia música o las excelentes interpretaciones de los dos protagonistas, se me ocurre (en esta ocasión) destacar:

- La escena del duelo a caballo, con sus trazos casi impresionistas: montaje de ritmo progresivamente acelerado (como los latidos y el pensamiento del personaje) ante la inminente carnicería, intercalando la imagen de ese D'Hubert acojonado y tembloroso, con los recuerdos (en forma de rápidos flashbacks) de sus encuentros previos con Feraud (cada uno es una estocada, el sonoro mordisco de un perro salvaje) que irrumpen de forma brutal en el presente silenciando esporádica, incómoda y significativamente la ambientación musical. Prosigue con la carga, desenlace a favor y momento casi cómico de alivio, alegría y celebración (que remata la algarabía reinante) saltando por encima del carro de los paisanos y perdiéndose en la distancia ("Ahí te quedas", parece decir también el score). Toda la escena podría ser perfectamente un spot publicitario.

- Un momento especialmente bello y evocador cuando, antes del último duelo, D'Hubert se sienta solo en el suelo (en contacto con la tierra) para desayunar las mandarinas que le ha regalado su suegro (otro bonito simbolismo); es como si, junto a ellas, también degustara el paisaje, el sonido de los pájaros, la naturaleza, la vida (en suma), como nunca antes lo había hecho (pensando que ésa puede ser la última vez). Un breve momento de paz, quietud y aceptación antes de la impredecible tempestad que se avecina. Uno de esos extraños instantes poéticos que tanto se echan de menos en la mayor parte de la filmografía posterior del director británico (el de Gladiator, con el pájaro levantando el vuelo ante la agradecida mirada de Máximo, es muy similar en concepto... y una de las pocas cosas rescatables de la cinta que volvió a poner de moda el cine de sandalias).

En fin... Magnífico debut, que contaba con la ventaja de un excelente material de partida, y que siempre me ha gustado más que Barry Lyndon (excelencias formales aparte, no me emociona ni me interesa nada de la vida del personaje que encarna Ryan O' Neal).
pues digo lo mismo, a mi esta película me parece mejor y también me dice mas que Barry Lyndon, son parecidas y como dices la de Kubrick es técnicamente magistral pero me deja frio
 
De acuerdo en todo... menos en lo de Barry Lyndon, que a mí sí me gusta más que "Los duelistas". Más que el personaje en sí de Barry, lo que me interesa, cuestiones formales aparte, es su trayectoria aventurera/amorosa/picaresca/decadente teñida de la demoledora visión kubrickiana del ser humano... :ok
 
Si quitamos Los duelistas, Alien y Blade Runner sigue siendo una carrera muy por encima de la media?
 
Para mí lo realmente importante se acaba con Alien. Blade Runner me parece una película demasiado irregular (no me extraña nada que tenga tantos montajes). ¿Mejor que todo lo que ha hecho después? Sin duda... pero yo creo que ahí ya descendió de nivel.

El resto (mejor o peor) es lo que es... El hombre tiene un talento para lo visual innegable, pero casi nunca lo utiliza para contar cosas medianamente interesantes; huye de lo complejo y se instala en lo fácil, en lo ramplón, en lo que cree que el público pide. Por ejemplo, en el Reino de los Cielos (que emitieron por televisión hace un par de días) reduce a sus personajes a meras caricaturas para montar un discurso ingenuo y tontorrón en torno a temas verdaderamente serios y trascendentales; algo imperdonable que no hace más que restarle puntos... y lo peor es que muchas veces observas un potencial enorme completamente desaprovechado: se me ocurre, por ejemplo, esa imagen de Saladino (magnífico el actor, por cierto) caminando con porte dignísimo y aura de semidiós por las calles de la ciudad y agachándose para recoger ceremoniosa y respetuosamente una cruz que encuentra tirada en el suelo; o el irónico "todo", "nada" que da como respuesta después de que la ciudad se rinda. Un par de hermosas lágrimas que se pierden en la lluvia (torrencial) de explosiones y banalidades que se suceden a su alrededor.
 
Yo creo que cuando se dice que Ridley Scott tiene talento visual, se confunde presupuesto y diseño de producción con logros audiovisuales, porque todo lo que ha hecho este hombre es monstruoso en cuanto al verdadero aspecto y las dos únicas veces que acertó (Blade Runner y Alien) es más por apartarse que por aportar.

Para mí comparar Los Duelistas con Barry Lyndon es como comparar a Dios con mi tío Pepe.
 
Entiendo lo que dices, pero no estoy de acuerdo. En muchas ocasiones ha demostrado que, cuando quiere, es capaz de combinar los elementos que tiene a su alcance para crear composiciones muy sugerentes; en ese sentido yo le veo muchísimo oficio... es la gran diferencia que existe entre la gran mayoría de blockbusters inanes que venimos sufriendo desde hace lustros y los suyos. Desgraciadamente las películas son algo más que una colección de bellas postales...

A lo mejor es una comparación poco afortunada, pero el Kubrick de Lyndon me parece más ensayista que poeta. Me emocionan sus descripciones, la forma de exponer sus ideas, sus reflexiones, su perfecta caligrafía o su maravilloso uso del lenguaje (cinematográfico)... pero no me conmueve como lo pueda hacer una verdadera obra de arte. No hay verdadera trascendencia ahí; sólo la razón pura y analítica de su creador. Los acontecimientos y la vida del protagonista son sólo una excusa. Barry simplemente es una rata de laboratorio, un mero instrumento en manos del hombre de ciencia que está detrás. Por eso me maravilla y me irrita a partes iguales; cada vez que la veo me parece que su autor es uno de los niños, ya crecido, de El pueblo de los malditos... y yo no puedo evitar sentirme como el fulano que estalla y le espeta "¡Tienes que sentir!".

En general pienso que Kubrick está mitificado en exceso (sin dejar de ser un grandísimo cineasta). Pero eso es otra historia... para (darle vidilla a) otro hilo.
 
Yo me temo que difiero. Sus películas son amorfas de ritmo y cuando parece que entona, acude al lenguaje publicitario más ramplón. No encuentro momentos inspirados en sus películas y, por supuesto, si parece que lo encuentras, se acaba diluyendo a poco que avances.

En cuanto a Barry Lyndon, yo la tengo por una de las diez mejores películas de la historia. Entiendo lo que dices, pero yo creo que eso es algo que es totalmente intencionado, acudiendo a las emociones de la época y a las formas artísticas de entonces, entrocando con el guión. De hecho, su ausencia de emociones es lo más emocionante de la misma. La secuencia del enamoramiento con las velas es algo que no se superará jamás. Kubrick no tiene plano mal tirado, justo lo contrario de lo que pienso de éste.

Un abrazo, carrionada.
 
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