Respuesta: Sherlock Holmes visto por Garci en "Holmes & Watson. Madrid days"
- Como dijo el gran Carlos Larrañaga en cierto anuncio... "Yo ya lo hice". Como Sherlockiano, no es la primera vez que me han tangado poniendo el nombre de Sherlock Holmes en un libro o filme como reclamo para atraer a los incautos. Recuerdo “El Asesinato de Sherlock Holmes” como mi primera experiencia. Dificultades para conseguirlo y al final resultó ser el guión novelado del episodio piloto de “Se ha escrito un crimen” en el que Jessica Fletcher afronta su primer caso: la muerte de un potentado asesinado en una fiesta de disfraces, vestido de Sherlock Holmes. Ahí acababa toda la conexión de la historia con el personaje de Conan Doyle.
Un crítico Sherlockiano escribió que si uno es un fanático de los sellos raros y quiere escribir una novela de Sherlock Holmes, eso no significa que el detective tenga que ser también un coleccionista de los mismos, y al final, lo que no pudo ser un manual de numismática que sólo comprarían cuatro entendidos, modificado con unas gotas de pseudo intriga, se convierta en una novela de misterio que comprarán los Sherlockianos de todo el mundo.
Hay algo extraño en este proyecto, como de quiero y no puedo (aunque al final uno, aun sabiendo que no se pudo, duda de si al menos realmente se quiso...) y me gustaría saber qué ha quedado del guión de Eduardo Torres-Dulce en el acabado final. La trama es que no hay trama, pero esto no es nuevo. Los Sherlockianos quizás hayáis leído una novela publicada en 1994, "Los Secretos de San Gervasio" de Carlos Pujol, en la que Holmes y Watson viajan a Barcelona a resolver un misterio. Con ello se desmienten algunas opiniones que he leído estos días, señalando que Holmes y Watson nunca habían visitado España antes (añadiría publicada este año, la estupenda novela gráfica "Sherlock Holmes y la Conspiración de Barcelona" con texto de Sergio Colomino y dibujos de Jordi Palomé y más anecdóticamente, en los 80, "Elemental, querido Watson" de Marcel Miralles, en que los detectives investigan el asesinato del General Prim en Madrid, sin moverse de Baker Street, a partir de las noticias de la época)
Pujol, fallecido a principios de este año, crea una historia que es una mera excusa para enseñarnos Barcelona. Una novela deliciosa en cuanto a la descripción de ambientes y personajes, pero una novela con el mismo McGuffin de la película de Garci: al final, toda la historia es un vehículo para pasear a los detectives por Barcelona y que descubran placeres como la siesta y la cocina catalana, pero la intriga queda en el aire, y por qué, porque al escritor nunca le preocupó. Si aceptamos el juego, nos lo pasaremos pipa con el libro, pero si esperamos algo más, no.
Manuel Vázquez Montalbán también usó un recurso similar en su novela “Roldán, ni vivo ni muerto”,que se publicó por entregas en El País, cuando todavía estaba en busca y captura el ex director de la Guardia Civil: el detective Carvalho le busca pero no hay un resultado. Lo que importa es la historia, porque hasta que no se localizase Roldán, cualquier teoría sería válida. El libro contiene una frase demoledora al respecto: “Roldán, ni vivo ni muerto… sino todo lo contrario”. Una buena frase literaria pero… ¿Ein? Qué significa eso? Recuerdo terminar el libro con cara de... ¿Y ahora qué?
Chapeau a los críticos que han encontrado similitudes entre el filme de Garci y su otra película "El Crack II" (1983). Las hay, pero también bebe de "Asesinato por Decreto" (1979), en lo que se refiere a que Jack el Destripador no es más que el medio para poner sobre la mesa la corrupción del gobierno y la asfixia de las clases bajas. Si hay que indicar un filme Sherlockiano en el que Garci y sus colaboradores se han fijado es sin duda la producción de 1979. En el caso del filme protagonizado por Christopher Plummer, Jack existe y de qué manera, pero no deja de ser un muñeco de los intereses políticos. En el filme de Garci, nos quedamos sólo con el muñeco. Sin embargo, lo que eran interpretaciones sublimes en "El Crack II", como el impagable diálogo final entre el detective Germán Garreta (Alfredo Landa) y Arturo Fernández en el chalet de este último, con Fernández intentando comprarle y Landa, alter ego de Garci, cantándole las cuarenta, aquí se diluye en la nada, porque no hay ningún actor que se crea lo que está haciendo o al menos le ponga una mínima convicción.
No sé si ahora se hace lo mismo, pero de crío nos pasaban en el colegio filmes educativos de historia con una mínima trama y recursos de estar por casa (¡Ay ese tren que no se mueve o las fotos de viaje con la voz en off de Piquer…) Esto es lo que sentí al ver la película de Garci: un docudrama para alumnos, sin más ambición que declarar el amor del director por Madrid y denunciar la corrupción de la época, que se puede extrapolar a la actual. Todo lo demás, es un teatrillo, una colección de sketches, sin más.
Cómo terminar. Agradecer a Garci que haya terminado su película y que la haya estrenado. No sé, repito, qué queda de la idea original en el montaje. Su destino habría sido la televisión, en un canal de historia o si me apuráis, que se hubiese materializado en forma de libro con un buen dibujante y dejar al lector que se imaginase a su gusto su propio Holmes, poniéndole la cara de Basil Rathbone, Peter Cushing, Jeremy Brett o Robert Downey Jr, los más atrevidos.
Tal vez un protagonista de más empaque (por el amor de Dios, oír a Piquer es oír una voz de documental: "Y ahora vamos aquí... y luego vamos allá... y después nos meteremos un copazo en tal o cual café", con la misma convicción didáctica, que en sus años de "That's English"), tal vez más medios, tal vez creérselo, que es lo fundamental, quizá saber qué es lo que quería en realidad.
Si me preguntáis, apuesto a que Garci quería dirigir: “Madrid circa 1900”, subitulado “Reflexiones de la capital, de dónde venimos y a dónde nunca debimos ir”, pero ante la dificultad del proyecto coral, recurrió a Sherlock Holmes que pasaba por allí y le pidió que le echara una mano, y Holmes que es un caballero y que tenía ciertas cuentas pendientes con una hermosa contralto de New Jersey, aceptó encantado.