Alguno se preguntará qué pinto yo en este hilo
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Pues bien, he estado viendo estos días el documental sobre Woodstock 99 de Netflix, y la verdad es que me ha parecido muy interesante, aunque también un poco tramposo. El docu hace especial hincapié en el desastre organizativo y los abusos de los proveedores de servicios básicos, así como la actitud de cierta gentuza que acude a los festivales. Pero también hay que decir que ni siquiera el festival original del 69 fue precisamente un ejemplo de organización, más bien todo lo contrario, pero claro, los organizadores ahí tuvieron la potra de contar con gente algo más educada y mejor rollo por lo general, un clima algo más 'benigno' (aunque la lluvia en un evento con semejante cantidad de cableado bien podría desencadenar una señora catástrofe), y muy especialmente, un excepcional documental que legó para la posteridad la mejor cara del evento y su contexto en los cambios culturales de aquella época. En cuanto al público, tampoco hay que olvidar que también había vándalos y gentuza en 1969 (y en 1959, y en 19...), sólo que éstos hicieron de las suyas en otros eventos bien conocidos de la época.
También se sugieren las diferencias culturales y generacionales entre el esplendor del movimiento hippy-comunal de 1969, y el espíritu más hedonista y de evasión desbocada de los años 90, una época que, aunque muchos le tengamos cariño por ser la de nuestra adolescencia y juventud, desgraciadamente ya no tenía a nivel popular ningún motivo para protestar o hacer piña, salvo probablemente el aburrimiento de vivir en el primer mundo. No voy a entrar a comparar la calidad de los grupos participantes de una y otra época, porque tampoco tiene sentido y además en la música al final todo es cuestión de gustos y afinidades muy personales. Pero sí percibo que en los 90 se intensificó esa especie de furia contra el sistema por parte de los grupos que participaron, probablemente influenciados directa o indirectamente por el punk, aunque por desgracia no me da la sensación de que el 'mensaje' fuese más allá de eso, sin ninguna intención de proponer alternativas o siquiera hacer soñar al oyente, algo que sí se percibía en los grupos que actuaron en 1969. Aquella contracultura seguramente se veía excesivamente ingenua y ñoña a finales de los 90 y ahora también (puede que con algo de razón), pero la verdad es que muchas veces se echa de menos ese sentido de querer cambiar el mundo, de descubrir cosas nuevas, y de dejar el cinismo colectivo a un lado.
Polémicas aparte, al final creo que hay que quedarse con la valoración que dan en el documental los que fueron de espectadores al evento: aunque todos son conscientes de las barbaridades que tuvieron lugar y las infernales condiciones que tuvieron que soportar, al final es un pedacito de su juventud (divino tesoro) lo que vivieron ahí, con los amigos y la pasión que uno sólo puede llegar a disfrutar de verdad en esa época de la vida, y sólo por eso mereció la pena.
Un saludete.