Pues yo creo que no hay ni una secuencia de relleno...
Me explico:
Spoilers y napalm:
El XenoMOFO se nos humaniza aka
La ciudad no es para mí.
Lo que a primera vista parece ser una extraña conjunción planetaria es, en realidad, el nacimiento de nuestra protagonista. En el segundo homenaje a Kubrick en menos de un minuto, vislumbramos lo que parece ser un enorme hojo de buey negro, vacío. "Scarlett" is born. Unos sonidos que evolucionan hasta ser palabras se perfilan como parte de un automatizado aprendizaje. Una infancia bastante triste, sin duda.
Un motorista tira a toda leche por una carretera sinuosa. Reina la oscuridad. Con esas luces desapareciendo a toda velocidad, hacia un indefinido punto de fuga, cualquiera diría que estamos presenciando el trip cósmico de Keir Dullea en 2001. El plano se ilumina, mostrándonos bien de cerca al misterioso motorizado en plena carrera. Se detiene y, como cumpliendo parte de un plan, a tiro hecho, recoge un cuerpo femenino que esperaba inerte a ser retirado.
"Scarlett" is ready. Si miramos la ficha de su personaje en IMDB, o si simplemente hemos estado atentos, observaremos que el sujeto no tiene nombre. Ella es simplemente "The Female". Pues eso, una por otra. La flamante bebita, perfectamente instruída para ello, procede a despojar a la descarriada (y llorona, uy, uy... compro fuerte la teoría de Jabamiah) masa de carne que el ya mencionado motorista le ha servido en bandeja. Adopta su vestuario como propio, en una estancia dominada por un blanco quirúrgico, aséptico, sin vida. Como si estuvieramos mirando a través de un microscopio nos topamos, gracias a la curiosidad de "Scarlett" (su primera y prematura muestra de querer entender lo que le rodea), con una hormiga recorriendo la piel de "la otra". Aún no lo sabemos, y ella tampoco, pero lo que vemos guarda más parecido con su propia naturaleza (y aspecto interior) que con ese cuerpo que yace tumbado.
La vemos deambular por un centro comercial. Sigue aprendiendo. Observa como otras "females" gustan de pintarse la cara y los morros. Lo imita. Se sigue disfrazando, dressed to kill, ahora con ropa elegida por ella. Un poco de mal gusto sí tiene. Se calza un abrigo de piel sintética (je y je). La caza puede empezar.
Hay montones de tíos vagando por ahí. Presas. Los sujetos son más fáciles de convencer si están completamente solos. Alienados. Toma contacto con algunos. Sigue aprendiendo. La comunicación, teniendo en cuenta su esquemática escuela y lo cerrado del acento de los lugareños, es casi un milagro. El lenguaje corporal es importante. Pero en eso sale ganando ella. La define el CONTROL.
Tras un flirteo básico más propio de una prostituta y su cliente, el primer tanto en su marcador es una realidad. Su víctima cae lentamente en una masa de espeso negro, aún bajo el hechizo de ese bamboleante cuerpo que se entrega a él sin titubeos. Seducido, sedado, anulado de su "YO". "Scarlett" se aleja y aleja hasta que todo está dispuesto. Recoge su mono de trabajo, caminando firme cual Jesucristo sobre esas aguas de las que sólo ella parece conocer sus secretos.
Ah, llegamos a la "secuencia en la playa". Por primera vez "Scarlett" admira un entorno natural, "lejos del mundanal ruido". Sin embargo sigue de servicio y ya tiene un nuevo objetivo: El tío ese que nada solo. Pero antes de hacerse con él deberá contemplar como por culpa de, vaya por dios, un simple animal, dos humanos se lanzan hacia una muerte más que segura. Incluso su nuevo "Adán" corre al rescate, dejándola tirada cual colilla en la acera. Uno, tras otro, tras otro. La naturaleza no perdonará. Ella tampoco.
Un crío abandonado llora, berrea, desconcertado por la soledad, desamparado por el abandono. Todo es prácticamente primario, primigenio. Ha sido espectador de la desaparición de su familia y ahora cada fibra de su existencia lanza al mundo una señal de socorro, un sonido que espera sirva para devolverle su vida. Nadie escuchará.
Otro niño, en un coche aparcado al lado del de ella, llora también. Es el segundo. De forma primaria, primigenia, experimenta cierta sensación de desasosiego. Intentó obviarlo la primera vez y lo consiguió. Esta segunda cuesta un poco más.
El siguiente hombre soltero salido que llama su atención se dirige a una discoteca. Arrastrada (literal), entra en ella. Desconcertada, huye de la pista de baile alterada, saturada. Ha perdido el CONTROL y eso no es bueno. A pocos pasos de la salida, el hombre soltero salido que había llamado su atención le entra copa en mano. Es la primera vez que ella no lleva la iniciativa. Parece gustarle. Accede a eso que llaman "bailar", total sólo consiste en moverse un poco. Quizá hasta lo disfrute... un poco. Pero no nos engañemos, el mismo moco negro de antes está esperándoles... a Tony Manero en especial.
Delante de él hay otro tío. Otro insecto atrapado en esa extraña tela de araña. Se tocan, en una suerte de encuentro celestial. La paz dura poco. El viejo inquilino empieza a ser licuado, a desaparecer. Con carne fresca en la nevera ya se puede dispensar la vieja. La sangre, exprimida, corre por una especie de cinta transportadora hasta un destino incierto. "Scarlett", como abejita obrera, está resultando bastante eficiente.
