Respuesta: Stallonismo (Sylvester Stallone)
(Id, George P. Cosmatos, 1986)
Después de verme esa cosa llamada 300, justo en la primera daban uno de mis guilty pleasures con conocimiento de causa. Casualmente empezaba. Raudo y veloz fuí a por mi copia y decidí meterme en uno de los títulos más ochenteros de la historia del cine. Todas las maneras, estética, formas y actuaciones de la década gloriosa tanto de Stallone como de los action hero macho men. Cosmatos, después de ofrecer una continuación llena de testosterona, acción y planificación más que acertada del aguerrido soldado de Vietnam decidió volver a contar con un Stallone embutido en un personaje casi icónico en los añorados 80.
Enfundado en las clásicas gafas de sol, con cerilla a modo de palillo (¡quien dijo palillo!) y con la pistola enfundada en los pantalones, por delante, como los buenos héroes, y con una cobra serigrafiada en la culata, sin olvidar que los guantes negros y la chaqueta hasta los tobillos no se separan de su cuerpo o ese coche casi de superhéroe, Cobretti nació para limpiar las calles de la escoría. Y Stallone sabe lo que se hace. Cosmatos también.
Con unos villanos un tanto histriónicos, enfundados en medias a modo de pasamontañas y sembrando el terror con el hacha (aunque luego sean patéticamente nulos en su modus operandi - lo más gracioso del caso es cuando se reunen para realizar esa especie de ritual de teletienda... hasta un tío trajeado y con corbata hace acto de presencia), con un cuchillo que hizo las delicias de todo coleccionista de arma blanca rara y una reivindicación un tanto funesta, la película es un auténtico videoclip. Cosmatos decidió cambiar las formas a la hora de rodar y decidió tirar por la estética pre MTV donde los planos son muy cortos y la cámara es bastante rápida para la época que representa. Y si bien es cierto que hoy está completamente desfasada no deja de tener cierto encanto para descubrir como eran las action hero de aquellos tiempos y como nos quedábamos embobados ante esas maneras que hoy quedan cantosas, como mínimo.
Frases infumables, diálogos eructados, poses chulescas que hoy provocan risa involuntaria, malos malosos que se permiten el lujo de ser pésimos y un Stallone impasible (como casi todo su currículum cuando se enfrentaba a este tipo de películas).
Repleta de escenas impagables y cómplices: ese Cobretti rompiéndole la camiseta al pandillero para conseguir sus simpatías en la siguiente escena, el malo matando al tío de la limpieza y que se calza su mono de trabajo aún siendo 3 tallas más grande ¡pero se pone tinte y gafas para pasar desapercibido!, la escena del supermercado (toda una declaración de principios)...
Es lo que tienen los guilty. Uno cada X tiempo viene bien. Al menos con Cobra me lo paso bien (con 300 no, qué le vamos a hacer).