Continúo dándole vueltas y creo que me parece mejor cuanto más lo pienso. Aviso de que hay SPOILERS otra vez.
Lo del niño haciéndole al viejo un placaje es un descojone, pero también remite al hermano de “Señales” cuando vuelve a batear tras años sin hacerlo, precisamente para hacer frente al villano de la película. Ambos personajes tienen un trauma, relacionado además con el deporte, y atraviesan una situación increíble donde son puestos a prueba, superan tal prueba, y con ella el trauma. Por otra parte, tendría que revisionar, pero creo que había un conflicto materno-filial en “El sexto sentido” muy parecido al de aquí.
Hay un detalle que sí me parece novedoso, el de la resolución de ciertas escenas; la conocemos indirectamente a través de la pantalla del ordenador de la niña, dándo un salto de ficción dentro de ficción. En “El incidente” había algo así, mostrando la muerte de un tipo, pero en un teléfono móvil. Lleva un poco más lejos el recurso de las pantallas para completar algunos huecos de la historia. Además, el propio rollo “mockumentary” ya es lo suficientemente original para un cineasta acostumbrado a una puesta en escena clásica, minimalista y sin moderneces, con mucha preocupación por el sonido y por la fotografía.
En definitiva, yo creo que, después de hundirse tanto en el lodo, “La visita” es la típica película que un director necesita hacer en un momento determinado de su trayectoria, concretamente, cuando empieza a decaer y a perder incluso a los más fieles seguidores. Para centrarse, para volver a los orígenes, a encontrarse consigo mismo de nuevo. Y a partir de ahí veremos si hay despedida y cierre, o tal vez un nuevo comienzo. No es un título más, creo yo, no es un intento por crear nuevas historias o por volver a las obras maestras de antaño; es un homenaje a cosas que le gustan, una especie de “Ocho y medio” felliniano donde desfilan obsesiones en un envoltorio un tanto experimental, de cine dentro de cine, con dos protagonistas que son alter-egos indisimulados; la niña, el Shyamalan “intenso” y poético de los melodramas intimistas, y el niño, el Shyamalan gamberro y desprejuiciado, amante de la serie B, el cómic, etc. Incluso la premisa de cuento, a lo Hansel y Gretel, sigue siendo de quien es. Las comparaciones que expongo más arriba no serían tanto una cuestión de autoplagio como de biografiarse a uno mismo.
La parte filmada por el niño, eso sí, la encuentro peor justificada. Lo otro cuela porque la hermana va de artista, etc. pero el niño es poco creíble cuando filma ciertas reacciones que nadie filmaría. Puede colar con que es un youtuber y está acostumbrado a filmarse a sí mismo, tal vez.
Y por último, lo mejor. La madre está en el crucero, y les enseña a los niños un baile cutre que están bailando. Juro por mi vida que la base musical parece la misma que la de la mítica canción “Barcos y putas”, de la magistral comedia de culto “Hermanos por pelotas” (ni “Zoolander” ni gaitas). Y si a eso le añadimos que la actriz que hace de madre aparecía en esa película, todo cobra sentido. OLE TUS HUEVOS, Shyalamamamaman...