Alguien le regala una rosa. Por accidente, se la entregan ensangrentada. Hasta ahora nunca se había manchado las manos de sangre, por más que hubiera matado a unos cuantos. Todo era relativamente fácil, especialmente limpio. El contacto directo con la sangre humana, su color, despierta otro instinto. Se asegura de que la sangre no es suya mirando como el vendedor se aplica un bendaje en la herida. Por un momento, sin quererlo, se ha sentido humana. Las dudas son cada vez más fuertes. Empieza a "despertar".
El misterioso tío de la moto parece haber notado algo de esta metamorfosis emocional. La humanidad es una plaga y es altamente infecciosa. La examina. Ojos y labios maquillados, y algunas prendas de su ropa son nuevas. Quizá sólo haya percibido eso, su iniciativa a la hora de perfeccionarse el disfraz. Cosas que facilitan su cometido. Seguramente ya haya pasado antes con este tipo de "obreras". No se puede controlar al 100% un ente con conciencia y cierto albedrío. La deja libre. El trabajo ha de continuar.
Pero "Scarlett" sigue en sus trece. Deambula por calles repletas de gente. No para cazar, su instinto ya no es puro. No se detiene a buscar peces en el mar, los observa. No sólo a los machos, también a las hembras. Choca con alguien y cae al suelo. Quizá se acuerde, en este momento, de la secuencia que presenció en la playa. Si se derrumba, ¿también correran por ella? ¿también la socorrerán? Inmediatamente, varias personas le ofrecen su desinteresada ayuda.
Si por algún momento ha sobreestimado la capacidad para hacer el bien del ser humano (algo que, a todas luces y llegados a este punto, sin duda empieza a creer que ella también puede ser), ese pensamiento queda rápidamente diluído al ser víctima de un ataque contra su vehículo. Siente miedo. Arranca y se aleja. El instinto sigue siendo fuerte, es de noche y las obligaciones imperan.
En esta ocasión recoge a un deforme de 26 años. Un ser que ha reprimido sus sentimientos para sobrevivir. Un ser que debe buscar su comida de noche, para no atraer miradas de más. Lo que antes eran preguntas de autómata salidas de su boca como parte de un programa predefinido, ahora son genuínas, las hace ella, por pura curiosidad. Siente empatía. El deformado le confiesa que nunca ha hecho el amor. Ella tampoco.
Cuando llega la hora de la verdad, se ve incapaz de seguir matando. Y menos a esa persona con la que tanto tiene en común. Siente compasión. Lo deja libre. Se topa con un desvencijado espejo. Por primera vez, aunque ha visto su reflejo en infinidad de ocasiones, se mira.
Su cara es la de una extraña, pero es la suya. Y es una cara humana, qué narices.
La crisis existencial que carga sobre los hombros es de aúpa. Escapa, sin pensarlo dos veces. Se deshace de esa horrenda chaqueta, lo que la hace más vulnerable, exactamente como se siente. Atraviesa una espesa niebla y se adentra, aún más, en una ignota Escocia, con la esperanza de encontrar alguna respuesta, de entenderse un poco más.
El tío de la moto no ha podido retener a ambos elementos. Se decide por el deformado que, libre, como dios lo trajo al mundo, trata de volver a su propia cueva. Es interceptado con éxito, pero hay testigos. Errores. Debió prestar más atención, hacer caso a las señales que señalaban que algo (de nuevo) se había torcido. La situación está fuera de control. Hay dos más como él. Los tres se separan. Busca y captura.
"Scarlett" está ávida de emociones. Son como una droga. Trata de centrarse en las más placenteras. Prueba una tarta, pero su organismo la rechaza. Quizá sea cosa de la tarta, no de ella. Mientras va dando tumbos pensando en ello se encuentra con un extraño. El hombre le informa de a qué hora pasa el autobús. Como no tiene nada más que hacer, sube en él. En estos momentos actúa como una presa. Pero el hombre parece tener buenas intenciones después de todo. Le proporciona un techo, comida, calor. El diálogo se minimiza. No es necesario. Love is in the air.
Observa su cuerpo, como haría cualquier adolescente en plena pubertad. Su cuerpo; ese que hacía las delicias de los que la miraban antes de desaparecer. Decide entregarse al sexo, eso por los que tantos, sin saberlo, acabaron perdiendo la vida . Y qué mejor que experimentar con el hombre que mejor la ha tratado, el que más le ha dado, y todo sin pedir nada a cambio. Su hombre favorito.
El hombre parece saber lo que hace, pero llegados a cierto punto algo va terriblemente mal. La decepción en este caso es definitiva. NO es humana. NO sabe qué es.
Como el monstruo de Frankenstein se retira lejos, bien lejos; en este caso hacia el bosque. El último escalón en su descenso a lo más básico de la existencia. Se topa con otro humano, pero únicamente desea estar sóla. Una cabaña ofrece cobijo. Quizá en el sueño, si es que lo tiene, encuentre la paz. Pero todo se torna en pesadilla. No ha ofrecido su cuerpo y, sin embargo, el humano de hace un rato exige tomarlo. Durante el forcejeo, queda al descubierto su auténtica piel, su negra apariencia. El violador corre, dejándola sola. Ella se incorpora, descomponiéndose lentamente hasta tener "su" cara, "esa cara", en sus propias manos. Quizá, al fin, llegue a comprender.
Que la encuentren o no es irrelevante. Había llegado a gustarle, a pesar de las trabas, ser uno de nosotros. Y, a su extraña manera, durante un breve período de tiempo, lo consiguió. "Scarlett" is dead.
Magustao, sí