Las supuestas pérdidas económicas de la industria audiovisual se deben más a su torpeza, lentitud y estupidez a la hora de adaptarse a los nuevos tiempos que a la distribución incontrolada de sus productos por vías alegales o ilegales.
Porque por muchos leyes y derechos que les asistan, son ellos los que deben adaptarse a la demanda. Tienen derecho a ganar dinero con los productos en los que han invertido su capital pero van listos si pretenden convencer a sus potenciales clientes que están obligados a disfrutar de esos productos bajo sus ridículas condiciones cuando éstos pueden acceder a éllos al instante con toda facilidad.
Y casi siempre utilizando argumentos falsos o bastante peregrinos.
Yo por mi parte tengo la conciencia tranquila. Estoy dispuesto a pagar un precio razonable por un buen servicio. Pero si no me lo quieren ofrecer, en este asunto optaré por moverme en ese terreno resbaladizo entre la alegalidad y la ilegalidad. Porque sé que, a pesar de todo, el perjuicio que les estoy causando es mínimo comparado con el rendimiento económico real y cuantificable que están obteniendo de mí.