Mira, voy a ponerte un ejemplo.
Tengo un piso de 80 metros en un barrio nuevo de Madrid muy grande y espacioso, con metro en la puerta y línea directa a Sol, 30 minutos. Es barrio de coche.
Preguntas cuñadas:
¿Pero no preferirías vivir en el centro?
¿No estás lejos de la ciudad?
¿No tienes que ir siempre en coche?
Me pregunto a mí mismo y contesto:
-No, odio el centro. Vivir allí, a mí, me parece una tortura. Y ya viví allí 30 años. Aquí vivo como quiero, hay espacio, campo, grandes crepúsculos y auroras y mil cosas más. Lo adoro.
-No estoy lejos de la ciudad. 30 minutos, línea directa y siempre sentado no es lejos. Y voy muy puntualmente, curro en casa. En coche tardo 10 minutos reales a Conde de Casal.
-Uso el coche para casi todo, sí. ¿Y? Adoro ir en coche, conducir mientras escucho música o un podcast es maravilloso. El transporte público tiene un serio problema: la gente.
Preguntas cuñadas. La secuela:
-¿Y ahora que te va bien sigues en un piso?
-¡A por el chalete, señor director!
-Ese piso es pequeño.
Me pregunto otra vez a mí y encuentro estas respuestas:
-Adoro mi piso. 80 metros para cuatro es mi tamaño justo. Además, mis hijos se irán y me sobrará casa. Encima, esto hace que estemos la familia junta mucho más, sin aislamientos. No me falta de nada. Tres dormitorios, salón con mi cine, dos baños, tendedero y cocina. ¿Qué más quiero? Queremos más de lo que necesitamos y queremos lo que la sociedad y el capitalismo imponen. Y lo queremos para fardar, no por nosotros.
-¿Chalete? Ni regalado. Soy TOC y con 80 metros me agobio para tener todo impecable. Además, mi cuerpo no pide más espacio. ¿Chalete? Espacios grandes a limpiar, amueblar, arreglar, etcétera. Adoro los tratos comunitarios. Tengo enormes jardines, gran piscina, local de celebraciones, 2 plazas de garaje y un trastero de 7 metros que acabo de reformar y es como una habitación más. Doy gracias por lo que tengo, no necesitamos más.
-¿Piso pequeño? Pequeña es tu mente. Pequeña es la decisión de comprarte un chalete y no poder salir a ningún sitio, mirar la cuenta cuando compras y viajar a Mojácar 3 días al año. Pequeñas son tus reflexiones. Sí, cuñao, me va bien, por eso ahora, con mi piso pagado de 80 metros, con un techo asegurado, no paro de salir a donde me da la gana, gastar como un salvaje en viajar y comer fuera. Gastar en experiencias y en comprarme lo que quiero, cuando quiero. Sin chaletes fútiles que me lo arrebaten.
Un amigo me dijo hace tiempo que tener dinero era útil solo para una cosa: despreocuparte de él. Ahora, a mis 48, entiendo a qué se refería.